miércoles, 18 de junio de 2008

Tuluá, Enero 20 de 2000


No sé si será este clima incomprensible o tal vez el eclipse de luna. Se me antoja afirmar que son las tres últimas noches cargadas de sueños extraños, o tal vez el sentimiento de pánico que me produce el hecho de tener que volver a verla. Hay algo en el aire que me susurra su nombre al oído y que huele a lo que sabían sus labios. Hay un sabor a veneno que me condimenta la soledad. Hay un deseo de olvidarla que es lo suficientemente débil para pasar desapercibido. Hay un demonio celestial que de improviso ha regresado a mi cabeza, mostrándome sus ojos increíbles que aún me miran con odio. Hay un enigma, una flor, un deseo, una canción, un eclipse y una tristeza; que se reunen esta noche para que no olvide mi desgracia. Para que sepa que me contradigo, reniego de mi escencia, soy otro, que obedezco a la cabeza y no al corazón cuando digo que ella es asunto olvidado.