1. Al principio, critiqué mucho la realización de una serie como "Escobar, El Patrón del Mal". Afirmaba que era indignante que la historia criminal del país se convirtiera en entretenimiento. Recordé al papá de mi amiga, que estuvo a punto de ser asesinado por ser policía en Medellín; pensé en la forma en que el crimen organizado nos ha tocado la vida a todos durante los últimos años y concluí: esto no es tema para hacer una telenovela en horario Prime Time. Sin embargo, las conversaciones sostenidas alrededor de la serie y de la historia reciente del país con la novia de mi hermano, que nació en 1991, me hicieron cambiar de opinión. Sé que la educación y la información no son las principales funciones de la televisión (evidentemente es el entretenimiento), pero en la medida en que Escobar está abriendo espacios de diálogo acerca de la criminalidad con personas más jóvenes que nosotros, me parece que está haciendo un aporte positivo. Por otra parte, viendo la serie, he descubierto que no se hace una apología del crimen. Escobar no es un héroe, no genera empatía y se hace cada vez más detestable por el televidente.
2. Hablábamos acerca de lo importantes que son las canciones. No es la primera persona a la que le oigo decir o escribir que entregar canciones a otras personas, asociar canciones a otros; es una actividad que no vale la pena. Si bien es cierto que las canciones llegan a asociarse fuertemente a recuerdos y personas del pasado, también es cierto que con el paso de los meses o los años se pueden recuperar. A mí me pasa con las canciones que escribo. Afortunadamente puedo olvidar de dónde vienen. No imagino recordar las historias de las canciones cuando las estoy tocando en vivo. Me dedicaría a llorar - creo - si así lo hiciera.
3. Por más que el nacionalismo y el regionalismo me parezcan tonterías, me es inevitable sentir emoción y empatía por los atletas colombianos que están en los Olímpicos de Londres. Hoy casi lloro de emoción viendo a Óscar Figueroa levantar 177 kilogramos en tres intentos. Finalmente, cuando uno encuentra que el otro es similar a uno (y la nacionalidad es una de esas similitudes posibles) su alegría no puede hacer más que emocionarlo.
4. El sábado estuve en una fiesta en la que a algunos borrachos les dio por cantar el Himno de Manizales. No sé ni qué opinar al respecto.
4. El sábado estuve en una fiesta en la que a algunos borrachos les dio por cantar el Himno de Manizales. No sé ni qué opinar al respecto.
5. Solía ser un entusiasta de las listas musicales. Tengo entusiasmos que me duran poco, pero este ha perdurado. Al principio mezclaba canciones en casetes, luego hacía listas de reproducción en el iPod y cuando me lo robaron empecé a hacerlas en Grooveshark. Música para bailar, para beber, para comer, para cocinar, para asear la casa, para musicalizar una boda, para trabajar sin distracciones, para hacer ejercicio, para meditar, para pensar en la situación del Proyecto Quagga. Las listas musicales son un vicio hermoso que debería retomar.
6. La curiosidad suele llegar por temporadas. El año pasado me salió una imagen de una quagga en una chocolatina Jet. Parece que ahora el álbum de Jet trae animales extintos o al borde de la extinción. Es una lástima que los colonizadores holandeses hayan exterminado las quaggas en el sur de África. Ojalá el proyecto para revivirlas dé resultado y yo pueda ver una quagga viva en vivo y en directo algún día.
7. ¿Sabían ustedes que en 1974 la India se negó a participar en la final de la Copa Davis a manera de protesta por la política del Apartheid que estaba vigente en su rival, Suráfrica? Yo tampoco sabía. Me enteré hace un rato.
8. Esta semana celebró 20 años de existencia Juan Sebastián Bar, probablemente uno de mis lugares favoritos en el mundo. Cuando llegué a Bogotá me divertía mucho en El Antifaz con una mezcla rockersalsera que me calaba como anillo al dedo. También he pasado muy buenos momentos en El Anónimo, en la 116 con Suba. La Galería, en Manizales, también me ha dado muy buenos momentos, pocos planes son tan sabrosos como ir a El Perro y la Calandria a oír baladas en el corazón de Chapinero y cada que voy a Medellín procuro visitar Berlín; pero en ningún lugar me siento tan "en casa" como en Juan Sebastián Bar. Gracias al criterio de Elmer conocí mucha música que no hubiera conocido de otra manera. Es un hombre que ha alimentado curiosidades a lo largo de dos décadas. "Te hace sabio la virtud o el vicio". Brindo con un vasito de ron, como suelo hacerlo allí. Brindo con Tom Waits, brindo con mis dos gatos después de un lunes de mucha distracción.
9. Uno conoce a las personas en el momento indicado. No importa si se avecina una despedida o algo así. Es mejor despedirse que no encontrarse nunca.