Blue Dress - Depeche Mode
Me gustaba mucho tomar el primer turno de guardia porque
podía dormir – en teoría - de nueve de la noche a tres de la mañana; aunque
restando unos 45 minutos entre el momento en que salía de la garita y llegaba
hasta el alojamiento y los 15 minutos previos a la formación de la madrugada esas
horas efectivas de sueño serían menos.
Y me gustaba también tomar el primer turno porque era bonito
ver el amanecer. Llegaba al puesto de guardia – ojalá el más alejado en el batallón
– y me sentaba a escribir, a oír música, a fumar o simplemente a imaginar un
futuro. De vez en cuando miraba hacia afuera, pero era más porque no quería que
me pillara distraído el Cabo Relevante que porque temiera una posible toma
guerrillera.
Me hacía feliz ver el sol asomarse despacio e ir cambiándole
el color a todo, la forma en que Manizales se iba despertando y los chicos se
preparaban para ir al colegio y los adultos para ir a trabajar.
En algún momento del amanecer de hoy yo estaba en realidad en Puesto
Uno esperando que llegara el relevo, mirando hacia Milán desde esa torrecita
que marca el final de la Avenida Santander; fabricando un sueño como en los
viejos tiempos, imaginando una mujer distante envuelta en un vestido azul,
trazando sin afán su figura longilínea, mirándola en silencio sin hallar mayor
placer para el momento.
El café caliente me devuelve a La Soledad. El sol ya se asoma
completamente detrás de los Cerros Orientales y tengo que apurarme con unos
textos muy urgentes. Tomaré más pausas durante este lunes para seguir dibujándola
con cuidado, mirándola sin decir una sola palabra, esperando que me hable y me
cuente acerca de amaneceres futuros.