miércoles, 26 de junio de 2013

Endulzantes

- ¿Desea crema o algún endulzante?
- ¿Cuánto café se toma al día en esta funeraria, en la de al lado, en la de la calle de en frente? Yo me imagino que la gente viene, se sienta, se toma su tinto, intercambia pésames e historias y las conversaciones se repiten una y otra vez, cambiando apenas los interlocutores pero el guión debe ser más o menos el mismo y con lo joven que estaba y que lástima que nadie se lo esperaba, pero así es la muerte y un día nos va a tocar a todos y la gente va a estar un día tomando café y diciendo que es una lástima, e intercambiarán pésames e historias mientras es el cuerpo de uno el que está ahí en mitad de la sala. 
Nunca me han gustado los ataúdes ¿sabe? Me parece que es una cosa terrible terminar así esperando que se lo coman a uno los gusanos bajo la tierra o en una de esas fosas de cemento. Me parecen más bonitas las cenizas al viento, al mar, al río, donde sea que haya una corriente que se lleve lo que quedó de uno; pero así son las costumbres y ese vicio de la cristiana sepultura no nos lo vamos a quitar de la noche a la mañana. Yo pensaba en estos días en cómo habrá sido el entierro de Piper "Pimienta" Díaz. ¿Será que si bailaron las muchachas a la memoria del muerto? Fue como cuando encontraron el cadáver de Layne Staley. Yo me imagino que en abril el clima debe ser más bien húmedo en Seattle y el clima fue bueno con él y llovió una lluvia suave y discreta mientras él se quedaba dormido despacito en el sofá de su casa, con las agujas perforándole los brazos, el alma, con alguna canción bonita en la cabeza y su gata pidiendo comida. ¿Cuánto café se tomará al día en esta funeraria? No sé. Alguien habrá de hacerse la pregunta, los contadores de las funerarias, supongo, los administradores que dirán que habrá que revaluar eso de regalar el café porque la gente viene, se sienta, se toma su tinto, intercambia pésames e historias y de pronto se antojan de otra taza, de otra, de una más para ponerse al día en temas con ese primo que no ven hace años y que vino del exterior a despedirse del abuelo porque estaba viejito pero una lástima y nadie se lo esperaba. Yo creo que lo mejor es que se ahorre la crema, el azúcar, la estevia, la panela o lo que quiera que tenga. El café hay que tomárselo negro y amargo. De todas maneras muchas gracias.

martes, 18 de junio de 2013

Taxonomistas


Estoy cansado de las taxonomías y de los dogmas. Cada vez que alguien me pregunta qué tipo de música hago respondo que hacemos pop y lo hago de la manera más vulgar e irresponsable porque me harta entrar en los detalles específicos de aquellos que pretenden afiliarlo a uno de manera inamovible a un género musical, a una religión, a una profesión, a una orientación sexual, a una nacionalidad, a una tribu urbana.
En el mundo actual no podríamos vivir sin las taxonomías útiles que hemos acumulado durante siglos, pero apropiarse del papel de taxonomista y aplicarlo a la vida de los demás puede llegar a ser muy dañino y es de ahí - de esas taxonomías rígidas - de donde vienen los Hitler, los Uribe, los Bush, los monseñor Salazar y así mismo los Chávez, los Castro, los morenazis y los que los llaman morenazis, los hipsters que no se reconocen como tal, los antitaurinos recalcitrantes que piden estoques y banderillas para los toreros y las discusiones acaloradas por temas que deberían estar solucionados hace años en plazas como Facebook, Twitter y nuestro Congreso de la República.
Estamos en un mundo tan viejo (en un universo infinitamente más viejo) que es apenas un logro reciente y sumamente increíble que nos reconozcamos como seres humanos, que tengamos un lenguaje articulado, que entendamos nuestra propia mortalidad y que nos preguntemos qué hay después de la muerte o más allá de la vía láctea como para estar clasificándonos de forma irrefutable como caucásicos o afrodescendientes, como veganos o carnívoros irremediables, como metaleros o tropipoperos, como caudillistas o anticaudillistas, como gente de derecha o gente de izquierda. 
Las taxonomías son útiles, es cierto, pero después de determinado momento, de cierto giro irreconocible, se convierten también en pequeñas prisiones en las que nos reconocemos de forma poco acertada y en la que los demás nos encasillan, nos definen, nos encierran para siempre.