martes, 30 de noviembre de 2010

Ella/Él

(Se ruega al lector dar clic sobre el enlace de la canción antes de leer el texto)


Ella descansa apoyándose sobre el equipo de sonido que a esta hora reproduce una versión de Dos Gardenias hecha por María Rita. Él se acerca despacio. La prisa se la quitaron los años y el aprender que todo lo que no se consiga instantáneamente se consigue con paciencia. Él estira su cuello con vergüenza, pues siempre es incómodo tratar de despertar a una chica que descansa. Ella se despierta de mal humor, siempre se despierta de mal humor. Él trata de acercar su nariz hasta tocar la nariz de ella, pero la respuesta es violenta. Un chillido ensordecedor le advierte que no es bienvenido. Él lo intenta de nuevo y ella lo amedrenta con las uñas y orienta sus orejas hacia atrás. Él regresa al sofá. Se sienta a mi lado y se limpia los bigotes. Ambos sabemos lo que se siente. Pero tarde o temprano, Goliat, tarde o temprano, ella cede.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Fénix

Sí. Es domingo. Esa siempre es la explicación para esos días en los que siento que mi vida es una serie de equivocaciones y que son muy pocas las cosas que hago realmente bien. Pero la iluminación ha llegado al prender la estufa y calentar un poco de agua para la bebida aromática: Necesito quemarme y renacer de mis cenizas. La vida está llena de ciclos y los sueños van cambiando con el tiempo. Sé lo que quiero, aunque no sé cómo voy a lograrlo. Digamos que yo me encargo del qué y el universo se encargará del cómo. Ella duerme mientras yo escribo un poco y me tomo lentamente esta aromática, haciendo una lista de nuevos sueños. Sueños que, para fortuna o infortunio, también la incluyen a ella.

martes, 9 de noviembre de 2010

Te Quiero

Quiero un apartamento en un piso alto, rodeado de árboles o junto a un parque, quiero hacer ejercicio en las mañanas, prepararte desayunos saludables y mandarte al trabajo con una sonrisa. Quiero tocar la guitarra mientras los gatos me miran, quiero tocar el piano cuando estés en la ducha, quiero sacar el tiempo para escribir canciones que hablen de ti, quiero llevarte de viaje, conocer a tus padres sin que sepan lo que hacemos, quiero que seamos un secreto a voces, quiero que todos nos envidien desde lejos. Quiero ir a almorzar a un lugar nuevo cada domingo, quiero que me abraces por la espalda cuando estoy escribiendo, quiero ir al volante mientras dormitas, quiero que me esperes tras bambalinas cuando el show se acabe. Te quiero a ti.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Comentarios Inútiles XII - Edición Doméstica



1. En nuestra cocina no había mucho y no era por falta de dinero, sino porque a veces éramos un poco monótonos con la comida y otras cosas. Ella me llamaba al salir de la oficina, me decía que me timbraba justo cuando el bus cruzara la Autopista Norte. Yo salía a recogerla y la acompañaba hasta la casa, dejando casi siempre la comida lista y tapada. A veces cocinábamos juntos y luego nos sentábamos a ver televisión y hablábamos de nuestro día. ¿Cómo te fue? ¿Cómo me fue? Durante años me burlé de aquella dinámica pero luego me pareció hermosa cuando la tuve. Yo solía despertarla con cariño en la mañana al salir de la ducha y casi siempre le dejaba también el desayuno listo. Cocinar para alguien que uno quiere es una experiencia sumamente enternecedora.
2. Me encantaría que los estantes de los supermercados colombianos estuvieran llenos de infinitas variedades de yerba mate. Durante años he amado la música, la literatura y la aproximación de los argentinos a temas como la política, la muerte y el fútbol. Ahora adoro el mate. Es mi mejor compañero a la hora de escribir, de leer, cuando busco concentración, cuando necesito calentarme las entrañas un poquito. Y no me canso de repetir el chiste: Ven a mi casa y yo te doy mate.
3. Bogotá es una ciudad de trancones. Los carros se represan en la mañana, en la tarde y en la noche. La gente se aglomera en las estaciones de Transmilenio y se agolpa en los buses. Lo que me parece desesperante es que se armen trancones aún en los supermercados. El pasado lunes festivo me vi atrapado entre cuatro carritos conducidos por señoras de edad avanzada. Si a su dominio precario del espacio personal le sumamos la poca consideración por el prójimo y el hecho de que se tarden eones decidiendo qué producto llevarán a casa entenderemos la desesperación que me hizo preguntar: ¿Necesitamos comprar algo más? Ya me quiero ir.
4. En la infancia era todo un plan ir a hacer mercado, sobre todo cuando íbamos con mi papá. Mi mamá siempre fue una buena ama de casa, considerada con el presupuesto familiar y sensata a la hora de comprar golosinas. Mi papá, en cambio, tenía una billetera con fondos que parecían nunca agotarse (la experiencia nos demostró lo contrario) y un voraz apetito por los dulces que sólo podría compararse al de un niño y que en cierta medida pudo haber contribuido a desarrollar la Diabetes Mellitus que padece hoy en día. En las buenas épocas nos íbamos para Confamiliares de Campohermoso y llenábamos tres carros sin ningún tipo de remordimiento. La comida y los implementos de aseo para cuatro niños, dos adultos, una niñera y una empleada ladrona elevaban la cuenta del mercado a cifras que para ese entonces me parecían astronómicas. La gente nos miraba como si fuésemos millonarios excéntricos. ¡Ay, Manizales! ¡Esa costumbre de fijarse hasta en el carrito de mercado del prójimo!
5. La primera lavadora que tuvimos en mi casa la compró una pareja de amigos de mi papá y mi mamá cuando mis hermanas menores nacieron, en 1993. Doña Ana Rosa llamó a mi mamá y le dijo: "Mirá Doris, Rigoberto y yo compramos una lavadora y te la enviamos hoy por correo. No te preocupés por plata que me imagino que Rigo cuadrará con Raúl y no seas boba que vos no tenés por qué lavar pañales de dos muchachitas. Si no te acabás vos la espalda o le acabás la espalda a la empleada y tener una lavadora no es ningún lujo". 17 años después la lavadora Whirpool todavía funciona a las mil maravillas. 
6. Durante tres años, los primeros tres años que viví en Bogotá, lavé mi ropa a mano (incluyendo jeans, sábanas y cobijas) y utilizaba el método de mi papá para darme cuenta si la ropa aún tenía jabón. ¿En qué consistía el método? En chupar agua directamente de la prenda. Cuando ya no sabe a jabón está lista para escurrirse e ir al tendedero.
7. El domingo es el día ideal para levantarse temprano, prender el equipo de sonido (o al menos el computador), poner música agradable y aspirar la sala, el comedor, la cocina, lavar los platos, la ropa de cama, meterse a la ducha con implementos de aseo y dejarla reluciente, bañar los gatos, hacer todas las cosas que no se hacen durante la semana. Preparar un almuerzo delicioso para compartir aunque la cocina quede hecha de nuevo un desastre. Me enfada pasar un domingo bajo las sábanas viendo televisión. La única excusa válida para pasar un domingo en la cama es el sexo. Las demás son sólo eufemismos para enmascarar uno de los siete pecados capitales: La pereza.
8. No me importaría tener la vida de John Lennon. Ser un compositor que trabaja todo el día en casa mientras su mujer se encarga de lo demás. "Yoko se encarga de los negocios, yo me quedo aquí cuidando de Sean y horneando el pan". Me fascina eso de engañar un poco a la gente, que todos crean que uno es un poco más pasivo y tonto de lo que en realidad eres. Recuérdalo bien, chico, es el mejor negocio.
9. Hoy en mi cocina no hay mucho, y no es por falta de dinero. Es porque casi no como en casa, pero he dedicido preparar algo para mí en esta noche de viernes. Tengo el mate, pero no las calabazas, así que tendré que esperar unos días más para volver a disfrutar de un amarguito. El domicilio se tardó media hora para venir hasta acá a decir que no hay comida para gatos. Zeta, Goliat y Hendrix maúllan del hambre. Aunque hace frío en Chapinero Alto tendré que pararme de esta silla e ir hasta la 63 a conseguir comida para mis bichos. Al menos no tengo que llevármelos y no van a llenarme el carrito de golosinas.