miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ver a Lucas

Ayer se fue la luz en Chipre. Tenía trabajo para hacer, pero el apagón duró varias horas y no tuve más opción que entregarme al ocio y fue así como en una sola sentada leí casi 200 páginas de El Olvido Que Seremos, de Héctor Abad Faciolince. El libro entero es conmovedor porque es muy fácil identificarse con la familia del autor, con sus dolores, con sus costumbres. Cuando Cecilia, la mamá de Héctor, le dijo que ese día estaba cumpliendo años su difunta hermana; pensé en mis muertos, en mis amigos muertos que en esta memoria no dejan de cumplir años y que en algún otro plano tienen ahora también más de 30 años, como yo.

Salí en la noche a caminar con mi familia. Pasamos por el frente de Las Colinas, entonces  es febrero de 1997 y Lucas me llama desde el teléfono público del frente y me invita a reunirme con ellos a tomar aguardiente y a hablar de música y yo le digo que no, que estoy cansado; sin saber que esa es nuestra última conversación telefónica. Después de caminar un rato pasamos también por el frente de la casa donde Lucas vivía al momento de morir y es lunes y su mamá está sentada en su cama llorando y cae la tarde y nos dice que no la dejemos sola, que volvamos a su casa, que quiere seguir oyéndonos por todas partes y yo veo la primera de todas las canas que aparecerán en su cabellera en los meses por venir.
Pasamos por la cuadra donde solíamos reunirnos a mitad de la adolescencia y entonces me dice Lucas, parado en la puerta de la casa de Leo, que saque su diario de su computador si algo le llega a pasar en la moto y yo me río y le digo que deje de decir güevonadas.

Cuando llegamos a la casa de mi abuela, me llamó Mauricio, me dijo que me recogía en el carro y que hiciéramos algo. Fuimos hasta Villa Pilar a conocer el apartamento que ahora Leo comparte con su novia. Leo sacó un álbum de fotos porque ahí aparezco yo haciéndole una lectura de la baraja a mis amigos. Después de reírnos mucho llegamos a la parte del álbum de fotos en la que todos están reunidos en un asado celebrando el cumpleaños número 15 de Lucas, ese en el que su papá le regaló la moto en la que se accidentó cinco meses después. Así que ahora vamos juntos en la moto desde el colegio hasta Chipre. El viento nos despeina y yo lo veo todo claramente: Lucas deja de cumplir años, Lucas muere, Lucas no tiene más de 30 años sino que queda congelado en el tiempo y es por eso que en el futuro lo mantengo cerca. Si Lucas no se accidenta en esta moto entonces creceremos y tomaremos distancia, él escogerá una profesión y un estilo de vida que lo alejarán del mí, no nos veremos casi nunca, nos crecerá la frente, nos saldrán arrugas, nos pondremos barrigones y aunque siga recordando su fecha de cumpleaños se convertirá en un perfecto desconocido, en alguien que alguna vez fue mi amigo pero con quien ya no tendré nada en común, como muchos otros de esos amigos que suelen reunirse ahora conmigo en la calle, a mitad de la adolescencia.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Lo que no se graba

Esta mañana me desperté tarareando una canción vieja, una canción que solíamos tocar en vivo hace unos 10 años, cuando no nos llamábamos Gatoblanco, cuando vendíamos nuestros demos de mano en mano con canciones grabadas en Logic en un computador con un procesador Pentium II y un sistema operativo Windows 98.
Traté de recordar toda la letra, traté de recordar qué la había originado. No me molesté en recordar los acordes porque hoy tengo otras cosas qué hacer, porque hay canciones que por algún tipo de providencia deben irse marchitando en el olvido de quienes las compusieron y de quienes alguna vez las oyeron en vivo pero de las cuales no quedó registro alguno: las canciones no grabadas.
A veces esas canciones regresan. Lo sorprenden a uno lavando los platos o haciendo las cuentas del mes, organizando la agenda, pensando qué se debe hacer para que las canciones que sí se registran ahora tengan un destino mejor que el olvido. Es como una especie de lamento pequeñito, el material genético de esas canciones olvidadas se mueve de alguna manera en las canciones nuevas. 
Tarareo de nuevo esa pésima melodía. Me voy a la ducha.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Viajes en el Tiempo


El truco era sencillo, en teoría. Marty tenía que buscar una fuente de energía que lo ayudara a sacarle 88 millas por hora al DeLorean para regresar al futuro pero lo complicado eran las peripecias que lo llevaban a ese punto de acelerar a fondo para viajar en el tiempo. A veces llaman los del banco a recordarme que el mes pasado no pagué la cuota del préstamo que me hicieron de buena fe - tan queridos y de forma casi desinteresada - pero que si no pago ahí están las centrales de riesgo que son el Coco de los adultos; o llaman los clientes a tratar de sacar ventaja con trabajos cada vez más baratos porque colabóranos Juan que tú eres de lo mejor, o el productor del video o el director a preguntar que al fin qué de cosas, o llama la gente con chismes porque imagínate lo que le pasó a Fulanito que qué cosa más impresionante. Y los oficinistas andan felices porque es viernes y no tienen ganas de hacer nada hasta el martes y qué carajo porque ya es noviembre que prácticamente es diciembre y se acabó el año y ya no se hizo nada y yo en pijama en mi pequeña oficina/estudio porque no quisiera responder correos electrónicos, ni contestar el teléfono a nadie sino a ti, porque la gente anda por ahí comentando y preguntando y quieren saber cada vez más y que nosotros qué y que si sí me voy del país y que cómo van las empresas y que quiubo de la cotización y que cuándo vuelve a tocar Gatoblanco, que lo preguntan de buena fe pero me dan ganas de responder que no tengo idea, que simple y llanamente no tengo idea. Y es probable que al menos durante un rato no les conteste, básicamente porque no tengo teléfono, porque la máquina del tiempo del Doctor Emmet Brown nunca será tan efectiva como la música y la verdad es que se está acabando alguno de los últimos años ochenta y es viernes en la tarde y voy oyendo al Loco Quintero en el asiento trasero del Fiat de mi papá porque vamos hacia alguna finca en Santágueda porque es puente, porque no queremos hacer nada hasta el martes, porque qué carajo ya es noviembre que prácticamente es diciembre y los niños ganaron en año pero fuera de eso ya no se hizo nada.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Vecinos

Llegué con una bolsa (pesada) de arena para mis gatos. Supuse que el portero estaría abriendo el garaje porque la luz del piso bajo estaba encendida y porque dos señoras estaban paradas frente a la recepción en la que se ubican los porteros la mayor parte del tiempo. Después de un minuto de espera timbré dos veces. Fueron timbres cortos precisamente para que el portero notara que había gente esperando arriba sin irritar a las señoras paradas frente a la recepción. Deduje que el portero de turno era don Nicacio, por la demora, mientras veía llegar a una mujer mayor que - deduje también - era vecina del edificio.
A mi "buenas noches" la señora respondió con un "¿y el portero?" rápido y seco. Le dije que yo suponía que estaría abriendo la puerta del garaje para alguien a lo que literalmente respondió "Sí será idiota, ¿no? Los que tenemos prioridad somos los que estamos aquí, no los que están parqueando un carro", mientras dejaba el índice de su mano derecha pegado al timbre de la recepción.
Cuando don Nicacio abrió la puerta la vecina del cuarto piso entró de afán sin saludar, apoderándose del ascensor mientras yo saludaba a las señoras que pacientemente habían esperado para salir y a pesar de la demora le dejé al portero su "gracias" y su "buenas noches".
La sociedad funciona en tanto que unos prestamos servicios a otros. Por ende dependemos de lo que los demás hacen, incluso aunque no logremos sospechar cómo pueden estarnos sirviendo un Senador de la República, un broker de bolsa o un técnico de la empresa de teléfonos. El dinero es el valor de cambio utilizado para compensar los servicios que nos prestamos unos a otros y me molestan sobre manera las personas - como esta vecina del cuarto piso - que consideran que el servicio prestado por otros y el dinero que utilizan para retribuirlo les dan autoridad para pasar por encima de los demás. Subí pacientemente con mi bolsa (pesada) de arena para los gatos hasta el apartamento y oí cómo la vecina del 204 le gritaba toda suerte de improperios a su hijo al atardecer de un lunes festivo. Pensé en escribir una entrada en mi blog sobre los vecinos y en ese momento parecía que iba a ser mucho mejor de lo que finalmente resultó.

jueves, 11 de octubre de 2012

Ana

Cuando entré a estudiar Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Manizales (hace más de 13 años) varios de lo profesores de planta que tenía la facultad solían hacernos comentarios acerca de la forma en que Internet nos iba a cambiar la manera de socializar en menos de una década. Aún cuando era muy joven, era también escéptico. Consideraba poco probable que yo, que siempre había sido apegado a las amistades duraderas y de lazos profundos, estuviera en menos de 10 años haciendo nuevos amigos que conociera a través de la red mundial de información.
Serían las redes sociales las encargadas de demostrarme, exactamente una década después, que estaba equivocado. Un día leí a Ana; leí en su blog un texto que parecía escrito por mí - o acerca de lo que estaba viviendo - y la conexión fue inmediata. A veces se me olvida que Ana y yo no somos amigos "de toda la vida" y que eso de tener amigos de "toda la vida" puede estar tan sobrevalorado como ser "gente divinamente". A veces se me olvida que por estar apegado a los mismos círculos me estaba perdiendo la posibilidad de conocer gente maravillosa y que afortunadamente un día Internet me cambió la vida tal y como me lo habían advertido los profesores en la facultad.
Esta tarde, en un Starbucks en el campus del Middle Tenessee State University, pensé en la conversación que tendríamos Ana y yo la próxima vez que nos viéramos (porque no somos esa clase de amigos que necesita verse o hablarse todos los días) y la forma en que una vez más estaríamos de acuerdo en muchos temas básicos de la vida.
Pensé que al hablar con Ana no debería olvidar comentarle que a pesar de todo vivimos tiempos bonitos, que cada etapa de la vida y de la historia tiene su gracia, que a pesar de tanta amargura circundante somos gente afortunada, que es bueno que pocas personas entiendan lo que pensamos o sentimos (tal como lo describía en su entrada en el blog) precisamente porque encontrar con quién estar de acuerdo es una fortuna escasa, que sin esa revolución de la que hablaban mis profesores en la facultad sería aun más difícil o casi imposible.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Dígale a su primo que tiene unos ojos muy bonitos


La historia es simple. Yo fui a un festival del Sacre en octubre de 1994, solo para entrar a la miniteca. Me fui con Juan Pablo Villegas y no teníamos un plan concreto, pero una vez metidos en ese lugar - que luego se convertiría en la capilla del colegio - me encontré a mi prima Carolina que estaba con un grupo de amigas que tampoco tenían un plan concreto.
Antes de las invitaciones a cine, del único beso, de terminar por las razones equivocadas y de no poder contarle nunca la verdad; ella dio inicio a la historia pidiéndole un favor a Carolina: 
- Dígale a su primo que tiene unos ojos muy bonitos.

Paradójicamente, unos dos o tres años después de su muerte, en el Sacre llevaron a cabo una misa en esa capilla que antes había sido el venue de una miniteca.
De seguir viva, hoy estaría cumpliendo años. 
Tarareé su canción durante todo el día.
Una Mentira by Gatoblanco on Grooveshark

jueves, 6 de septiembre de 2012

Papeles

Me urge organizar el armario del estudio. Me desespera ver ese desorden de cables, carpetas, adaptadores y plugs en el que se ha convertido. En la parte alta del armario, donde algún otro habitante habrá puesto toallas y ropa de cama, están las cajas de papeles. Los tres cambios de apartamento de la última temporada de trasteos me ayudaron a deshacerme de un montón de cosas que ya no necesitaba y la ola invernal de 2010 me dañó un montón de revistas y libros y así mi carga se hizo más ligera. Pero no me deshago de mis cajas de papeles. Durante años, acumulé cartas escritas a mano, notas elaboradas por mis amigas en la universidad, entradas a conciertos y a obras de teatro, fragmentos de papeles coloridos que alguna vez envolvieron regalos y trajeron felicidad a mi vida. 
Desde hace años el amor se construye a través de palabras digitalizadas, a través de unos y ceros que se hacen conversaciones en chat, correos electrónicos, mensajes directos en Twitter, depósitos en el buzón de Facebook, entradas en el blog.
Tengo fe en nosotros. Tomé la caja donde venían esos discos de Amy Winehouse y guardé los papeles donde me has escrito: un recibo de datáfono de una pizza compartida y tres tarjetas de tres regalos de cumpleaños.
Tengo fe en nosotros y en esa caja de papeles.
El té está hirviendo, Amarilis prendió la aspiradora; escríbeme pronto.
Juan

viernes, 31 de agosto de 2012

Salto con Garrocha

Suelo olvidar mis sueños. La semana pasada, sin embargo, tuve uno de esos sueños incoherentes que uno recuerda días después y no suele entender bien; ni el contexto, ni los motivos ni la moraleja del sueño parecen estar claros.
Soñé que estaba junto a una terraza, en el cuarto o quinto piso de un edificio residencial de un lugar indeterminado que parecía ser un barrio junto al Mediterráneo (en los sueños uno simplemente sabe esas cosas y ya). Cerca a mi silla había un pequeño foso, de esos en los que los atletas apoyan las pértigas cuando van a saltar. Al otro lado del pasillo estaba mi hermano, quien se disponía a intentar un salto al vacío. Traté de detenerlo, le dije que era una estupidez que tratara de saltar; que el espacio entre las dos calles era estrecho pero que indudablemente la garrocha lo impulsaría hacia arriba (no hacia el frente) y que terminaría en medio de la calle. Manuel me dijo que él tampoco sabía hacia donde iba, que saltar era su forma de sentirse libre y que a veces las decisiones de uno ni siquiera estan en sus manos.
Manuel tomó carrera, encajó la pértiga en el foso y en vez de llegar hasta el edificio del frente o terminar en la acera, se elevó sobre el Mediterráneo de tal manera que ya no pude volver a verlo. Pensé en Dédalo e Ícaro. Antes de despertar le di un último sorbo a mi vaso de whisky. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Lucky Man II


La escena era más o menos la misma de hoy: El relojito de pared pasaba de las 12, mi mamá y mis hermanos dormían mientras yo evitaba fundirme antes de tiempo, por cuenta de una obligación académica desagradable. 
Iba a cumplir 19 años y estaba terriblemente cansado de vivir. Necesitaba un respiro, una señal de que todo podía mejorar. Por esos días no se trasnochaba uno frente al computador, sino acostado leyendo o con el televisor prendido. Estaba revisando algún documento de la universidad y en MTV empezaron a pasar la versión gringa del video de Lucky Man. Cerré el paquete de fotocopias y empecé a prestar atención a la señal que estaba esperando. Sonó el teléfono fijo - ya no recuerdo quién llamó - y una de mis hermanas se despertó con el ruido y fue la primera en desearme felicidad.
La llamada con el Happy Birthday Mr President, los mensajes de cariño sonando en el celular, las palabras de aliento del gran amigo, los buenos deseos de mi doppelganger, los gemidos de mi sobrina en su cama, el abrazo esperado de mi mamá, los buenos deseos de mis hermanas que acaban de entrar de cine (son ellas ahora las que tienen 19), todo eso me recordó hoy - doce años después - que soy un tipo afortunado, que las señales de que todo puede ser mejor están repartidas en dosis cotidianas, que el amor se recibe en la medida justa, en el momento indicado y de la gente adecuada.
Soy un hombre afortunado, con fuego en las manos y aire en el corazón para alimentarlo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Jazmín de Noche

Y soy como un náufrago, porque tu cuerpo es mi hogar.
Cuando Te Vas – Gatoblanco - 2006

En el antejardín de la casa - al lado de la iglesia cristiana - había un arbusto de jazmín que perfumaba casi toda la cuadra. Yo llegaba caminando de la universidad y el olor del jazmín me daba la sensación de descanso, de hogar. O bien podía llegar muy tarde en el carro, parquearlo y salirme al antejardín a oler el jazmín y a pensar la vida antes de que llegara Salustiano el vigilante a ponerme conversación o antes de que mi mamá se asomara por la ventana de mi cuarto para ver por qué no entraba.
En Chipre hay varios jazmines. Uno sale a caminar por Falda Plana, por Dumbo, por la cuadra de Duques de Gandía y puede oler los jazmines a intervalos. A dos cuadras de mi casa, en La Soledad, hay un arbusto de jazmín que me devuelve esa sensación hogareña cuando salgo de noche a comprar cualquier tontería en Carulla. Me paro a olerlo un poco, pienso la vida, Salustiano no llega, mi mamá no se asoma por la ventana de mi cuarto y en vez de eso me recuesto sobre tu pecho, te huelo, me acaricias la cabeza y siento que estoy en mi casa. Es una sensación muy parecida a la que me dejan los jazmines de noche.
No sé hacia donde nos lleva esta historia, cómo vamos a resolver los inconvenientes logísticos o qué nos depara el futuro, pero por ahora me gusta simplemente poner mi nariz o mis orejas sobre tu esternón, oír la canción de tu corazón acelerado, respirarte como si a través del olor pudiera robarme pedazos de tu alma, sentir que me mudé, que ahí – ahora – está mi casa.

lunes, 13 de agosto de 2012

Romance

No se explica uno, a veces, cómo es que funciona el mundo; cómo es que la gente se encuentra en situaciones aparentemente adversas que resultan ser perfectas, o viceversa. No me alcanzan las palabras de cordura o el espectro de la racionalidad para hablar de ti, así que la cursilería es el único camino posible.
Cuando te miro a los ojos veo una largada, veo siempre un punto de partida; veo metas compartidas y un camino de altas y bajas para recorrer juntos; y puedo jurarte que no tenía esa certeza desde hace muchos años (son tiempos que veo distantes, como si se tratase en realidad de otras vidas).
Ya no le temo al tiempo ni a la distancia; le temo a no reconocer el camino adecuado cuando esté ante mis pies. Las lágrimas serían la vía fácil, pero no son necesarias. Será como cerrar los ojos durante un tiempo para volver a abrirlos cuando te tenga en frente e irme por ahí tarareando una canción de Leo García que me recuerda que el amor - sea bajo las circunstancias que sea - es una fortuna a la que no todos accedemos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Cíclopes

El séptimo capítulo de Rayuela, con el paso de los años, puede haberse convertido en un cliché, en un perdido caballito de batalla que funcionaba muy bien alrededor de los 20 años pero que acercándose a los 30 se parece - si es mal usado - a la vergüenza de jugar "pico de botella" con el fin de dar un primer beso.
Pero mirarnos de cerca, justo en ese punto en el que ni siquiera ojos tan saludables como los míos logran enfocar los objetos; es la mejor manera de revivir esa tontería adolescente, esa dicha novedosa en la que se mezclan en un cuadro desenfocado los ojos desorientados y las cejas despeinadas que ahora trato de poner en su lugar con una sutil caricia de mi mano derecha. 
Seamos cíclopes. Cíclopes embadurnados de cariño, poéticamente torpes y sinceros; cíclopes alegres como niños, inmensamente felices mientras nos sea posible.

lunes, 30 de julio de 2012

Comentarios Inútiles 35

1. Al principio, critiqué mucho la realización de una serie como "Escobar, El Patrón del Mal". Afirmaba que era indignante que la historia criminal del país se convirtiera en entretenimiento. Recordé al papá de mi amiga, que estuvo a punto de ser asesinado por ser policía en Medellín; pensé en la forma en que el crimen organizado nos ha tocado la vida a todos durante los últimos años y concluí: esto no es tema para hacer una telenovela en horario Prime Time. Sin embargo, las conversaciones sostenidas alrededor de la serie y de la historia reciente del país con la novia de mi hermano, que nació en 1991, me hicieron cambiar de opinión. Sé que la educación y la información no son las principales funciones de la televisión (evidentemente es el entretenimiento), pero en la medida en que Escobar está abriendo espacios de diálogo acerca de la criminalidad con personas más jóvenes que nosotros, me parece que está haciendo un aporte positivo. Por otra parte, viendo la serie, he descubierto que no se hace una apología del crimen. Escobar no es un héroe, no genera empatía y se hace cada vez más detestable por el televidente. 
2. Hablábamos acerca de lo importantes que son las canciones. No es la primera persona a la que le oigo decir o escribir que entregar canciones a otras personas, asociar canciones a otros; es una actividad que no vale la pena. Si bien es cierto que las canciones llegan a asociarse fuertemente a recuerdos y personas del pasado, también es cierto que con el paso de los meses o los años se pueden recuperar. A mí me pasa con las canciones que escribo. Afortunadamente puedo olvidar de dónde vienen. No imagino recordar las historias de las canciones cuando las estoy tocando en vivo. Me dedicaría a llorar - creo - si así lo hiciera.
3. Por más que el nacionalismo y el regionalismo me parezcan tonterías, me es inevitable sentir emoción y empatía por los atletas colombianos que están en los Olímpicos de Londres. Hoy casi lloro de emoción viendo a Óscar Figueroa levantar 177 kilogramos en tres intentos. Finalmente, cuando uno encuentra que el otro es similar a uno (y la nacionalidad es una de esas similitudes posibles) su alegría no puede hacer más que emocionarlo.
4. El sábado estuve en una fiesta en la que a algunos borrachos les dio por cantar el Himno de Manizales. No sé ni qué opinar al respecto.
5. Solía ser un entusiasta de las listas musicales. Tengo entusiasmos que me duran poco, pero este ha perdurado. Al principio mezclaba canciones en casetes, luego hacía listas de reproducción en el iPod y cuando me lo robaron empecé a hacerlas en Grooveshark. Música para bailar, para beber, para comer, para cocinar, para asear la casa, para musicalizar una boda, para trabajar sin distracciones, para hacer ejercicio, para meditar, para pensar en la situación del Proyecto Quagga. Las listas musicales son un vicio hermoso que debería retomar.
6. La curiosidad suele llegar por temporadas. El año pasado me salió una imagen de una quagga en una chocolatina Jet. Parece que ahora el álbum de Jet trae animales extintos o al borde de la extinción. Es una lástima que los colonizadores holandeses hayan exterminado las quaggas en el sur de África. Ojalá el proyecto para revivirlas dé resultado y yo pueda ver una quagga viva en vivo y en directo algún día.
7. ¿Sabían ustedes que en 1974 la India se negó a participar en la final de la Copa Davis a manera de protesta por la política del Apartheid que estaba vigente en su rival, Suráfrica? Yo tampoco sabía. Me enteré hace un rato.
8. Esta semana celebró 20 años de existencia Juan Sebastián Bar, probablemente uno de mis lugares favoritos en el mundo. Cuando llegué a Bogotá me divertía mucho en El Antifaz con una mezcla rockersalsera que me calaba como anillo al dedo. También he pasado muy buenos momentos en El Anónimo, en la 116 con Suba. La Galería, en Manizales, también me ha dado muy buenos momentos, pocos planes son tan sabrosos como ir a El Perro y la Calandria a oír baladas en el corazón de Chapinero y cada que voy a Medellín procuro visitar Berlín; pero en ningún lugar me siento tan "en casa" como en Juan Sebastián Bar. Gracias al criterio de Elmer conocí mucha música que no hubiera conocido de otra manera. Es un hombre que ha alimentado curiosidades a lo largo de dos décadas. "Te hace sabio la virtud o el vicio". Brindo con un vasito de ron, como suelo hacerlo allí. Brindo con Tom Waits, brindo con mis dos gatos después de un lunes de mucha distracción.
9. Uno conoce a las personas en el momento indicado. No importa si se avecina una despedida o algo así. Es mejor despedirse que no encontrarse nunca.

viernes, 27 de julio de 2012

Al corazón sereno

5 había sido un disco importantísimo y había llegado en un momento en el que la desorientación era la constante. Había visto Dig In en MTV y Stillness of Heart no me parecía la gran cosa, pero aun así caminé hasta el local de Guillermo en el Parque Caldas para comprar Lenny.
Anoche, antes de dormir, pensaba que quisiera tener de nuevo - como en aquel entonces - el corazón sereno. Uno revoluciona la vida, encuentra focos de atracción en todas partes, recibe información, escribe canciones, sueña con una sonrisa distinta cada noche, se deja ver en la calle con mujeres de mostrar y esconde las mujeres de esconder, se despierta con dolor de cabeza los domingos, toma parte en dramas y dilemas ajenos, escucha con atención las historias de los demás cuando lo único que en realidad requiere es estar cómodo en silencio; a solas o en compañía.
Anoche (llevaba tantas pero tantas noches sin meditar un rato) justo en esa penumbra gris que separa la vigilia del sueño; me llegó a la cabeza un coro de Lenny Kravitz. Era Stillness of Heart, una canción que vine a comprender y a valorar - entredormido - once años después.

jueves, 19 de julio de 2012

Una Sombra

Me despierto a mitad de la noche - o a mitad del sueño - o tal vez no despierto y es una consecuencia de mis pésimos ritmos circadianos, o del vodka, o de cualquier otro agente de la intoxicación que me acompaña esta noche. Te conté que mi pesadilla recurrente consiste en despertar con el cuarto lleno de agua, pero hoy todo parece estar en orden y el viento que entra por la ventana te despeina, o despeina tu sombra, tu silueta, tu figura, tu espectro oscuro y desnudo de pie frente a mi cama. Decirnos adiós (¿decirnos hasta luego?) fue como despertar a mitad de la noche o a mitad del sueño para encontrar un fantasma frente a la cama, un fantasma que tiene tu pelo desordenado, tus crestas iliacas protuberantes, tus lunares repartidos al azar.
Una vez te dije que lo importante era que al final supiéramos que había valido la pena. Te miro en silencio durante unos segundos. Regreso a la cama ante mi imposibilidad de hablar con fantasmas.

domingo, 15 de julio de 2012

Una Panadería

Pusieron una panadería nueva detrás del Parkway. Mi hermano y yo nos dirigíamos a Carulla a comprar un par de cosas y nos sorprendió el nuevo local. Entramos, nos comimos un par de galletas, nos ofrecieron café de cortesía y él llevó cosas para su casa.
Una vez sentado a la mesa miré alrededor. Me gustó el olor, me gustaron los estantes y las mesas, me sorprendió gratamente la amabilidad de la propietaria y la decoración me pareció sobria y agradable. 
La dueña de la panadería se disculpó por no poder encender el televisor para que viéramos la final del fútbol profesional colombiano. Noté que debajo del televisor nuevo había una máquina tajadora y me invadieron de repente unas ganas casi incontenibles de llorar.
Las panaderías me regresan a la infancia. Pensé en mi papá rondando sus 30 años con el pelo rizado cayéndole sobre la frente, recordé el olor de las bolsas de tostadas cuando pasaban por la selladora, de la parte trasera de los hornos, de los cartones de mantequilla y de los bultos de harina; recordé el sonido de esa máquina - precisamente esa máquina que estaba viendo - que convertía un bloque de pan en 28 piezas de pan tajado. Pensé en mi papá a mi edad y pensé en mí mismo caminando por entre las vitrinas y las latas antes de que me llegara la edad de ir al colegio.
Supongo que a pesar de que pasen los años y uno se haga grande y pague facturas, sigue teniendo algo de niño adentro; sigue esperando de forma inconsciente que sus padres le conviertan cualquier tontería en una aventura maravillosa. Es por eso que a veces mi amiga C llora cuando se acuerda de su mamá y mi amiga P llora cuando habla de su papá. A mí me pasan cosas así. La culpa será tal vez del domingo que me hace pensar en mi papá que se está haciendo viejo y eso me hace dar ganas de llorar viendo una máquina tajadora en la panadería nueva del barrio.

jueves, 5 de julio de 2012

Ángel

1. Era el 87, porque yo estaba en primero de primaria y Manuel ya caminaba. Nos quedamos en la casa de mi abuela porque a mi mamá la habían operado. Mi papá estaba muy triste y muy preocupado y sobre todo tenía mucha rabia con el médico que operó a mi mamá. Si no hubieran descubierto en plena cirugía para remover su dispositivo intrauterino que en realidad mi mamá estaba en embarazo; a finales de ese año mi mamá habría dado a luz a una niña.
2. Sería el 88 o el 89. Sabíamos que íbamos a tener un hermano, pero una tarde al regresar del colegio encontré a mi mamá acostada en piyama y a mi papá llorando en la sala de la casa. El sangrado comenzó de manera intempestiva y en cuestión de horas ya se sabía que el embarazo se había malogrado y mi mamá había sido sometida a la espantosa experiencia de un legrado. A mi papá se le escurrían las lágrimas por la nariz como sucede cuando uno llora sentado con los ojos hacia el piso. Se tomó tres, cuatro, cinco aguardientes mientras yo estaba sentado a su lado y le ponía la mano en la pierna. No sé si yo lloré también, pero si lo hice fue porque me daba mucha tristeza verlo llorar a él. Un amigo le había regalada una copia de un disco de Juan Gabriel y una y otra y otra vez repetía Ha Llegado Un Ángel. No sé cómo hicieron para darse cuenta de que era una niña. No quisiera saberlo.
3. El nacimiento de mis hermanas, en 1993, mitigó de alguna manera la tristeza de esos eventos pero a veces me da por imaginar esas niñas que nunca nacieron, esa hermana hipotética que ahora estaría rondando los 24 o 25 años, esa hermana por la que mi papá derramó tantas lágrimas en la sala de la casa. Este fin de semana, gracias al viaje de un amigo, recibí la mitad de los discos que mi mamá aún conserva en la bodega de su restaurante. - Llévese esos discos, que los va a acabar la humedad o voy a terminar botándolos - me dijo. Anoche encontré la caja vacía de Pensamientos, ese disco de Juan Gabriel que mi papá casi acaba a punta de aguja y aguardiente en aquel entonces. No podía llegar el disco, tenía que estar la caja vacía. Volví a imaginar el rostro de mi hermana no nacida y sentí de nuevo ganas de llorar. Supongo que será la tristeza de ver a mi papá llorando por ella.

lunes, 2 de julio de 2012

Comentarios Inútiles 34



1. No he salido mucho del país. A duras penas estuve una vez en Nueva York y otra vez en la provincia del Carchi, en Ecuador; pero creo que no es necesario pasar una temporada en otros países de la región para darme cuenta de que el desdén con el que algunos colombianos miran a sus países vecinos es estúpido. Esa costumbre arribista y clasista mantenida por décadas por el gobierno y la iglesia y magnificada en la actualidad por los medios de comunicación, me asquea. Lo digo porque hace unos días, cuando la selección colombiana de fútbol enfrentó a los seleccionados de Ecuador y Perú, leí en Twitter comentarios y etiquetas indignantes, propias del fervor estúpido que solo logra desatar el fútbol. Imagino que las personas que tratan de indios a los ecuatorianos o a los peruanos son los mismos que se emborrachan oyendo a Julio Jaramillo o se desviven por ir a alguno de los restaurantes de comida peruana que viven atestados en Bogotá, o los mismos que se derriten por un acento porteño italianizado o francés. Colombia es un país diverso, pero sobre todo es un país mestizo y las etiquetas como negro, indio, pobre con connotaciones despectivas; nos caen a todos. Todos tenemos algo de negro, de indio y - lo que es más inevitable - de pobre, porque los ricos colombianos no son tan ricos como los ricos del mundo (ni los pobres son tan miserables como lo son los pobres en otras latitudes del mundo). Colombia es un país de media tabla, que lucha por sobrevivir como lo hace la clase media y es por eso que las etiquetas y los imaginarios de clase que sobrevivieron a la colonia me dan mucha pero mucha rabia.
2. No me quiero ensañar en el tema, pero en Salamina hay personas que conservan su genealogía para demostrar que son descendientes directos de españoles no mezclados. Como si tener sangre española garantizara algo medianamente bueno.
3. Hace días vengo pensando que el reggaetón puede estar entrando en su fase de decadencia. Lo digo porque según mi análisis empírico-etílico con Manuel (mi hermano), dedujimos que cuando la industria entra a sobreproducir un género y le inyecta una dosis de romance para hacerlo más vendible, al género se le acaba el boom. Pasó con la salsa, pasó con el merengue, pasó con el rock (sí, pasó con el rock... el rock entró en decadencia hace muchos años) y pasará con cualquier género popular que se convierta en un producto mainstream. Eso no es necesariamente bueno ni es malo. Es simplemente el ciclo natural de la industria.
4. No sé para dónde va el mundo, pero sigo sintiendo que no vamos bien encaminados. La crisis del Euro me puso de nuevo a pensar que el sistema capitalista debe tener los días contados. Al menos ese capitalismo salvaje del libre mercado que hace que la banca, los petroleros, los grandes industriales y otros poderes sean más grandes y decidan más que las propias naciones. El dinero como instrumento de cambio es útil, pero no me gusta cómo funciona este mundo justo ahora.
5. Estábamos borrachos y éramos lúcidos. Mauricio hizo un comentario sobre una mujer hermosa que - mientras dormía - dejaba escapar sus flatulencias. El Gato se rió y yo me reí. Evidentemente a los tres nos había sucedido. Yo me pregunté si nosotros haremos lo mismo. Como estábamos borrachos y éramos lúcidos la conclusión es que no nos sucede, porque los hombres dejamos escapar nuestras flatulencias mientras estamos despiertos. Nos reímos más. Nos tomamos otro aguardiente.
6. Una mujer hermosa se ve más hermosa cuando está durmiendo. Cuando uno está enamorado, ver dormir a la mujer amada es un plan entretenidísimo. Qué importa que suene una flatulencia cada tanto. Qué importa, si verla dormir es la mejor manera de perderse en su laberinto.
7. ¿Qué mejor manera de enlazarlo todo que dejando una canción nuestra, repleta de romance, para que estos comentarios estén llenos también de contradicción?

martes, 26 de junio de 2012

Be my lover, be my friend

Be my secret, be my joy, be a miracle to me. Be my lover, be my friend, be a miracle to me.
Miracle to Me - The Black Crowes - 2001

No sé en cuántas ocasiones ha salido a flote la pregunta en conversaciones con mis amigos, pero siempre nos extendemos en el tema. Una vez, curioseando libros en Panamericana, vi una de esas pequeñas ediciones de frases célebres para cargar en el bolsillo, que se confunden en un plano ambiguo entre la sabiduría y la autoayuda.
Recuerdo haber visto unas tres o cuatro frases y, aunque no recuerdo las palabras exactas, se me quedó grabada una que decía más o menos que un hombre debe escoger como esposa a la mujer que - de ser hombre - sería su amigo.
Ahora me hago la pregunta con cada mujer que conozco y me despierta algún tipo de interés romántico: ¿Esta mujer sería mi amigo? 
Y no trato de imaginar si ella y yo podríamos ser buenos amigos como hombre y mujer. No, la imagino como hombre e imagino si lo toleraría o no, si podríamos hablar cada tanto y no aburrirnos con una cerveza de por medio. Imagino si este tipo sería un buen complemento en cuestiones de conocimiento, si recurriría a él pidiendo consejos, si podría hablar abiertamente con él de mis situaciones económicas, de mis aspiraciones, de mis relaciones familiares, de mi situación sentimental.
La orientación sexual es simplemente eso, una condición que le determina a uno con quién prefiere acostarse. El amor es otra cosa, una vaina más grande que tiene un componente amistoso muy fuerte. Es eso lo que ando buscando, es eso lo que encontré una vez, incluso sin saberlo.
Con el paso de los años uno se hace exigente, pero a la vez parece pedir menos. Lo decía también hace unos meses en su casa  mi amigo, el Gato, frente a otras personas: - ¿Qué más quiere uno? ¿Qué más le pide uno a la vida? Si este güevón fuera una mujer me enamoraría de él.

jueves, 31 de mayo de 2012

La Gran Ovulación

No sé exactamente cómo llegamos a llamar Gran Ovulación de los 25 a ese momento en el que la mujer, por presión de sus pares y de la sociedad, siente una necesidad incontenible de convertirse - a como de lugar y cuanto antes - en una señora; en la cabeza de su propia familia.
En primer lugar, es necesario aclarar que la Gran Ovulación de los 25 puede llegar antes o después; pero los síntomas son iguales: La mujer empieza a notar que sus amigas se emparejan, que tienen novios con los que van a casarse, que por deseo o accidente empiezan a tener hijos, que tal vez el metabolismo ya no les funciona de la misma manera y les cuesta más trabajo perder esos kilos que antes se iban fácilmente; empieza a sentir que una vez culminados sus propósitos académicos hay que buscar una nueva empresa y esa empresa es - por supuesto - un hogar. Si la mujer que atraviesa por la Gran Ovulación no está emparejada, empieza a salir con el afán de conocer al hombre que tenga el potencial de convertirse en su socio, su compañero y su cómplice reproductor. Si está emparejada y la relación está madura, empezará a presionar consciente o inconscientemente a su pareja para que la relación pase a otro nivel; ya sea vivir juntos, casarse o algún equivalente.
Muchas bonitas relaciones sucumben ante la Gran Ovulación por un problema de destiempo: Resulta que el hombre no está preparado y es el momento de separarse.
Creo firmemente que - al igual que en cualquier ciclo hormonal - cuando pasa la Gran Ovulación la mujer se siente libre de presiones y empieza a notar sus ventajas frente a las mujeres que ya tienen un esposo, unos hijos y un montón de obligaciones a las cuales ella - por fortuna o mala suerte - ha escapado o al menos ha logrado posponer.
Es por eso que le digo yo a Diana que se relaje, que aunque no tenga síntomas evidentes de la proximidad de su Gran Ovulación, va a notar con el paso del tiempo que una mujer de 30 es más joven que una de 25. Es decir, que una mujer que logra escapar sin esposo y sin hijos de la Gran Ovulación, tiene asegurada una segunda adolescencia y diversión para rato.

domingo, 27 de mayo de 2012

Domingo

Cúrame el domingo, amor; quítamelo de encima. Invítame a la cama para hablar barbaridades, hazme olvidar de la tarde que está cayendo, de esta estúpida tristeza semanal. Limpiemos la nevera, lavemos la ducha, planchemos la ropa, escribamos juntos oyendo música o hagamos cualquier cosa que haga que este sea un día corriente; un miércoles cualquiera, un jueves anodino.
Cúrame el domingo, amor (tú que sí puedes); porque yo lo he intentado todo y nada ha dado resultado: el ejercicio, la lectura, la meditación, el almuerzo familiar, la guitarra, los discos, el vino, la llamada a un amigo.
Cúrame el domingo, amor, quítamelo de encima, quítame la pena, quítame la memoria, quítame la ropa y sudemos juntos un rato, abrázame después mientras me quedo dormido. Cúrame el domingo - amor - facilítame la muerte y yo a cambio te aseguro que mañana - como es costumbre - voy a ser un hombre nuevo.

jueves, 24 de mayo de 2012

Canciones Heredadas

Me gusta la gente que recomienda música. Y me gusta sobre todo porque es gente desprendida que quiere compartir sus placeres con los demás. Atrás quedó el comportamiento adolescente que lo llevaba a uno a sentir celos posesivos por aquel artista al que le profesaba afecto o por esa versión rarísima de la canción amada. ¿Qué más da si uno recomienda una canción a alguien y ese alguien se adueña de la canción hasta hacerla suya? A menos que sea uno el compositor o el protagonista de la canción (casos en los que tampoco es dueño de ella) no se tiene derecho a reclamar nada. Las canciones son de quien las usa, de quien las ama, no de quien cree haberlas descubierto y reclama - por ese simple hecho - algún tipo de reconocimiento. Todos recibimos una recomendación de alguien. Todas las canciones son heredadas.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Comentarios Inútiles 33

1. Mis comentarios inútiles eran una forma de conversar con Ana. Antes tenía al menos dos ediciones al mes, pero probablemente el aumento en las conversaciones con personajes como Ana y Carolina hacen que verbalice los comentarios inútiles y termine olvidando mi edición periódica de pensamientos sin sentido.
2. Creo que ya desechamos la idea de comprar una porción de un municipio grande de Colombia y formar allá nuestra república independiente; esa república donde se obligaría a los niños a estudiar y donde se cobraría un impuesto a la obesidad injustificada. Creo que ya nos volvimos más laxos de pensamiento, palabra y obra. Con las omisiones sí hemos sido laxos siempre.
3. Ella se tomaba el segundo café mientras yo abordaba la tarea de atender el tercero y tratar de no entrar en esa especie de hipomanía de la cafeína que me pone a pensar rápido y a hablar aceleradamente de muchos temas. Llegamos a una conclusión y es que es mucho más complicado dar voz propia a un personaje masculino escrito por una mujer que al personaje de una mujer escrito por un hombre. Sí, la hipótesis es rebatible pero es que a ambos nos pasa: uno lee al personaje central masculino de un relato que sabe que ha escrito una mujer y se le dificulta sacarse la idea de esa mujer de la cabeza. Vaya uno a saber si eso es o no es sexista. Me gusta la gente que lee y más me gusta la gente que escribe.
4. Ya dejé de pensar que los tipos que ven fútbol son unos pendejos. Ahora pienso que los tipos que ven fútbol me dejan sin tema y eso es más fiel a la verdad. Hace un par de meses salí con tres amigos brillantes a jugar billar. El fútbol ocupó el 90% de la conversación así que durante todo ese tiempo yo me concentraba en jugar mal. Cuando me siento con tipos que solo hablan de fútbol me pasa como cuando uno sale con abogados que solo hablan de derecho, con médicos que solo hablan de medicina o con músicos que solo hablan de música: me aburro mortal e irremediablemente. Mis tres amigos futboleros y billaristas están casados . Ahí hay otra gran abismo temático.
5. Dentro de las investigaciones posteriores a la catástrofe del Challenger, las comisiones investigadoras determinaron que la explosión no afectó la cabina que transportaba a los tripulantes y que se desintegro después de precipitarse al mar desde una altura de 15.240 metros. La caída duró poco más de tres minutos y varios de los investigadores aseguraban que era prácticamente imposible que los tripulantes hubieran estado conscientes al momento del impacto. Sin embargo, algunas grabaciones indican que se ayudaron mutuamente en el proceso de ponerse las máscaras de oxígeno. Esa - para mí - podría ser la definición del sustantivo angustia.
6. Los astronautas no tenían equipo de eyección ni paracaídas. La probabilidad de que ocurriera un accidente catastrófico era de una entre 438. Eso me lo contó Wikipedia. Gracias Wikipedia.
7. Y se casó Mark Zuckerberg, ¿no? Y me dio a mí por decir en Twitter que dejaran de criticar a la esposa de Zuckerberg por fea, que él vería lo que hacía, que era muy básico pensar que por ser un multimillonario Zuckerberg debería casarse con una supermodelo y que uno lo que debería hacer era buscar una mujer buena, sin importar si era fea o bonita. Claro y ahí me cayeron a mí a decirme que eso también era un prejuicio, que decir "mujer buena" era como decir "gente de bien", así que tuve que establecer el concepto de mujer buena y afirmar que una mujer buena no tiene que ser necesariamente una santurrona y que la mujer buena es más bien una buena socia, sin importar si es la más puta; y ahí sí todos contentos, incluyendo a Zuckerberg con su esposa de rasgos asiáticos que a mí - la verdad sea dicha - no me parece fea. 
8. Lo bueno del paso de Falcao por Colombia con el Atlético es que les salió competencia a los hinchas criollos del Barcelona y del Real Madrid. Necesitamos que algún otro colombiano la logre en la Madre Patria para armar una buena liga de hinchas colombianos del fútbol español; porque por aquí ya no quedan apasionados seguidores del glorioso Valladolid que tuvo al Pibe Valderrama, a Leonel Álvarez, a René Higuita y a sus gloriosos bigotes que ahora han caído en desuso entre los furbolistas.
9. Sí, a mí sí me gustó el fútbol en algún momento de la vida, pero me rompió el corazón y ahora me dedico a hablar mal de él como ex-pareja resentida. Fútbol hijueputa.

martes, 22 de mayo de 2012

Pálida

Es que a ti te gustan casi anémicas - solía decirme con risa. Pálidas, desnutridas como Fiona Apple - complementaba. Vaya uno a saber de dónde saca ese tipo de debilidades. Hoy me di una vuelta por la Donación Botero y volví a preguntarme de dónde esa debilidad, por qué razón esa preferencia estética por la mujer pálida. 
Pensé en los videos de Robert Palmer, en clásicos como Simply Irresistible y Addicted to Love. Leyendo un poco más acerca de Palmer encontré que estos videos fueron inspirados por un ilustrador y artista llamado Patrick Nagel, quien además de hacer una larga carrera como ilustrador en Playboy y de trabajar en anuncios publicitarios y de moda, diseñó la portada del álbum Rio de Duran Duran.
Según leí, la influencia de Nagel sobre la moda y la estética de los años ochenta, (e indirectamente sobre el uso de herramientas digitales como Photoshop en la actualidad) es ampliamente valorada. Yo no tenía idea de su existencia. No sabía cómo se llamaba o por qué era tan importante. No sabía tampoco que había muerto de un fulminante paro cardiaco a los 38 años; no sabía que probablemente mi debilidad por esas pieles que parecen no haber sido tocadas nunca por el sol pudo estar decididamente impulsada - de forma indirecta pero determinante - por su obra.
Pálida. Así me gustas.

domingo, 13 de mayo de 2012

A Merced

No sé si estarás - como yo - tirada sobre la cama mirando hacia el vacío, si lo haces a menudo; si esperas tener la fortuna de encontrar a alguien con quien puedas mirar hacia ninguna parte en silencio y sentir que eso que tienes ahí es un hogar, tal como lo define el corazón y no el diccionario.
No sé si a veces cierras los ojos como yo y esperas que la cama se deshaga, si también sientes que tu habitación se va llenando lentamente de agua y al abrir los ojos flotas boca arriba atrapada en medio de un naufragio helado sin nadie que pueda rescatarte o al menos escuchar tus gritos bajo el agua. 
No sé si las tardes de domingo se te hacen trágicas, tal como se hace trágico querer encontrar personajes maravillosos detrás de los ojos de la gente común; si lamentas un poco que tu cafetera sea generosa y siempre haya más café del que necesitan una persona y su gato. No sé si te llenas de preguntas que no quieres hacerte a solas, que quieres compartir con el mundo o con un hombre curioso y dispuesto a aventurar respuestas inverosímiles.
Mirá que el amor es lo que más se parece a la sensación de flotar, a la gravedad cero, a la iluminación que no podrás compartir con nadie porque deshacerse en partículas perfectas - horas perfectas, días perfectos - es una experiencia individual e intransferible.
Podría poner mi curiosidad en palabras, pero me tomaría décadas y los años se hacen cada vez más veloces y vamos perdiéndonos así la oportunidad de encontrar la felicidad en momentos como este.
No sé si estarás - como yo - tirada sobre la cama mirando al vacío; pero si estuvieras aquí probablemente estarías dormida mientras yo le doy vueltas a los mismos pensamientos de siempre, hasta que un día... un buen día me voy a elevar sin que la gente lo note (ni siquiera tú porque estarás dormida) y voy a despegarme del mundo y sus ataduras tontas; y desearé compartir esa experiencia contigo pero será muy tarde; me estaré deshaciendo en átomos felices y al despertar y encontrar mi espacio vacío te preguntarás entre curiosa y desilusionada qué carajo sucedió conmigo.

domingo, 6 de mayo de 2012

Errante

Es que no hay nada como el ron. Tal vez terminé aquí porque es mi bebida favorita. He oído comentarios de leyenda acerca del tabaco en La Habana, del café negro, pero vine por el ron. O esa es mi excusa, porque probablemente tuve que venir hasta acá para darme cuenta de que tengo que dejar de huir. ¿Por qué La Habana? No lo tengo claro. ¿Acaso tú sí lo sabes? Me aventuraría a creer que también huyes de algo o de alguien, porque uno no viaja solo así por que sí. Uno no agarra maletas un día y decide venir a La Habana sin hotel, sin un plan concreto, sin mucho dinero, sin ayudas turísticas. Pienso visitar Matanzas, Guantánamo y Santiago, quisiera recorrer la isla pero no sé siquiera cómo voy a hacerlo. Esta es mi primera tarde y decidí venir hasta el puerto en una búsqueda silenciosa que emprendí cuando ella se fue de mi casa. Ficción - dirás - creerás tal vez que invento una historia que te parezca interesante para llevarte a mi hotel, pero la verdad es que estoy cansado de encontrar sexo buscando amor y después aburrirme mortalmente para huir sin dar explicaciones.
Perdona pero no tengo más vasos y pedóname también si no fumo contigo. Dejé de fumar para enseñarle a ella que era un mal hábito y sentiría que estoy traicionando algo.
La verdad es que sí quisiera llevarte a mi hotel, pero no voy a propiciarlo. Caminemos un rato por donde nos lleven los zapatos. La brisa es agradable y quisiera escuchar tu historia.

lunes, 16 de abril de 2012

My Valentine

Leí que gran parte del espíritu de los padres y los tíos de Paul McCartney estaba presente en Kisses on the Bottom. Leí que la lluvia le impidió salir del hotel el día que escribió My Valentine y que decidió bajar a tocar algunos acordes en el piano del lobby, que hizo de esa canción un regalo para su esposa.
Nunca crecemos realmente, nunca cambiamos; algo del espíritu adolescente se mantiene en nuestros corazones para siempre. A todos nos fascina la lluvia. Un poco de té, tal vez, la lectura del periódico en compañía, las ganas de desnudarse, de tocarse, de morderse, de decirse cosas bonitas cuando afuera llueve, de creer que eso es el amor y que es eterno, aunque dure apenas lo que duran unas semanas, lo que dura un torrencial aguacero en una tarde de domingo.

martes, 10 de abril de 2012

Sweet the Sting (otra historia de Jack y Molly)

Nunca se había dejado fotografiar desnuda. Molly era una celebridad (una celebridad radial, pero alguien reconocido al fin y al cabo) y sabía que en cualquier momento las imágenes de su cuerpo podrían terminar en manos de la persona equivocada. Ni siquiera su esposo guardaba más que instantáneas mentales del cuerpo de Molly, pero había algo en Jack que la hacía confiar.
Esa noche no deambularon por Nueva York como solían hacerlo. Esa noche se dedicaron a pedir champaña al cuarto del hotel y a sorprenderse mutuamente con música que esperaban que el otro desconociera y disfrutara después.
Ya conocía a Jack de años atrás, ya sabía como reaccionaba ante la adversidad y cómo respondía a sus ataques de rabia. Sabía que los años de más habían hecho de Jack un hombre comprensivo que era su amante y la acariciaba a veces con la ternura de un padre. 
Molly estaba desnuda boca abajo cuando Jack sacó la cámara y empezó a disparar sin pedir autorización. Lo aprobó con su sonrisa, dejó que le indicara qué hacer y luego posó con libertad a su antojo.
No habrán sido más de diez las imágenes tomadas ni más de cinco las que fueron conservadas. Los retoques digitales ayudaron a magnificar la belleza de Molly, la belleza a punto de una mujer que vive la segunda mitad de sus veintes, la belleza de una mujer tácitamente enamorada y tácitamente correspondida.
Habían pasado ya los años y el cuerpo de Molly McMillan no era el mismo. Pensó en esas imágenes mientras la ambulancia se movía en un esfuerzo inutil y desesperado por las siempre atascadas calles de Manhattan. Recordó la canción de Tori Amos que Jack repitió mil veces esa noche. Sabía que esas fotos eran un tesoro únicamente compartido por los dos. 
Tomó su mano izquierda aún sin dejar caer la primera lágrima; susurró al oído lo que Jack Baker había estado esperando oír durante años. La ambulancia se detuvo, la espera se hacía eterna.

miércoles, 4 de abril de 2012

Otro Beso


Portada del disco "A Propósito" de Babasónicos.
Digamos que es un texto que te debía, un asalto a la memoria o un recuerdo que aún no fabricamos. Esa sensación tranquila que nos deja el hablar claro nos lleva a un beso lento, a un beso en el que los labios recorren los labios y la lengua empuja la lengua de forma armoniosa, con cadencia, con una musicalidad implícita que no desconocemos. Aunque después vas a negarlo y dirás que siempre es mi iniciativa, atraes mi cuerpo hacia tu cuerpo y el beso y la caricia involucran ahora todos los músculos y todos los huesos. Los años dieron a mis manos naturalidad al desnudarte. Disfrutas la suavidad de tus piernas, libres de esas vellosidades que tanto te molestan. Ya sabes hacia dónde me dirijo cuando emprendo con mis labios la caminata descendente y entonces cierras los ojos y te pones cómoda; dejándome encarar con libertad ese otro beso. Y es como recorrer con curiosidad y parsimonia la boca de la mujer amada, dibujar los labios con los labios y explorar las comisuras con la lengua. Es un beso que dura eternidades, que dura lo que dura una noche de la infancia, que dura lo que duran los recuerdos adolescentes. Me premias con tus manos enredándose en mi pelo y con sonidos gratos que parecen involuntarios, que se hacen cada vez más continuos, potentes y explosivos.
Digamos que es un texto que te debía, un asalto a la memoria o un recuerdo que aún no fabricamos. Sé que los gatos están parados al otro lado de la puerta. En su sabiduría silenciosa no están seguros de lo que está pasando, pero lo sospechan.

sábado, 24 de marzo de 2012

Un Beso

Estoy sentado con el vaso de ron en la mano derecha. La conversación fluye y la empatía es genuina. Minutos antes de nos embarquemos en un beso largo y contemplativo - mientras su amiga va al baño - hago algún comentario ingenioso o digo alguna tontería y ella me da un beso en la mejilla. Yo sonrío y por debajo de la mano que sostiene el ron, paso la mano izquierda y recibo su mano derecha. Veo cómo mueve sus pies debajo de la mesa, retorciéndolos y llevándolos a una posición inverosímil, con la gracia que sólo tendría una adolescente en su uniforme de colegio. 
Pero son unos zapatos rojos de tacón y ya estamos grandes. Estoy sentado con un vaso de ron en la mano derecha. Me pregunto quién es ella, qué vino ella a hacer en mi vida o qué voy a hacer yo en la suya. Su amiga se disculpa por la ausencia y se va para el baño.

Heridas abiertas, preguntas sin respuesta

Llevo varios días pensando en asuntos relacionados con la muerte. ¿Por qué? Por dos razones sencillas:
1. Esta semana se conmemoró un aniversario más del asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa, candidato presidencial por la UP a la Presidencia de la República en 1990.
2. A mi tío Danilo (hermano medio de mi papá, artista plástico, carpintero, melómano inagotable, budista y una de las personas que más ha influido sobre mis creencias y forma de pensamiento como adulto) le fue diagnosticado un cáncer de próstata.
Yo ni sé qué pensar acerca de la muerte así como no sé siquiera que pensar acerca de la existencia de un dios. A través de la música, de la lectura y de las charlas con mis tíos budistas se me ha hecho más lógico que exista una especie de orden evolutivo y de aprendizaje en el cual las almas regresamos a la vida una y otra vez en distintas formas hasta alcanzar un grado de perfección. En ese orden de ideas, probablemente volveré a encontrarme en otro momento con mi tío y maestro cuando él se vaya; pero quisiera aprovecharlo al máximo mientras habitemos el mismo plano porque nunca se sabe, ¿no? Es solo un cáncer, a lo mejor me voy yo primero.
Y pensaba también en lo difícil que debe ser dejar atrás las heridas de algo tan espantoso como un asesinato. No sé si los padres de Bernado Jaramillo Ossa sigan vivos. Mi ex-suegro solía contarme que los veía muy a menudo por San Jorge y que lucían tristes, mucho más tristes de lo que puede lucir una persona en edad avanzada. Recordé también esta semana el infame asesinato de mi tío John y todas las hipótesis que se tejieron en mi familia alrededor de un crimen tan absurdo. Pensé en mi abuela Aceneth, en el dolor que carga en el corazón desde que un sicario acabó con la vida del menor de sus hijos.
Tengo 30 años y siete meses de edad. Ya he vivido más de lo que vivió mi tío John y sigo sintiendo que he hecho tan poco y tengo tanto por aprender. A veces quisiera poder dar consuelo a las personas que cargan heridas tan grandes o encontrar respuesta a estas preguntas que hacen que un sábado en la mañana esté escribiendo sobre la muerte en vez de hacer cosas más urgentes, como trapear el piso de la cocina y el baño.

viernes, 9 de marzo de 2012

Fin de Fiesta

Amigo lector, este post pierde la mitad del sentido si usted no está oyendo la canción. Considérese advertido.

Se reune una cantidad obscena de gente para celebrar alguna cosa. Un matrimonio, un cumpleaños, la fiesta de San Calígula o el buen resultado de una corrida de toros.
A esta hora en la que habitaulmente estoy terminando textos o componiendo canciones, la gente empieza a despedirse. Algunos ya se han besado en público y son los primeros objetos del rumor, incluso antes de que la fiesta se termine. Empiezan a comentar todos quién se fue con quién, quienes se abrazaron en la silla trasera del taxi o quiénes se fueron a comer juntos y es incluso probable que mañana se llamen entre sí a preguntar cómo terminó la noche.
Imagino qué se preguntará la gente mientras dormimos tranquilos recuperando las horas de sueño de una semana difícil y alcanzo a sentir un ligero asomo de rabia por encima del ya habitual importaculismo.
Yo veré con quién me monto al taxi - pienso - yo veré con quién me voy, yo decido con quién me acuesto, yo decido a quién le cuento y también qué tanto le cuento.
Me miro la mano y está la identificación del lugar visitado. Me la arranco antes de entrar a la ducha. Me limpio el cuerpo, me sacudo los comentarios hasta la próxima fiesta.

jueves, 1 de marzo de 2012

Una Mentira

Una Mentira by Gatoblanco on Grooveshark
No me queda de ti más que el video de una foto que te tomaste con Juliana en algún momento de la década del 90. Ahí está tu imagen, en una de las cintas de VHS que ya no tengo donde reproducir (no durará más de dos o tres segundos) y es probable que los hongos estén haciendo de las suyas con ella.
Esta mañana sonó tu canción en mi teléfono, esa que te compuse hace unos años y me impidió volver a soñar contigo. Me pregunté que habrá pasado, si reencarnaste en una niña de ojos claros en algún lugar de Europa, si nos visitas cada tanto y ya sabes que ahora mi mamá vive en el mismo conjunto residencial donde solía visitarte, si habitas un universo paralelo donde va la gente eternamente alegre como tú.