lunes, 31 de enero de 2011

Oh! The Rising Sun!

Podría haberme levantado más temprano o más tarde, pero durante los últimos días todo coincidía y lograba ver el amanecer mientras estaba en la ducha. El cielo pasaba lentamente de un azul oscuro a los hermosos tonos rojizos de inusuales amaneceres soleados en la ciudad de Bogotá, todo esto antes de salir del agua, afeitarme, lavarme los dientes, secarme el pelo y tratar de hacer con él algo raro. Llevo meses con la vocecilla interior hablándome en calma y a veces toma las canciones de George Harrison para hacerme entender mensajes que de otra manera no me serían tan claros. Es el sol saliendo por el oriente y mi vida comenzando todos los días, soy un alma eterna que ha ganado y ha perdido millones de veces y aprende de lo bueno y lo malo y se acerca vertiginosamente al final del Samsara. Es un privilegio todo esto, el agua caliente, la espuma del jabón en el pecho, poder ver el sol pintar amaneceres en la ventanita del baño.
Oh! The rising sun! Oh! The rising sun!

domingo, 30 de enero de 2011

Grafiti

"Empezó un tiempo diferente,
más sigiloso, más bello y
amenazante a la vez". - Graffiti
Julio Cortázar
Podemos prescindir de los celos, del deseo de posesión, de ese malsano dolor en el estómago que hace que 90 de cada 100 relaciones de pareja tengan un fuerte componente de tortura. Podemos sonreír cuando el otro sonríe, cuando la vida le obsequia cosas que se merece, viajes fantásticos, aplausos multiplicados por decenas de miles, canciones maravillosas, prosa poética, buena compañía, sol en la piel. Podemos contemplarnos con dulzura a la distancia, espiar las fotos que hay en la red mundial de información, coquetear con sutileza y elegancia, desarrollar códigos que sólo nosotros dos entendamos. A veces la vida nos regala el espacio para hablar un poco, para besarnos despacio, para mirarnos a los ojos en una deliciosa contemplación intemporal, para sonreír mientras nos pasamos los dedos con delicadeza sobre las orejas o sobre los labios del otro, para combatir la cefalea con palabras de cariño. Es ése el tipo de amor tranquilo que he perseguido toda mi vida. No es necesario hipotetizar, imaginar cómo sería todo si la situación fuera distinta. A veces la imposibilidad es sinónimo de perfección. Como tirarnos piedrecillas en el río, como hablar por medio de grafitis callejeros como lo hacían en aquel cuento de Cortázar.

jueves, 27 de enero de 2011

Ordinary World

¿Cuántas pastas de neosaldina podré tomarme sin arriesgarme a sufrir una intoxicación? ¿Cuánto será suficiente para acabar con este dolor de cabeza? Ha llovido mucho y ya tengo plan para esta noche de jueves: Llegar a empacar los libros y los discos que me faltan para continuar mi peregrinación. Ojalá esté solo en el apartamento para poner una y otra vez ese CD con exitazos noventeros sin tener que explicar nada a nadie. Cuando la casa está desocupada se escucha mejor el espacio, la reverberación infinita de la guitarra en Ordinary World. Ya no lloro por el pasado porque puedo recuperarlo en cualquier momento sólo con aumentar la potencia de mi equipo de sonido y esta noche voy a transportarme a 1993. Allá afuera hay un mundo corriente, una vida normal, un poco de tranquilidad que me espera cuando logre desapegarme del orgullo, del ego, de los planes no realizados, de los recuerdos más dulces. Voy a empezar a buscar ese mundo activamente desde esta misma noche.
Adoro el sonido de esa guitarra, la distorsión al máximo, el delay eterno. No es enero de 2011, es abril de 1993 y estoy en la terraza de esa casona grande de Chipre mirando las estrellas.

miércoles, 26 de enero de 2011

Olor a infancia

Pasaban corriendo con el uniforme del jardín lleno de mugre, con la lonchera en la mano o un maletincito en la espalda, oliendo a infancia, a regueros de jugo, a pintura no tóxica, a colbón. Casi siempre paraban junto a mi mesa y me saludaban antes de montarse al carro que las llevaba de vuelta a casa, me daban un beso en la mejilla y con un "Hola Juan" o un "Chao Juan" lograban que mis amigas universitarias se derritieran de ternura. "Están gigantes", les decía yo a mis amigas.
¿Y cómo no verlas enormes si yo las recordaba como un par de mamíferos rosaditos envueltos en prendas de lana en una habitación del Hospital Universitario de Caldas? Ese día mi mamá y mi papá habían salido temprano. Hay una foto en la que a ella, en la puerta de la casa, se le nota el nerviosismo propio de quien sabe que va a someterse a una anestesia general y tiene una barriga enorme y cara de niña muy a pesar de sus 31 años. Poco antes del medio día alguien fue a recogernos a la casa a Manuel y a mí. Llegamos hasta el hospital y nos dijeron que mi mamá estaba bien y nos asomamos hasta el cuarto donde estaban ellas dos.
Aprendimos a cargarlas, a darles tetero, a hacerlas reír, a gatear con ellas, a enseñarles bisílabos y monosílabos, a caminar tras ellas cuando ya era el momento, a aplaudir sus ocurrencias y sus canciones improvisadas, a tenerles paciencia cuando lloraban más de la cuenta o cuando pasaban del juego a la pelea.
Aprendí a verlas crecer de lejos cuando llegó la hora y tuve que irme de casa, a aceptar que ya no eran mis hermanitas sino mis hermanas, a lidiar con los celos de llegar y verlas de la mano de un hombre; pero no aprendo todavía a lidiar con estas ganas esporádicas que siento de darles una abrazo estando tan lejos.
Con Manuel nunca me sentí como un hermano mayor, nunca creí poder enseñarle nada, siempre fui su par. Con ellas me sentí grande, protector, comprometido, celoso, serio.
Los años han pasado y todo ha sido un abrir y cerrar de ojos. La distancia que una vez nos dio la diferencia de edad se está borrando a paso acelerado y ahora podemos sentarnos los cuatro a hablar de cualquier cosa y tomarnos una cerveza, como si viniéramos viajando todos juntos desde otras vidas, como si fuésemos Cástor, Póllux, Clitemnestra y Helena.
"Vimos a tus hermanas - dicen mis amigas de la universidad - y están enormes". Ya no las veo tan grandes, creo yo. Ya no me siento tan adulto, tan hermano mayor. Tengo la impresión de que uno de estos días voy a pasar por su lado con una lonchera en la mano o un maletincito en la espalda y con un beso en la mejilla y un "Hola Paula" o un "Hola Luisa" lograré que sus amigas se derritan de ternura, así como hoy me estoy derritiendo yo de amor y nostalgia por ellas.

martes, 25 de enero de 2011

Cosmic Girl

Comienza junio. Hace calor y te veo por cuarta vez en mi vida. Puedo cerrar los ojos y recordar la desnudez que guardas bajo ese bonito vestido a rayas. Me siento a charlar un poco con tu mejor amiga y nos agradamos mutuamente. No entiendes qué carajo dice la canción que está sonando, pero la bailas mejor que cualquiera de los asistentes a esta fiesta improvisada. Comienzo a elevarme y ya no estoy en un piso número 15, voy cada vez más y más alto hasta sobrepasar los límites estratosféricos. Vos sos lo único que tengo enfrente, vos y esos ojitos multicolores que me mandan mensajes que nunca antes en la vida había recibido. Nos importó un pepino besarnos en la sala frente a todos. Hoy dormiremos en cualquier colchón. Si cada vez que nos encontremos vamos a pasar la noche juntos esto va a estar emocionante y complicado.
Un amigo me preguntó alguna vez si tenía una chica cósmica. Lo llamaré a contarle que la conocí apenas esta noche.

Too late for a tie, too early for a cigarette

4:30 am. Una hora y media después de despertar no me he podido volver a dormir. Salgo a la sala a terminar un trabajo inconcluso. Escribo sobre The Beatles, Barack Obama, Yuri Gagarin, la Guerra Fría y otros eventos memorables de 1961. Melchor y Úrsula me miran desde el tapete. Supongo que es demasiado tarde como para estar despierto aún y demasiado temprano como para no volver a la cama. Miro hacia el balcón y en el edificio del frente un tipo se fuma un cigarrillo y mira fijamente hacia mi casa. Tiene una camisa blanca, un pantalón negro y una corbata cuyo color no alcanzo a distinguir. Se preguntará qué hago despierto a esta hora y yo me pregunto lo mismo. Si no te has acostado es muy tarde para una corbata, si te acabas de levantar es demasiado temprano para un cigarrillo.
Elaine: - I'll never understand people.
Jerry: - They're the worst!

lunes, 24 de enero de 2011

Te quiero, pero estás tan gorda...

Hoy me escribió una amiga para consultarme dónde podría conseguir una copia en disco compacto del álbum Doble Vida de Soda Stereo. La consulta me sorprendió, pero sobre todo me puso a pensar en varias cosas mientras terminaba el cafecito de la media tarde:
1. Es cada vez más difícil que una persona se tome la molestia de buscar una copia en disco compacto de un álbum en particular. En un mundo en el que la industria discográfica pierde cada vez más millones de dólares año tras año, en el que no es necesaria más que una conexión a Internet para escuchar casi cualquier canción en cualquier momento y en el que el mercado de los discos halla su refugio en las publicación de compilados; es raro que alguien manifieste ese interés particular por encontrar una obra concebida dentro de la lógica del disco de larga duración. Ella quiere regalarle a su chico una copia de ese discazo de Soda y muy seguramente él se lo agradecerá por siempre, más cuando conseguir ese CD se haga definitivamente imposible.
2. Muchas personas tienden a convertir el rock en una vaina innecesariamente solemne. Hay que recordar que el rock and roll nació de la diversión, de la irreverencia, que las letras de Tutti Frutti o Rock Around the Clock no necesariamente se convirtieron en aportes invaluables al acerbo de la lengua inglesa, que a veces es más divertido escuchar a Los Toreros Muertos que a Mago de Oz (bueno, yo cambiaría el a veces por un siempre), que por más que haya buscado impulsar causas solemnes el rock debe ser, en primer lugar, divertido.
3. En ese orden de ideas casi cualquier fanático de Soda Stereo tenderá a encumbrar Canción Animal, Dynamo o Signos como el vellocino de oro del trío, subestimando a veces los deliciosos sonidos pop de Sueño Stereo o las letras despreocupadas de Soda Stereo o Nada Personal.
Y ahora viene mi conclusión de la tarde: Soda Stereo es una tontería deliciosa, es un disco que debe disfrutarse con el desenfado con el que necesitábamos todos ver el mundo en 1984.
Sí, es probable que frases como ¨Te quiero pero estás tan gorda¨, ¨¿Por qué no puedo ser del jet Set?¨o ¨Mi novia tiene bíceps¨ no sean aquellas con las que vayamos a recordar a Cerati cuando finalmente deje este mundo, pero lo que sí es cierto es que son un retrato de las preocupaciones propias de una sociedad y de una década en la que el dinero parecía brotar por todas partes y en la que lo importante era lucir bien y estar de fiesta.
¡Caviar, champán y un solo de saxo sensual! No me arrepiento en absoluto de haber pagado $50.000 en enero del año 2000 por mi copia en disco compacto de ¨Soda Stereo¨.

miércoles, 19 de enero de 2011

Signos

Signos: Mi parte insegura.
¿Qué sientes cuando alguien te habla del hogar? ¿Cuando alguien te menciona la infancia? ¿Hay un lugar que te haga sentir seguro, que te haga sentir protegido y tranquilo? Parece que durante años mi lugar han sido los laberintos, las incertidumbres, las preguntas, los acertijos. 
Al amanecer del domingo de la semana pasada, mientras Mauricio y Charlyz preparaban más bebidas, me metí al fondo del jacuzzi a dejar que pasaran los segundos, a buscar esa sensación uterina que perdí hace casi 30 años. Las ventosas que se llevan el agua se me prendieron de la espalda, aguanté la respiración como cuando era niño y esperaba hasta estar casi mareado para salir del agua, quise tener la sensación de hogar que me ha sido esquiva, la perseguí a través de una meditación rápida, pedí ayuda a los lamas, a Ganesha, a Dios, sentía el calor del agua como una pequeña muerte. Vi mi balón de cuero que olía a betún, me senté de nuevo en la moto plástica, tomé otra vez entre mis manos la pequeña guitarra que me trajeron de Chiquinquirá, tuve todas esas visiones de hogar para terminar en esa salita de música que tenían en la casa de mi abuela Cecilia en la calle 26 con carrera 19. Todo era reverberación, todo delay, todo espacio, todo ambiente. Esa era mi casa, el boom del rock en tu idioma, más confusión, más laberintos, el sonido de la aguja tocando el acetato, el brillo de las luces del ecualizador en el equipo de sonido. No hay un modo, no hay un punto exacto. Ahí estaba mi sensación uterina, sería una noche del 86 o el 87.
Mauricio y Charlyz regresaron al jacuzzi y estuvieron a punto de parárseme encima.

martes, 18 de enero de 2011

Free as a bird

Mi nombre es Juan Sebastián Naranjo Ramírez. Tengo 29 años de los cuales he dedicado 18 a escribir y 12 a hacer música. Tengo tantos nombres y sobrenombres como avatares tiene Krishna y a todos ellos respondo de igual manera, porque casi todos esos nombres corresponden a las distintas personas que me conocen y me quieren: Cosmo, Juan Gato,  Gato, Gatico, Juancho, Juanito, Juanse, Sebas, Sebitas, Sebastardo, Naranjo, Naranjales, Carequeso, Donkey, DaKitten, Chiqui. Siempre he sido pequeño y siempre he sido feliz. Siempre me he considerado un tipo inteligente y siempre he sido muy cariñoso. Guitarrista autodidacta, cantante promedio, angloparlante gracias a los profesores del LANS y a los discos de The Beatles. Profesor de guitarra, canto e inglés. Redactor, editor, corrector de estilo, traductor, locutor y realizador de videos institucionales.
Hoy te vi salir por esa puerta después de darte un par de abrazos y no necesité más despedidas. Hoy soy yo, sin ti, y sin ti estoy completo y me hace feliz estar completo a solas. Tengo el camino por delante, el mundo a mis pies, el corazón sereno, la cabeza enfocada, las manos dispuestas. Hoy soy yo, sin ti, y sin ti estoy completo. Te quiero, te voy a querer siempre, pero ya no te necesito. Es la noche del martes 18 de enero del año 2011. Mañana habrá luna llena. Hace mucho tiempo no me sentía tan limpio, tan tranquilo, tan libre, tan perdidamente enamorado de mí mismo.

lunes, 17 de enero de 2011

No Existes

"No es que me ponga más serio, pero si quiero borrarte de mi memoria pienso, como un mantra, y repito No existes, No existes".
Gustavo Cerati - Lima - 1987


Nunca me gustó la música de Johnny Rivera. Nunca. Cuando lo escuché por primera vez sentía que era un tipo sin fuerza en la voz, con una afinación propia que sólo funcionaba en su cabeza y con canciones que rayaban en lo obvio de tal manera que se hacían risibles para mí. Un día lo vi en una entrevista en CM&. Hablaba constantemente de una "decepción amorosa" que lo había llevado a hacer música, de un hecho tan devastador que había cambiado su vida para siempre y que lo había forzado a buscar refugio en la composición y el canto, herramientas de desahogo que, evidentemente, no dominaba. Mi imagen de Rivera cambió. Empecé a respetarlo como músico y como ser humano, aún cuando no disfruto de la música que hace.
Uno puede estar expuesto al desamor fácilmente, pero sólo se decepciona cuando pone la carne sobre el asador, cuando entrega el corazón desnudito y entero, cuando le da a la otra persona el poder de destruirlo a uno y esa persona, efectivamente, lo hace. ¿Es un error? No creo. Así hay que querer, cuando se está listo y dispuesto. No es la primera vez que siento este dolor punzante en el estómago, no es la primera vez que siento celos o rabia, no es la primera vez que siento que estás terriblemente equivocada, pero sí es la primera y por ende la última vez que tú me decepcionas, la primera y última vez que te desmoronas frente a mí y te pierdo el respeto. Me pasó un par de veces en el pasado, hace ya muchos años y ya conozco mi reacción y las opciones viables a futuro. Por supuesto que ahí está la amistad y el cariño como camino, como vía, pero creo que justo en este momento no tolero tenerte tan cerca. Gracias por decepcionarme. No hay una manera más efectiva de facilitar el olvido.

viernes, 14 de enero de 2011

Floricultura en la segunda década del siglo XXI (Una aproximación de poco rigor teórico)

"No sé, Juan. No sé qué es lo que no me gusta de ella. Tiene algo en la mirada. Cuando habla mira siempre para otra parte. Es una mujer que demanda y demanda pero a cambio no da sino belleza. Como una flor."

"Sembré una flor sin querer..."
Desde el momento en que mi papá compró su primer carro, habiendo pasado ya los 30 años, nos exponía a su música en cualquier viaje. Manuel y yo éramos niños y mi mamá jamás en la vida se había puesto detrás del volante. Si el dueño del carro conduce, el dueño del carro pone la música, así que cargábamos dentro del carro una cajita con cintas variadas, que tenían tangos, boleros, rancheras, baladas y cierta música infantil que Manuel y yo empezamos a desechar desde mucho antes de terminar la infancia.
Mi tío Danilo tenía un local en Santágueda llamado El Triángulo, que le había dejado mi abuelo al morir. Antes de la popularización de la fonda, antes de los malos manejos, antes de que el dinero empezara a escasear, El Triángulo era el lugar para ir a bailar si estabas pasando el fin de semana en alguna finca o alguno de los conjuntos privados y en ese ambiente caluroso y bohemio mi hermano y yo aprendimos a escuchar cosas que otros no podían o no tenían que escuchar.
Mi tío tenía en El Triángulo dos paredes llenas de elepés, y cuando la gente se iba o cuando apenas pasaba el medio día ponía la música que a él le gustaba. Si el dueño del local está, el dueño del local pone la música y tiene dos paredes repletas para escoger lo que él quiera.
A nosotros nos tocó el Land Rover y las incómodas camionetas viejas, a las gemelas los Renault nuevos que mi papá sacaba del concesionario de forma casi compulsiva. Cuando me metí de lleno en la salsa y el rock and roll, cargaba mi walkman para no escuchar la música que ya no lograban imponerme los mayores y hacer así un poco más soportable el calor de Santágueda, que en aquellos años empecé a detestar. 
"Mis amigos me dijeron: Ya no riegues esa flor.
Esa flor ya no retoña. Tiene muerto el corazón."
Terminó la adolescencia, me fui de Manizales, la línea capilar empezó a retroceder, aparecieron las primeras canas en mi cabellera negra, me salió bigote, olvidé el periodismo y me autodenominé músico y escritor.
Hace unos días le pregunté a mi papá cómo se llamaba esa canción que hablaba de un tipo que tenía una flor y la regaba y la regaba y la flor no retoñaba. ¿Por qué? Porque darse totazos contra el mundo, invertir amor y energía en proyectos que fracasan, todo eso hace parte de volverse un adulto y es ahí cuando uno regresa a la música de sus padres.
Muy probablemente ahora que llegue a los 30 entraré en una nueva adolescencia y hasta me dará por comprar un carro e imponer mi música a los pasajeros. Supongo que en el iPod que lleve en el vehículo también habrá algunos megabytes para Pedro Infante. No dejaré de llevar gérberas y lirios a mi casa, pero es poco probable que vuelva a regar con mis lágrimas flores que no retoñan.



jueves, 13 de enero de 2011

Lágrimas Negras

"Y lloro sin que sepas que el
llanto mío tiene lágrimas negras"
Es como si estuviéramos en uno de esos duelos de reality show. ¿Qué arma eliges? El silencio. Lo malo del silencio es que hay momentos en los que hay que llorar a solas, calladito, sin que nadie lo note. Y los amigos preguntan: ¿Cómo estás? Y uno dice: Bien, todo bien. Y es cierto que el año me tiene un montón de cosas en el camino, un montón de planes, de logros y de personas que me están haciendo señas y sólo tengo que dar unos pasitos adelante. Pero como un busto de Jano, como la mujer de Lot, hay algo que cada tanto me invita a mirar atrás. Ya se me pasará. Seguimos caminando en silencio. ¡Shhhhhh!

martes, 11 de enero de 2011

11-1-11

"I've got a feeling, a feeling I can't hide"
Para Manuel Naranjo

Llevaba años sin esta sensación en la tripa, hermano, sin esta certeza visceral de que todas las cosas están en el lugar indicado, de que todos y todas se van y vienen cuando es justo y necesario y que todas las decisiones tomadas son las correctas. Hace varios años ya que no sentía que la música y las palabras se me derramaran por los poros, se me deslizaran de los dedos y de los labios en la ducha, en la calle, en cualquier parte. Tengo el presentimiento cada vez menos sutil de que tantos años de esfuerzo tienen ya la recompensa a la vuelta de la esquina. Atrás se quedarán los que se rindieron, los que tiraron la toalla, las que dejaron de creer y tomaron otro rumbo a mitad de camino.
Llevaba años sin esta sensación en la tripa, Manolo, sin esta sonrisa en el alma todas las mañanas, sin esta sensación de caminar por el aire aún cuando todo alrededor parece tratarme como no se debe. Parece que los astros son favorables, parece que los números son favorables, parece que la baraja española, parece que el tarot, parece que el chocolate y las cartas de los ángeles, parece que las runas y el I-Ching, parece que el sol naciente y el viento a mi favor.
El gato descansa tranquilo en la cama sabiendo que los dioses velan por él.
Todo el mundo ha tenido años malos, todo el mundo se ha divertido, todo el mundo ha visto el brillo del sol, todo el mundo ha pasado un cumpleaños olvidable.
Tengo un presentimiento y no puedo ocultarlo.
¡Felices 26 hermano!

lunes, 10 de enero de 2011

Mi Casa

Es la casa de mi mamá y es la tarde de un lunes festivo. Este es el computador de mi hermana y yo le estoy robando un valioso tiempo de conversación con su novio en España. Es Manizales y comienza el año 2011. Es la tarde de ese lunes festivo, que es como un domingo aumentado, como un miserable domingo aumentado. ¿Es mi casa? ¿O es acaso mi casa esa habitación donde tengo mi cama, mis libros, mis guitarras y mis discos? Estoy perdido, no tengo un hogar, parezco ese verso de Sur o no Sur en el que Kevin Johansenn dice: "Quisiera quedarme aquí en mi casa, pero ya no sé cuál es". Antes mi casa era el cuerpo de la mujer que amaba, cualquier lugar donde estuviéramos juntos, o mi casa podía ser la habitación de mi hermano escuchando mis tonterías un domingo en la noche. ¿Dónde está mi casa? ¿Dónde podré despertarme de nuevo en la mañana y no tener esa sensación horrible de estar siempre de visita?

domingo, 9 de enero de 2011

La Paul Reed Smith

¿Dónde estará la Paul Reed Smith? ¿Estará esperando en algún estuche duro que las manos de Barakus vuelvan a afinarla, que las manos de Gustavo vuelvan a tocarla? ¿Estará colgada en uno de esos ganchos de almacén musical volviéndose una pieza de museo, esperando ser entregada a un Hard Rock Café como parte de la memorabilia que el rock nos va dejando cada tanto? ¿Dónde estará la Paul Reed Smith? ¿Sabrá lo que hizo en Canción Animal y en Dynamo? ¿Sabrá que sin las manos y el genio de Gustavo es sólo un pedazo de madera sin alma?

Dios Guardián Cristalino de guitarras
que ahora
más tristes
penden y esperan
de tus manos la palabra
Precipitándome a lo insondable
tus caricias me despiertan a la vez
en un mundo diferente al de recién...
Tu luz es muy fuerte
es iridiscente y altamente psicodélica
Te encuentro cuando el sol abre una hendija
que genera notas sobre la pared sombreada
Y suena tu música en la pantalla
sos el ángel inquieto que sobrevuela
la ciudad de la furia
Comprendemos todo
tu voz nos advierte la verdad
Tu voz más linda que nunca

Luis Alberto Spinetta

viernes, 7 de enero de 2011

Cover Me!


Agarré la guitarra relativamente tarde. Creo que tendría unos 15 años cuando empecé a tocar versiones toscas de las canciones que más disfrutaba.
Hoy me encontré este video en YouTube. Qué bonito es que ahora alguien esté haciendo su propia versión de una canción mía. La vida te aprieta por aquí y te premia por allá.



Corazón - Versión William



Corazón - Gatoblanco

No necesito verte (Para saberlo)

Santiago Mejía llegó hasta mi casa con cara de tragedia. Hablamos de cualquier cosa. Minutos más tarde llegó Juan Pablo Ríos con Valentina y se sentaron; ella con cara de solemnidad y él muerto de risa como siempre. Me acomodaron en una silla como si fuera una intervención por drogas y nos quedamos en silencio hasta que Juan Pablo soltó la frase: "Anoche la vimos, en la Santander, de la mano con un man. Es un peludo que vive allí abajo. Yo lo conozco. Es más marigüanero que un putas." 
"¡Ah, Manizales!", pensé yo. Más se tarda una hoja en caer al suelo que toda la gente en salir a contarle al dueño del árbol. 
"Ya lo sabía", pensé sin decirlo en voz alta.
- "Parce ¿y entonces?", dijo Juan Pablo.
- "¿Y entonces qué?", dije yo.
- "¿Y entonces que va a hacer?"
Pues nada. Que se vaya. Yo ya me conozco el final de esa historia. Ya me lo conocía en 1999 y me lo conozco ahora cuando la vida trata de repetirme la lección a ver si saco conclusiones nuevas. Que se vaya, que yo también me voy. Me voy tranquilo y con la frente en alto por haberlo hecho casi todo de forma correcta. Que se vaya, que aprenda por su propia cuenta las lecciones que la vida necesita darle, que caiga, que se levante, que reciba los golpes y se haga fuerte. Nada logra sorprenderme. Esta frente cada vez más amplia y estas canitas al lado izquierdo de mi cabeza no salieron de la noche a la mañana.




Sé que estarás cruzando la ruta de la libertad
Entre las fieras andas segura, tan profunda, tan casual
Buscando amar a un hombre encerrado en la tempestad
No necesito verte, para saberlo
Soy el cautivo de tus sueños y en mi despertar dejo los ojos entreabiertos
Las mentiras quiebran
No necesito verte, para saberlo

jueves, 6 de enero de 2011

This Is Love

Little things that will change you forever
may appear from way out of the blue.
This is Love - George Harrison
La historia estuvo siempre mal contada: Sebastián encontró a Gaviota, pero estaba comprometido para casarse. Romeo se enamoró de Julieta, pero los Montesco y los Capuletto se odiaban a muerte. Don Armando no se podía permitir salir a la calle con una mujer tan horrible como Betty. Estamos mal educados por la literatura occidental, por los medios de comunicación, por las telenovelas venezolanas, por la iglesia católica que afirma que el sufrimiento es el camino para ser feliz, que el reino de los cielos será de los pobres; por los cuentos germanos que nos dicen que la princesa espera en el castillo por un príncipe azul divino y tapado en plata que (en resumidas cuentas) viene a comprársela a su papá.
Apenas en el siglo XXI vengo a comprender el sueño hippie, porque el sueño hippie está basado en drogas y en filosofías que vine a probar después de los 27 años, cuando mi carácter occidental ya estaba bien formadito, cuando ya estaba bien adoctrinado por los Mass Media.
No sé por qué volví a sentir celos, a dejarme meter en una pelea de egos, no sé por qué volví a creer que el amor era una cosa de sacrificios cuando yo ya conocía la verdad desde tiempos inmemoriables, desde otras vidas y otros amores de esta misma vida. Uno quiere a los demás y entonces los demás lo quieren a uno. Uno le manda amor al universo y el universo le devuelve amor en formas y encarnaciones insospechadas, uno está sentado en un bar ansiando irse para la casa y llega esta mujer y le dice: "Vé, vos me has gustado toda la vida. Toda la hijueputa vida." Así es el amor. Uno lo envía al universo y un día el universo lo toma a uno de los tobillos y le pregunta: ¿Para dónde carajo crees que vas?".
Siento los buenos augurios, maldita sea, los sigo sintiendo. Amo enero y este optimismo descabellado que hace que mi vida no sea solo llevadera sino, también, hermosa.

miércoles, 5 de enero de 2011

Appaloosa


Son los últimos rayos de sol. Winged muere de sed así que nos aproximamos al río y bebe un poco de agua. Yo me enjuago las manos y la cara porque la jornada ha sido larga. Tal vez nos movamos una millas más hacia el norte, siguiendo el curso del río, buscando un destino que nos ha sido esquivo desde hace tiempo. Winged sacude el cuello, relincha un poco. Decido caminar a su lado en vez de torturarle el lomo con mis 160 libras de peso. ¿No crees que el sonido de río es bueno para calmarse, Winged? ¿Qué más da no saber a donde vamos? Un día salimos de Colville sin despedirnos de nadie, vagamos por las montañas hasta encontrar a Nora Blackwood y allí sentí yo que tenía un hogar. Pero no era un hogar verdadero, Winged, era la ilusión de un hogar, la promesa de un hogar. ¿Cuándo pensé que Nora querría ser vista por la calle con un indio? ¿Cuándo cimenté mi casa sobre columnas gaseosas?
Acampemos esta noche aquí, Winged. Encendamos el fuego.
Mañana emprenderemos de nuevo el camino y vas a llevarme a una casa que aún no sé dónde queda.

No me gusta el sol


Ahí estaba yo, en el tendido de sombra, viendo cómo se rostizaban los asistentes a los tendidos baratos de sol, cómo trataban de sofocar el calor con sus sombreros aguadeños, con sus abaniqueos desesperados, con sus bebidas alicoradas. Yo me concentraba en el toro, me concentraba en el movimiento de la muleta, aplaudía silencioso sin musitar ni siquiera un olé, conmovido por dentro, prometiéndome volver cada año a mi tendido de sombra. Pero eso fue en los noventas, cuando éramos gente bien, gente de plata, cuando comprábamos 10 abonos en los tendidos de sombra para ir con los amigos de mi papá. El dinero se fue agotando y fue mayor la afición, así que empecé a ir a los tendidos baratos de sol y veía cómo en el tendido de sombra estaban todos frescos, cómo sentían compasión por nosotros que sudábamos más que cualquier torero y tratábamos de refrescarnos con las bebidas alicoradas y los abaniqueos desesperados.
Ellas se acostaban boca arriba junto a la piscina, esperando que el sol les dorara la piel, mientras nosotros pensábamos en el cáncer y no salíamos de la sombra y nos embadurnábamos en bloqueador solar. Me encantaba nuestro color de piel uniforme, tan blanco en el cuello como en las nalgas, sin esas horribles marcas que dejan los vestidos de baño. Si no fuera tan peludo la gente notaría que mis piernas no son blancas sino verdes, pero así me sentía bien. Muy bien.
Un día me gustó esa morenita que se veía mejor cuando pasaba por la playa o la piscina. Me tiré junto a ella al sol esperando un milagro en la espalda. Me quedé dormido y hoy parezco un reptil mudando de piel. 
Tal vez el sol no es para mí, tal vez el sol es para las maticas que necesitan hacer fotosíntesis. Yo prefiero la sombra, prefiero la noche. Pocas cosas buenas pasan al medio día.

martes, 4 de enero de 2011

Sure Know Something

Sostener una conversación durante una hora y cuarenta minutos y sentir que han pasado apenas quince es algo que no me sucedía hace rato. ¿Me pasó contigo alguna vez? Creo que sí, mientras nos lo permitía la pésima batería de mi teléfono inalámbrico y antes de que te quedaras dormida. Anoche hablamos de círculos abiertos, de ciclos por cerrar, de compasión por los animales, de perros y gatos, de tendencias espirituales e insatisfacciones religiosas, de esta época del año tan propicia para cerrar y abrir cosas. Es necesario tomarse el tiempo para sanar y no salir corriendo a meterse en algo nuevo simplemente para matar el dolor. Ese error no volveré a cometerlo nunca, no dejaré que nadie más se olvide de su dolor conmigo. A la larga agradezco todas las cosas aprendidas: Quitarse la ropa no implica bajar la guardia, no es una opción permitir que alguien te haga daño, aunque tenga los motivos más altruistas o las intenciones más puras.
Fui muy feliz esta mañana trotando de nuevo por la Colina. Ir de salida es sumamente doloroso pero liberador, como esos últimos pasos antes de llegar a casa, cuando te duelen las pantorrillas y el sudor se te mete casi hasta los ojos.
I've been a gambler but I'm nobody's fool... Cada uno comete sus errores y aprende sus lecciones solito. Se respiran nuevos aires. Adoro Bogotá la primera semana de enero.


I've been up and down, I've been all around
I was mystified, almost terrified
But late at night I still hear you call my name

I've been on my own, I've been all alone
I was hypnotized, I felt paralyzed
But late at night I still want you just the same

I've been a gambler, but I'm nobody's fool
And I sure know something, sure know something
You showed me things they never taught me in school
And I sure know something, sure know something
No one can make me feel the way that you do
And I sure know something, aha

I was seventeen, you were just a dream
I was mesmerized, I felt scared inside
You broke my heart and I still can feel the pain

I've been counted out, I've had fear and doubt
I've been starry eyed, never satisfied
'Cause late at night I still need you just the same
Just the same

I've been a gambler, but I'm nobody's fool
And I sure know something, sure know something
You showed me things they never taught me in school
And I sure know something, sure know something
No one can make me feel the way that you do
And I sure know something, aha

I've been counted out, I've had fear and doubt
I've been starry eyed, never satisfied
'Cause late at night I still need you just the same
Just the same, yeah

I've been a gambler, but I'm nobody's fool
And I sure know something, sure know something
You showed me things they never taught me in school
And I sure know something, sure know something
No one can make me feel the way that you do
And I sure know something, sure know something
No one can tell me till I hear it from you
And I sure know something, sure know something
I've been a gambler, but I'm nobody's fool
Sure know something, sure know something
You showed me things they never taught me in school
Sure know something, sure know something
No one can make me feel the way that you do

lunes, 3 de enero de 2011

Anotación al miércoles 3 de enero de 2007


Salimos antes de las seis de la mañana. Parecía increíblemente agotador el solo hecho de bajar todas tus pertenencias desde el tercer piso en que vivías y tratar de acomodarlas adecuadamente en una camioneta de estacas. El conductor parecía un buen tipo y la mañana despuntaba en Manizales, tocándolo todo con una luz azul que no se decidía a ser nostalgia u optimismo. Antes de llegar a Fresno paramos a desayunar. No había mucho que conversar con el conductor, así que hablamos de cualquier trivialidad mientras yo me tragaba el miedo con chorizos y aguadepanela con queso. Casi siempre hay un tráfico pesado en la carretera que de Manizales lleva a Bogotá y viajar en ese carro particularmente incómodo no era un plan placentero. Te miré y sudabas. Te veías hermosa con las mejillas sonrojadas por el calor. Siempre amé cómo lucías cuando el clima te cambiaba la cara. El carro sonaba mal y la cara del conductor no lucía bien. Justo antes de llegar a Guaduas nos varamos del todo. Un tipo se ofreció a llevarnos y ahora teníamos que pasar tu cama, tus muebles, tu ropa y todas tus canastillas repletas de libros de una camioneta a otra. Emprendimos la marcha con un nuevo conductor no mejor ni peor que el anterior. Al llegar al puente de la calle 80 el tipo recordó que había pico y placa, así que tuvimos que esperar tres horas antes de poder entrar a Bogotá. Vi caer la tarde. El miedo se iba diluyendo lentamente y se convertía en la expectativa de llevarte a casa. Serían casi las 10 de la noche cuando subimos todas tus pertenencias hasta el tercer piso donde yo vivía.  No había nadie más en el apartamento y parecía que tampoco hubiera nadie en el edificio. Organizamos un par de cosas, tendí mi cama, nos bañamos juntos, comimos algo y luego nos acostamos a dormir. Hablábamos del trabajo que conseguirías, de las cuentas, de las rutas de buses, de cómo acomodarnos en esta ciudad después de tantos años separados. No recuerdo si hubo sexo, me gusta pensar que sí a pesar del cansancio.
Nos fuimos quedando dormidos lentamente. No recuerdo tampoco si antes o después había sido tan feliz. Tenía 25 años y la vida era perfecta.
Providencia, puede ser azar. Donde estemos juntos será nuestro hogar.