miércoles, 19 de enero de 2011

Signos

Signos: Mi parte insegura.
¿Qué sientes cuando alguien te habla del hogar? ¿Cuando alguien te menciona la infancia? ¿Hay un lugar que te haga sentir seguro, que te haga sentir protegido y tranquilo? Parece que durante años mi lugar han sido los laberintos, las incertidumbres, las preguntas, los acertijos. 
Al amanecer del domingo de la semana pasada, mientras Mauricio y Charlyz preparaban más bebidas, me metí al fondo del jacuzzi a dejar que pasaran los segundos, a buscar esa sensación uterina que perdí hace casi 30 años. Las ventosas que se llevan el agua se me prendieron de la espalda, aguanté la respiración como cuando era niño y esperaba hasta estar casi mareado para salir del agua, quise tener la sensación de hogar que me ha sido esquiva, la perseguí a través de una meditación rápida, pedí ayuda a los lamas, a Ganesha, a Dios, sentía el calor del agua como una pequeña muerte. Vi mi balón de cuero que olía a betún, me senté de nuevo en la moto plástica, tomé otra vez entre mis manos la pequeña guitarra que me trajeron de Chiquinquirá, tuve todas esas visiones de hogar para terminar en esa salita de música que tenían en la casa de mi abuela Cecilia en la calle 26 con carrera 19. Todo era reverberación, todo delay, todo espacio, todo ambiente. Esa era mi casa, el boom del rock en tu idioma, más confusión, más laberintos, el sonido de la aguja tocando el acetato, el brillo de las luces del ecualizador en el equipo de sonido. No hay un modo, no hay un punto exacto. Ahí estaba mi sensación uterina, sería una noche del 86 o el 87.
Mauricio y Charlyz regresaron al jacuzzi y estuvieron a punto de parárseme encima.

4 comentarios:

  1. Hogar: espacio inocuo donde la comodidad domina, en el que ella es sinónimo de humanidad, la nuestra y de nadie más. Hogar es estar comodo con uno mismo.

    ( me gustó tanto este comentario que lo volveré un post en mi blog, en cuanto tenga su apropiada versión gráfica )

    ResponderEliminar
  2. ¿Hace poquito no dijiste tú, citando no sé a quién, porque busco la fuente y no la encuentro, que el hogar está donde está el corazón?

    Entonces para mi el hogar son muchas personas... de acuerdo con Richitelli, muchas personas con las que uno se siente cómodo, acogido, cálido, tranquilo... con las condiciones dadas para ser feliz. Pero son personas, mi hogar está hecho de gente.

    Cuando pienso en eso y lo revuelvo con la infancia me empiezo a psicoanalizar y qué pereza... mejor me callo ya.

    La autosofocación si no la comprendo muy bien.

    ResponderEliminar
  3. La autosofocación era un simple ejercicio infantil. Cada vez aguantaba y aguantaba la respiración por más tiempo. Cuando empecé a tocar flauta los ejercicios se hacían con canto hasta quedarse sin aire. En algún punto empecé a descubrir que cuando superaba mi límite me mareaba un poco pero la sensación era hasta agradable. Las ganas de meterme al fondo del jacuzzi llegaron por una conversación que habíamos sostenido antes sobre sonidos intrauterinos y el Amor Amarillo de Cerati. Me metí bajo el agua a ver qué veía o a ver qué escuchaba y cuánto tiempo podía aguantar bajo el agua caliente. Tienes razón cuando dices que el hogar está hecho de personas. Es por eso que yo siento a Manizales cada vez menos como mi hogar. Hay cada vez menos personas allí que me sirvan de hogar.

    ResponderEliminar
  4. Últimamente he pensado mucho en ese poema que dice que "uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida, y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas"... Yo me he ido de los lugares donde he construido hogares dos veces. La primera vez cuando me fui a vivir a Medellín y la segunda cuando me devolví para Manizales. Es uno el que abandona y es uno el que espera que lo esperen... Yo pretendía que al regresar a Manizales me hicieran una apoteósica bienvenida, que me manifestaran todo lo que me habían extrañado y que me pidieran que nunca más me fuera (pff, tengo un ego desordenadito)... es decir, que la gente que había dejado conservara mi espacio... pero no. Cuando volví a Medellín uno supondría que la lección ya debía tenerla clara... no, la gente siguió, volví y eran todos ajenos, lejanos, distintos. En Manizales volví a construir... ahora vuelven acá algunos amigos y siento que ellos extrañan lo mismo... entonces yo explico que ellos se fueron, que mi vida siguió. Creo que es una lección que no se aprende, o yo no sé... uno siempre extraña una cosa que no volverá a ser.

    Otra cosa sería hablar de esos hogares, pero ahí es donde me da por el psicoanálisis.

    Entiendo mejor lo de la autosofocación... en las clases de canto que he recibido siempre me han dicho que no cante con aire residual, que no agote toda la reserva... y yo tengo unos pulmones diminutos o de muy poquita capacidad a pesar de lo que pueda parecer jajajaja...

    ResponderEliminar