martes, 26 de junio de 2012

Be my lover, be my friend

Be my secret, be my joy, be a miracle to me. Be my lover, be my friend, be a miracle to me.
Miracle to Me - The Black Crowes - 2001

No sé en cuántas ocasiones ha salido a flote la pregunta en conversaciones con mis amigos, pero siempre nos extendemos en el tema. Una vez, curioseando libros en Panamericana, vi una de esas pequeñas ediciones de frases célebres para cargar en el bolsillo, que se confunden en un plano ambiguo entre la sabiduría y la autoayuda.
Recuerdo haber visto unas tres o cuatro frases y, aunque no recuerdo las palabras exactas, se me quedó grabada una que decía más o menos que un hombre debe escoger como esposa a la mujer que - de ser hombre - sería su amigo.
Ahora me hago la pregunta con cada mujer que conozco y me despierta algún tipo de interés romántico: ¿Esta mujer sería mi amigo? 
Y no trato de imaginar si ella y yo podríamos ser buenos amigos como hombre y mujer. No, la imagino como hombre e imagino si lo toleraría o no, si podríamos hablar cada tanto y no aburrirnos con una cerveza de por medio. Imagino si este tipo sería un buen complemento en cuestiones de conocimiento, si recurriría a él pidiendo consejos, si podría hablar abiertamente con él de mis situaciones económicas, de mis aspiraciones, de mis relaciones familiares, de mi situación sentimental.
La orientación sexual es simplemente eso, una condición que le determina a uno con quién prefiere acostarse. El amor es otra cosa, una vaina más grande que tiene un componente amistoso muy fuerte. Es eso lo que ando buscando, es eso lo que encontré una vez, incluso sin saberlo.
Con el paso de los años uno se hace exigente, pero a la vez parece pedir menos. Lo decía también hace unos meses en su casa  mi amigo, el Gato, frente a otras personas: - ¿Qué más quiere uno? ¿Qué más le pide uno a la vida? Si este güevón fuera una mujer me enamoraría de él.