viernes, 18 de diciembre de 2009

Un Millón de Años Luz


Supongo que ella no debe recordar el día en que le dediqué esta canción. Yo tampoco lo recuerdo, sólo sé que había una carta de despedida en la cual - sin rencores - le decía que estaba bien que me hubiera dejado, que tarde o temprano ella iba a volver a la situación habitual de su mal novio y que si no le gustaba que la trataran bien entonces estaba tomando la decisión adecuada.
Tendría entonces 16 años recién cumplidos y, en vez de sentir que el mundo se me venía encima, me sentí liberado. Por primera vez dedicaba una canción y no era propiamente una canción de amor. Tomé el vicio de escribir cartas a "mis" mujeres. Solía acompañarlas casi siempre con la letra de una canción porque así es como hablo yo, con palabras pero sobre todo con música.
Soda Stereo estaba a punto de separarse y yo - con el corazón roto por la mujer y por la banda - estaba en plena apoteosis sodera.
Empecé la carta con las palabras mágicas: "No vuelvas".
No sé si el portero del edificio finalmente le haya entregado mi carta, si su novio la haya recogido y se hayan divertido juntos leyéndola, si finalmente el texto llegó o no a sus manos; pero para mí ese día se rompió algo y lo reparé con una canción prestada. Aún hoy, 12 años después no dejo la costumbre. A las mujeres les hablo con canciones, bien sean mías o ajenas.
Esta mañana pensé en esa dedicatoria y en mi firme intención de nunca volver a hablar con ella.
Años más tarde volvió a buscarme. Supongo que no entendió el mensaje. Sin embargo yo no estaba tan lejos de casa como pensaba y me decidí a abrirle espacio en mi vida de nuevo. Volvió a dejarme por los mismos motivos. Supongo que hay mujeres a las que no les gusta el buen trato.
¡Vete nena!, pensé. ¡Vete lejos y no vuelvas!
Qué alivio sentir que la tontería adolescente se fue y que probablemente no va a regresar.

martes, 15 de diciembre de 2009

Bad Sun

Otro día de aquellos en los que uno se despierta y la magia de iTunes le pone la canción indicada, el himno perfecto para el momento, la banda sonora de lo que estás pensando, de lo que estás sintiendo, de ese 'nosotros' con el que soñaste anoche. Quieres compartir la canción, ¡demonios! ¡Quieres compartirla! Buscas el video y te encuentras con una belleza de película casera, pixelada y de baja calidad. ¡Qué bonito cuando la gente reinterpreta la música y la convierte en la banda sonora de su vida y suelta la creatividad y sube videos a Internet que no tienen nada que ver con la intención original del tema!
¡Santos frijoles saltarines, Batman! ¡El nuevo oráculo del mundo es la tecnología!
Saltemos de esta silla, dejemos el computador apagado. Salgamos a la calle a que nos bañe un poco el sol.

The Bravery - Bad Sun
We are lies like the summertime
Like the spring we are such fools
Like fall we are false prophets
Like winter we are cruel

I don't know what's wrong with us
They just made us this way
There's a hole in you and me
That pulls us together

And I don't know where we belong
I think we grew under a bad sun
I know we're not like everyone
You and me we grew, under a bad sun

Every day you bring me pain
And we savor it like rain
We hold it on our tongues
Just like wine

Someday back when we were young
I guess something just went wrong
The two of us are hung
From the same twisted rope

And I don't know where we belong
I think we grew under a bad sun
I know we're not like everyone
You and me we grew under a bad sun [2x]

You and me we grew under a bad sun

sábado, 12 de diciembre de 2009

En Technicolor

Presione PLAY antes de empezar a leer.

Está bien que cada vez entiendas menos los prejuicios del mundo. ¿Por qué afirmar que Fulana es mala vibra o que Pepito es un perro si no tienes el conocimiento suficiente para hacerlo? ¿Por qué hablar mal a espaldas de los demás, por qué recriminarse mutuamente por cosas que hay que dejar en el pasado? Me tomó muchos años de mi vida darme cuenta que los defectos de los demás realmente están en mi cabeza, que el daño que me hicieron hace años me sigue doliendo porque quiero, que los amores se acaban y uno debe dejarlos morir tranquilos, que hay cosas que no son mi asunto y que el planeta no gira a mi alrededor. La vida hay que vivirla con la felicidad como estado por defecto. ¿Para qué vivir de nostalgias si somos jóvenes y lo mejor siempre está por venir? Hasta luego vida mía, ese adolescente noventero está enterrado en el pasado, sobrevivió a los 27 sin pegarse un tiro y ahora se decidió a ser feliz por encima de todo y a pesar de cualquier circunstancia adversa. La vida hay que vivirla en Technicolor, como en un cuento de Octavio Escobar Giraldo o como en una canción de Coldplay. Los buenos no son buenos y los malos no son malos como en las películas de Cantinflas, la gente tiene aristas y colores como los personajes de Chespirito. Hay tanta gente allá afuera por descubrir, tantos misterios por descifrar, tantas curiosidades por calmar, tanto por aprender y tanto por enseñar. La vida hay que vivirla en Technicolor, Juanito, sobreviviste a los 27 sin pegarte un tiro y el camino está abierto frente a ti y ya diste los primeros pasos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Comentarios Inútiles V – Edición de Navidad


1. Podría ser el primero de diciembre, tal vez, el segundo día más feliz del año, después del 22 de agosto. Me encantaba armar el árbol, aunque fuera apenas ese pequeño arbustico de inmundas flores rosadas que teníamos en mi casa y que había que acomodar en un matero porque siempre tuvo las paticas dañadas. El pesebre los armábamos alrededor del 15, cumpleaños de mi abuelo, y luego las novenas y el niño Dios y los aguinaldos. Y yo no olvido al año viejo, y después las ferias (desfiles, corridas) y me quedaban un par de semanas de ocio antes de volver al colegio.
2. La magia se duplicó en mi casa con Paula y Luisa. Destapaban sus regalos con la felicidad y la ilusión que sólo tienen los niños pequeños. Sus ojitos pequeños brillaban y Manolo y yo ya nos sentíamos grandotes, maduros, dos hombres al lado de ese par de muñequitas indefensas y preciosas. Cuando llega diciembre comienzo a extrañarlas. Me dan ganas de verlas destapando regalos.
3. En la navidad de 1996 Mauricio y yo gastamos varias semanas haciendo en icopor y cartón paja unas casitas para el pesebre de mi casa, al que queríamos darle un look desértico con aserrín y arena en vez del típico papel encerado de siempre. No sé cuántas veces escuchamos Rubber Soul en mi grabadora Aiwa, pero oír ese álbum siempre me devuelve a diciembre del 96, a Mauricio, al cartón paja, el bisturí y la lija. No logramos terminar el pesebre antes de que comenzaran las novenas que hacíamos con los amigos de Chipre. Cuando llegaron a mi casa Leo, Ronald, Berrío, Víctor, Marcelo, Mosquera, Capetto y los demás, Mauricio y yo seguíamos lanzando aserrín sobre un Belén inconcluso.
4. Diciembre 8, también en 1996. La noche anterior había estado en una fiesta de quince años de esa chica de la que estaba enamorado (¿o creía estar enamorado?) y tenía el corazón en la boca al saber ese amor imposible por siempre. Mi papá llegó a la casa y nos regaló aguardiente. Mis amigos tomaron. Yo no. Después de un rato me entregó las llaves del carro y dijo: - Váyanse a dar una vuelta. Creo que estaba con Mauricio, Leo y Marcelo (acaso también con Lucas). Bajamos a Villa Pilar y volvimos a subir en ese poderosísimo Renault 19. Pusimos Veracruz y sonó “Drive My Car”. Podría ser un milagro navideño. Rubber Soul fue la banda sonora de ese fin de año.
5. Mi infancia se acabó con la muerte de Lucas. Esa navidad, antes de su inesperada partida, fuimos todos muy felices. Celebramos el cumpleaños de Leo con una fiesta sorpresa. Bailamos en el garaje de su casa. La vida era una despreocupación continua y natural. Llorábamos por chicas que a los 15 días habíamos olvidado. Todo iba y venía muy fácilmente.
6. Diciembre 8 de 1997. Rompemos la formación por pelotones y nos acomodan de acuerdo al colegio del que venimos. Los del LANS nos ubicamos al lado derecho. Cantamos el himno del colegio, unos villancicos improvisados. El Teniente Guerrero nos da las órdenes – “¡Prender las velas!” “¡Pensar en sus mamás, que están en las casas llorando por ustedes!”. Es una mala noche para conocer el significado de la palabra odio.
7. Diciembre 8 de 2001. Ahora todo consistía en ir a tu casa a comer helado y bailar un poco. Paula, Diana, Mónica, Diana Pineda, Mauricio, Santiago, Edwin, tus amigos de la universidad. Yo no me podía acostumbrar a tener de nuevo el pelo corto, a esa pinta de niño bueno con la que trataba de darte gusto. Pero eso me hacía feliz. Era muy feliz, fui muy feliz cada 8 de diciembre de ahí en adelante.
8. Diciembre 31 de 2002. Ya van a ser las 12:00 y estamos en la casa de mi abuela Cecilia. Cristina y Charlyz están conmigo porque saben que me voy de Manizales. No hacemos mucha bulla porque Sarita, recién nacida, duerme. Suenan las campanas y mi familia se junta en abrazos. Siempre lloro y esta vez no es la excepción. Cristina trata de calmarme pero es inevitable. Me duele todo el cuerpo, cada fibra. Sabes que soy terriblemente nostálgico. Sé que voy a extrañarlos mucho.
9. Adoro a Bogotá con todas las fuerzas de mi corazón. La adoro todo el año, pero en diciembre empieza a picarme. La navidad bogotana es fría y aséptica si la comparamos con la navidad montañera, alegre y festiva de Manizales. Bogotá no huele a fritura, no huele a la natilla de mi abuelita Cecilia, no huele a la leña en la terraza de mi abuelita Aceneth, no suena como suena la raspa en Manizales, no es un presagio de feria. Bogotá no me es familiar, no me recarga las pilas, no es Naranjo, no es Ramírez, no es Pinilla, no es nada de lo que necesito ser en diciembre. No es un recorrido afanado por todas las casas para desear un feliz año nuevo antes de que sean las 12:00. No es abrazarlos a todos y luego escapar para ver el primer amanecer de enero junto a mis hermanos, los del LANS, los que prendimos juntos las velas y conocimos esa noche de diciembre el significado de la palabra odio, los que podemos dejar de vernos todo un año pero sabemos que podemos alzar las manos frente al sol y cantar con voz ronca: “It’s a beautiful day”. Llegó enero, es hora de volver a comenzar.