viernes, 7 de enero de 2011

No necesito verte (Para saberlo)

Santiago Mejía llegó hasta mi casa con cara de tragedia. Hablamos de cualquier cosa. Minutos más tarde llegó Juan Pablo Ríos con Valentina y se sentaron; ella con cara de solemnidad y él muerto de risa como siempre. Me acomodaron en una silla como si fuera una intervención por drogas y nos quedamos en silencio hasta que Juan Pablo soltó la frase: "Anoche la vimos, en la Santander, de la mano con un man. Es un peludo que vive allí abajo. Yo lo conozco. Es más marigüanero que un putas." 
"¡Ah, Manizales!", pensé yo. Más se tarda una hoja en caer al suelo que toda la gente en salir a contarle al dueño del árbol. 
"Ya lo sabía", pensé sin decirlo en voz alta.
- "Parce ¿y entonces?", dijo Juan Pablo.
- "¿Y entonces qué?", dije yo.
- "¿Y entonces que va a hacer?"
Pues nada. Que se vaya. Yo ya me conozco el final de esa historia. Ya me lo conocía en 1999 y me lo conozco ahora cuando la vida trata de repetirme la lección a ver si saco conclusiones nuevas. Que se vaya, que yo también me voy. Me voy tranquilo y con la frente en alto por haberlo hecho casi todo de forma correcta. Que se vaya, que aprenda por su propia cuenta las lecciones que la vida necesita darle, que caiga, que se levante, que reciba los golpes y se haga fuerte. Nada logra sorprenderme. Esta frente cada vez más amplia y estas canitas al lado izquierdo de mi cabeza no salieron de la noche a la mañana.




Sé que estarás cruzando la ruta de la libertad
Entre las fieras andas segura, tan profunda, tan casual
Buscando amar a un hombre encerrado en la tempestad
No necesito verte, para saberlo
Soy el cautivo de tus sueños y en mi despertar dejo los ojos entreabiertos
Las mentiras quiebran
No necesito verte, para saberlo

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