Cuando Te Vas – Gatoblanco - 2006
En el antejardín de la casa - al lado de la iglesia
cristiana - había un arbusto de jazmín que perfumaba casi toda la cuadra. Yo
llegaba caminando de la universidad y el olor del jazmín me daba la sensación
de descanso, de hogar. O bien podía llegar muy tarde en el carro, parquearlo y
salirme al antejardín a oler el jazmín y a pensar la vida antes de que
llegara Salustiano el vigilante a ponerme conversación o antes de que mi mamá
se asomara por la ventana de mi cuarto para ver por qué no entraba.
En Chipre hay varios jazmines. Uno sale a caminar por Falda
Plana, por Dumbo, por la cuadra de Duques de Gandía y puede oler los jazmines a
intervalos. A dos cuadras de mi casa, en La Soledad, hay un arbusto de jazmín
que me devuelve esa sensación hogareña cuando salgo de noche a comprar cualquier
tontería en Carulla. Me paro a olerlo un poco, pienso la vida, Salustiano no
llega, mi mamá no se asoma por la ventana de mi cuarto y en vez de eso me
recuesto sobre tu pecho, te huelo, me acaricias la cabeza y siento que estoy en
mi casa. Es una sensación muy parecida a la que me dejan los jazmines de noche.
No sé hacia donde nos lleva esta historia, cómo vamos a
resolver los inconvenientes logísticos o qué nos depara el futuro, pero por
ahora me gusta simplemente poner mi nariz o mis orejas sobre tu esternón, oír la
canción de tu corazón acelerado, respirarte como si a través del olor pudiera robarme
pedazos de tu alma, sentir que me mudé, que ahí – ahora – está mi casa.
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