jueves, 5 de julio de 2012

Ángel

1. Era el 87, porque yo estaba en primero de primaria y Manuel ya caminaba. Nos quedamos en la casa de mi abuela porque a mi mamá la habían operado. Mi papá estaba muy triste y muy preocupado y sobre todo tenía mucha rabia con el médico que operó a mi mamá. Si no hubieran descubierto en plena cirugía para remover su dispositivo intrauterino que en realidad mi mamá estaba en embarazo; a finales de ese año mi mamá habría dado a luz a una niña.
2. Sería el 88 o el 89. Sabíamos que íbamos a tener un hermano, pero una tarde al regresar del colegio encontré a mi mamá acostada en piyama y a mi papá llorando en la sala de la casa. El sangrado comenzó de manera intempestiva y en cuestión de horas ya se sabía que el embarazo se había malogrado y mi mamá había sido sometida a la espantosa experiencia de un legrado. A mi papá se le escurrían las lágrimas por la nariz como sucede cuando uno llora sentado con los ojos hacia el piso. Se tomó tres, cuatro, cinco aguardientes mientras yo estaba sentado a su lado y le ponía la mano en la pierna. No sé si yo lloré también, pero si lo hice fue porque me daba mucha tristeza verlo llorar a él. Un amigo le había regalada una copia de un disco de Juan Gabriel y una y otra y otra vez repetía Ha Llegado Un Ángel. No sé cómo hicieron para darse cuenta de que era una niña. No quisiera saberlo.
3. El nacimiento de mis hermanas, en 1993, mitigó de alguna manera la tristeza de esos eventos pero a veces me da por imaginar esas niñas que nunca nacieron, esa hermana hipotética que ahora estaría rondando los 24 o 25 años, esa hermana por la que mi papá derramó tantas lágrimas en la sala de la casa. Este fin de semana, gracias al viaje de un amigo, recibí la mitad de los discos que mi mamá aún conserva en la bodega de su restaurante. - Llévese esos discos, que los va a acabar la humedad o voy a terminar botándolos - me dijo. Anoche encontré la caja vacía de Pensamientos, ese disco de Juan Gabriel que mi papá casi acaba a punta de aguja y aguardiente en aquel entonces. No podía llegar el disco, tenía que estar la caja vacía. Volví a imaginar el rostro de mi hermana no nacida y sentí de nuevo ganas de llorar. Supongo que será la tristeza de ver a mi papá llorando por ella.

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