lunes, 16 de septiembre de 2013

Bailar en Pareja

Saber bailar era una ventaja competitiva. Nos permitía entablar conversaciones largas con adolescentes atractivas que de otra forma no habríamos podido abordar y a veces hasta nos permitía salir con algún número de teléfono y eso era todo un logro para nosotros los bajitos, feítos, inseguros o poco agraciados que casi siempre terminábamos cumpliendo el papel del mejor amigo que oye las penas de aquella que desean y que sufre por otro como en "Amiga Mía" de Alejandro Sanz.

Bailar en pareja era nuestro modus operandi, una de las escasas herramientas de socialización que nos permitía ir más allá del "cómo te llamas" el "dónde estudias" el "en qué año estás" y el "si crees que el álgebra es dura espera a que empieces con el calculo". 

Saber bailar era una ventaja competitiva y en el salón solo Murillo, Beto y yo dominábamos la salsa, el merengue, el vallenato, el house noventero y los bailes colectivos como el Meneaíto, el Carrapicho, la Macarena y todo el repertorio de las minitecas noventeras.

Bailar en pareja era todo lo que uno quería antes de regresar a casa a media noche; sentir el bamboleo tímido y febril de la cintura apretada y la cadera generosa de una manizaleña joven al final del siglo pasado. 

Bailar en pareja lo era todo hasta que unas amigas viajaron en 1998 a San Andrés y se trajeron en la maleta un disco de El Chombo. Yo no sabía en aquel entonces lo que ese disco iba a significar en nuestras vidas, pero de ahí en adelante empezamos todos a bailar en círculos, haciendo exhibiciones de un sabor que ninguno de nosotros tenía y dejándome sin la ventaja competitiva que tuve hasta el momento en el que terminé el colegio. 

Se acabó el 98, pasó el año de servicio militar, empezó la universidad y bailar en pareja ya no era lo mismo. Años después llegó el tropipop y al baile en círculo se le sumó el aplauso y la pose costeña. Yo me dediqué a leer, a escribir, a hacer música, me dejé crecer la barba y el pelo y vi películas raras. En algún lugar tenía que encontrar otra venta competitiva. 

Ya no bailo tanto en pareja. Las cinturas de las mujeres de mi edad son cada vez menos estrechas y las caderas son cada vez menos firmes y cada vez hay más "cómo va el trabajo" y "cómo van los niños".

Parece que estoy nostálgico. Necesito un whisky.

2 comentarios:

  1. Nada, pero nada, como ese momento, cada vez menos común, en el que suena "Cariñito" o "Micaela".

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Amé este post. Al principio pensé que sería sobre "las ventajas de bailar en pareja" jajja que es algo que yo disfruto mucho y uno de los puntos claves en mis relaciones (entenderse en la pista). De paso creo que si uno se entiende bien en la pista, se entiende bien en la cama y que los movimientos de un hombre en el baile dicen mucho de sus técnicas kamasútricas. En fin, el post terminó hablando de otras cosas que me hicieron reír....y pensar.
    Me quedé esperando ese correo largo. Espero que todo vaya bien.
    D.

    ResponderEliminar