jueves, 4 de diciembre de 2014

Una casa oscura

Pamela, una amiga de Ana, me preguntó esta semana si era el amor lo que me había alejado del blog. Y no, no creo que sea el amor. Creo que las historias van y vienen. 
El caso es que al día siguiente pasé la tarde con mi papá y nos pusimos a hablar de la casa del Pasaje de la Telefónica, esa casa oscura ubicada en la carrera 19A entre calles 24 y 25, donde nos fuimos a vivir cuando yo tenía tres años de edad y donde unos meses más tarde nació mi hermano. 
Mi mamá dice que no es posible que yo recuerde con tanto detalle cosas que sucedieron cuando estaba tan pequeño, pero recuerdo con claridad esa casa oscura, la disposición de sus habitaciones. Es cuestión de cerrar los ojos y ahí están la sala y el comedor a la derecha, el cuarto de mis papás junto a mi cuarto a la izquierda, el baño social antes de pasar a la sala de televisión que tenía detrás un cuarto pequeñito donde mi mamá planchaba la ropa... el otro baño, la cocina y el patio donde teníamos un par de pájaros. 
Le pregunté a mi papá si era cierto que unos años después de que nos fuimos de la casa, secuestraron y asesinaron allí a un hombre. Mientras pasaba la buseta, mi papá me contó que el señor era de apellido Jaramillo (o algo así) y que lo había secuestrado Pito (o algo así), un tipo brillante que había estudiado con mi tío Danilo en el colegio. 
Pito trabajaba en un banco y tenía deudas terribles. Para salir de esas deudas pidió dinero prestado a Jaramillo, quien accedió a cambio de un modesto interés. Cuando Pito se colgó con las cuotas, Jaramillo perdió la paciencia y le dijo a Pito que no le importaría perder ese dinero, insinuando que si no pagaba iba a matarlo. 
Un día Pito salió del banco y le dijo a Jaramillo que lo acompañara a su casa (esa casa oscura que tan bien recuerdo) para entregarle allí el dinero que le adeudaba. Una vez adentro, Pito y el Negro (o algo así) amenazaron a Jaramillo con una pistola, lo amarraron, lo amordazaron y lo encerraron en uno de los dos baños, o tal vez en la habitación donde mi mamá planchaba la ropa, o tal vez en el cuarto donde yo dormía. 
Jaramillo - dice mi papá - ofreció firmarles un cheque en blanco con tal de que lo dejaran ir. Pito y el Negro no podían arrepentirse de lo que habían hecho, así que decidieron amedrentar a Jaramillo manteniéndolo unos días más en la casa oscura. 
Pero Jaramillo estaba enfermo. Dicen que había pasado por una operación de corazón abierto y una noche amaneció muerto en el baño porque ese corazón no aguantó la angustia.
Pito y el Negro metieron el cadáver de Jaramillo en el baúl del carro, se lo llevaron para Supía (o algo así), rociaron el cadáver con aguardiente y lo tiraron en un pastal. Dice mi papá que la policía los encontró cuando estaban llegando a Venezuela y que el Negro llevaba puesto el reloj de Jaramillo.
Como el negro colaboró con la justicia, salió más rápido de la cárcel y apareció muerto al poco tiempo junto a su novia en Chinchiná. Dice mi papá que a Pito se lo llevaron para otra cárcel porque también intentaron matarlo.

Alguien debe estar durmiendo esta noche en esa casa oscura, tal vez en el cuarto donde vi a mi hermano por primera vez, tal vez en la sala donde celebramos mi cumpleaños número cuatro y donde Jaramillo sospechó estar entrando a la boca del lobo. Tal vez Pito sigue vivo en alguna cárcel y es posible que al cerrar los ojos pueda, como yo, recorrer despacito cada uno de los cuartos de esa casa oscura. 

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