miércoles, 28 de octubre de 2009

Hombre al Agua - I

Este es un tríptico viejo, que quiero recuperar de mi cuenta de MySpace antes de cerrarla. Espero lo disfruten.

October 18, 2007 - Thursday

Hombre al Agua

A la larga es mejor así. Recuerdo que terminando el 98, cuando se acababa mi servicio militar, yo ponía una y otra vez en mi walkman la versión de El Último Concierto de Hombre al Agua. Esa era mi actitud, volver a las cosas como eran antes, dejar mi estatus de soldado atrás y volver a ser yo mismo. Pero ahora, justo cuando mi rumbo está un poco embolatado; la idea es lanzarme al agua y dejar que la corriente me lleve donde quiera. En menos de 24 horas Soda Stereo estará de vuelta en los escenarios. Es uno de esos milagros inexplicables de este año 2007. Como si algún difunto estimadísimo regresara de su tumba para darme la oportunidad de verlos por única y última vez. Mi fanatismo no es gratuito, The Beatles, U2, pero sobre todo Soda Stereo, han sido la banda sonora de mi vida. Como aquella vez en que me enamoraron de manera dulce (Trátame Suavemente) y luego me rompieron el corazón (Un millón de años luz, Toma la Ruta), como aquellas noches en que nos entregamos el uno al otro (En Remolinos, Planeador), como esos días de conquista (El Rito); como esos últimos días en el ejército y estos últimos meses en que estoy dejando que la corriente me lleve donde quiera (Hombre al Agua).

Es un milagro, es un milagro increíble, una de esas coincidencias inexplicables de las que siempre hemos hablado Charlyz y yo. Es increíble que Soda venga en uno de los momentos más confusos de mi vida reciente. El dinero, la espera, la desesperación, todo valdrá la pena cuando esté en el Simón Bolívar gritando de manera catártica lo que tal vez es la mejor canción en la historia del rock en español: "Voces que se agitan, barco a la deriva"

1 comentario:

  1. Marcharse con las olas es la gran lección de Hombre al Agua. Huir de la tierra firme, de la luz del pasado y abandonarse a la incertidumbre de la marea. La relación que haré es extraña, pero hay una canción llamada Manto Estelar, que ofrece una panorámica de lo que sería estar a la deriva, con la vista en el cielo. Ambas canciones me huelen a sal, me suenan a olas, me saben a agua. Un agua que transporta, un agua que renuncia al pasado, un agua que extravía. A lo mejor sea esa la única forma de encontrarse. Brindo por ese recuerdo.

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