miércoles, 28 de octubre de 2009

Hombre al Agua - II


November 9, 2007 - Friday

Hombre al Agua (Segunda parte)

Es casi el amanecer. Todos se han dormido, excepto Manuel Alejandro, Mauricio Díaz, Káiser y yo. Le damos un respiro al vallenato y a los boleros. Pongo un disco de Soda. Hablamos de lo difícil que es vivir esta edad. Manuel me cuenta acerca de lo hermoso que es estar flotando sobre el agua, de lo que él se imagina que es una tumba, de lo bonito que debe ser el descanso de la muerte. Me da la impresión de que no se siente del todo bien con su vida, pero eso es un síntoma común en muchos de nosotros. Mucho aguardiente, ron, cerveza, cigarrillo y algo de más. Tenemos la conciencia tan alterada y estamos en tanta confianza que es como si fuéramos los niños de "Pre-escolar Jueguitos" que se conocieron en 1986. Pero no, ya no es así. Manolo es un exitoso ingeniero civil y ellos se burlan un poco cuando dicen que soy la estrella del paseo, el rockstar que está en pantaloneta y habla de cosas del colegio, de mujeres, de música, del año en el ejército... de lo de siempre. Todo entre nosotros es amistad eterna, pero iluminada por faros del pasado.
Soda Stereo arremete con Hombre al Agua (la hermosa versión en vivo del Rex Mix). Una ráfaga de estupidez me invade el cuerpo y aunque estoy muriendo de frío me quito la camiseta y salto a la piscina.
Me tiendo boca arriba y floto sobre el agua esperando el amanecer. Estoy tan borracho, tanto, que sólo me doy cuenta cuando estoy en el agua y mis movimientos son menos torpes. Manuel salta después. Seguimos hablando de demonios raros. Le digo que nos nos salgamos hasta que amanezca... que nunca he amanecido en una piscina. Casi media hora después el sol se asoma. Manolo salta del agua y va a acostarse. Es el último día del paseo y todo ha sido tan natural, como si no hubiera pasado uno solo de estos 10 años. Estoy rodeado por mis hermanos. 12 hermanos que duermen en las camas duras de una finca en Mariquita. Ya salió el sol y yo me muero de frío. Me quito la pantaloneta, me envuelvo en una toalla y me tiro a mi cama. La sensación de estar en el agua, flotando a la deriva, se queda conmigo hasta que me duermo.

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