martes, 10 de septiembre de 2013

Destino Chocolate

Quiromancia, astrología, numerología, tarot, baraja de los ángeles, lectura del tabaco; durante la adolescencia me interesé en toda clase de suertes adivinatorias pero ninguna fue tan descabellada, irracional y llena de sorpresas y calorías como el oráculo de las Chocolatinas Jet.
Me sentaba en la cafetería con los amigos de la universidad después de la primera clase (que casi siempre se acababa a las nueve o diez de la mañana) y solíamos hablar de cualquier cosa, estudiar para la clase siguiente o apostar algunas monedas a la baraja francesa. Mi combinación de media mañana solía incluir café negro, una chocolatina Jet y – dependiendo del ánimo – un Derby que me fumaba sin afán y sin preocupaciones cuando todavía se podía echar humo en un espacio cerrado.
La lámina, la figurita, la mona, el cromo (o como decidamos llamar a la imagen impresa que acompañaba cada chocolatina) servía para pegarse en un álbum de Historia Natural que casi ninguno de nosotros pudo llenar pese a los esfuerzos. A Octavio Escobar le sirvió para hacer literatura, a mí para crear mi propio oráculo y leer a mitad de cada mañana cómo iba a ser mi día dependiendo de la descripción del animal, la planta, el planeta o la era geológica que viniera con cada chocolatina.
Guardé muchas de las figuritas con especial esmero, particularmente cuando su descripción solía predecir de forma acertada lo que me depararía el día; así que por ahí quedaron recuerdos de un día tigre, un día pleistoceno, un día dodo, un día helecho o un día Venus. Varios años más tarde mi hermano Manuel tomó muchas de esas figuras para forrar las tapas de un cuaderno donde describió la pena de un amor maltrecho y tomó también las notas de lo que haríamos para producir nuestro segundo disco.

Esta es una mañana soleada y escribo desde la cafetería de una universidad en el centro de Tennessee. No hay chocolatinas Jet, el café que se consigue aquí es peor que malo y ya no fumo (y aunque lo hiciera no podría echar humo en un espacio público). Vaya uno a saber qué me depararía hoy el oráculo de las chocolatinas. Podría este ser un martes pavo real, un martes australopiteco, un martes sapo de Surinam o un martes catleya; un martes afortunado a un martes negro como el café que quiero tomarme y como los que temen los norteamericanos cuando despiertan sus recuerdos de septiembre.

4 comentarios:

  1. En este comentario solo diré que usted está escribiendo muy bien. No deje de hacerlo.

    Saludos.

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  2. Las chocolatinas de verdad son las chocolatinas Jet. Las otras son cosas de chocolate, pero no chocolatinas.

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  3. jajajajajajaj No seas fino pues...voy a adoptar esa modalidad tan interesante de predecir mi futuro cercano basada en las laminitas (que ya no son las de antes...ahora son casi que en tercera dimensión y autoadhesivas....eran mejores las viejitas). Hace rato no pasaba por acá. Debo hacerlo más seguido.

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  4. jajajaja qué cosa más rayada, pero encantadora.
    Y me encanta tu fiorma de escribir XOXO

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