miércoles, 19 de octubre de 2011

Almuerzo a solas

¡Era tan triste ver a Julián almorzando! Como Manizales es una ciudad tan pequeña teníamos tiempo para ir a medio día a nuestras respectivas casas y por ello solo nos veíamos comer cuando teníamos una de esas convivencias propias de los colegios católicos. Todos bromeábamos y decíamos tonterías a la hora del almuerzo, pero Julián se sentaba solo y atacaba su almuerzo con displicencia y parsimonia que se veían acentuadas por sus ojos verdes de comisuras laterales caídas. 
La primera vez que almorcé solo pedí en el restaurante un plato de pasta y carne a la boloñesa y pensaba en el almuerzo familiar que tendrían en mi casa - a 300 kilómetros de distancia - en ese martes de enero: mis hermanas alzando la voz, mi hermano pensando en cualquier otra cosa distinta a la comida, mi mamá tratando de poner orden, la empleada de servicio con el radio a todo volumen, Fiona persiguiendo alguna lagartija en el antejardín. Almorzar solo es triste, pero esa tristeza es más fácil de disimular en los restaurantes pequeños que en las grandes plazoletas de los supermercados y los centros comerciales.
Uno tras otro hacemos fila con las bandejas en la mano y la señora del bufete nos pregunta si queremos carne de res, de cerdo, pastas o un plato con pollo. Hacemos fila para pagar el pedido, damos nuestros números de cédula para acumular puntos, vagamos sin rumbo hasta que alguien desocupa una mesa; nos sentamos a almorzar sin hablar con nadie, fijando la mirada en el horizonte, en el teléfono móvil o en el plato de comida. Todos estamos vestidos de gris, todos tenemos las comisuras laterales de los párpados bien caídas y esa expresión de displicencia y parsimonia con la que almorzaba Julián cuando lo dejábamos solo. El reloj ya casi da las dos. Tenemos sueño y hay que regresar a la oficina.

4 comentarios:

  1. Cuando empecé a trabajar aquí, almorzaba sola. Hace 5 años, cuando trabajaba como dependiente, también.

    A mí me gusta, me da tiempo de pensar y masticar lo que ha pasado durante el día en la oficina. Cojo una libreta y un lapicero o un libro y me entretengo.

    Ahora almuerzo con Ana María casi siempre. Traemos cosas y cocinamos aquí, para evitar la tristeza de la coca recalentada, sólo tenemos una hora de almuerzo. Esa comida compartida también la disfruto mucho.

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  2. Yo almuerzo sola el 90% de las veces pero opino igual que Lalu, mientras lo hago pienso en muchas cosas y lo disfruto.

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  3. Tambien disfruto de la hora del almuerzo cuando el trabajo lo permite. Lo invito a conocer mi blog en verdadopinilla.wordpress.com

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  4. A mí no me gusta almorzar solo a menos que lo tenga que hacer de afán o tenga que hacer algo más, como pensar, en cuyo caso también almuerzo de afán. Y eso sí, ni por el putas almorzar en un Carulla o un Éxito. Nada más deprimente que esas luces blancas, un almuerzo impersonal y esa sensación de ceder ante el aumento de la Caverna.

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