miércoles, 12 de octubre de 2011

Comentarios Inútiles 29

De la serie Torero, por Ruven Afanador.
1. Me dice la médica: - ¿Eres alérgico a algún tipo de antibióticos? Y le respondo yo: - No lo sé, porque no recuerdo haber tomado antibióticos nunca. Responde ella: - Entonces cómo voy a saber si puedo recetarte antibióticos. Me quedo mirándola en silencio esperando que ella misma responda su pregunta. 
2. Ya recordé cuál era el primer comentario inútil de la edición número 28: Llevo tantos años trabajando en un sector editorial tan cercano a la salud y a la industria farmacéutica que ya sé más del funcionamiento del cuerpo humano de lo que sabe una persona sin formación en el área y no sé si eso sea bueno pero sí es, al menos, útil. He tenido que visitar el consultorio de tres médicos generales en menos de un mes y tanto mi papá como mi mamá fueron intervenidos quirúrgicamente durante el mes de septiembre; así que hace unos días me senté en la hamaca de la sala a tomarme un té y a repasar una pregunta que me estoy haciendo desde hace meses: ¿De qué me voy a morir? 
Descartemos por un momento el homicidio, el suicidio y el accidente y quedarán abiertas las posibilidades por causas naturales. Ya cumplí 30 años y aunque las personas que conozco por primera vez dicen que aparento tener mucho menos; la ausencia de arrugas, un abdomen no muy abultado y una cabellera más sana que la que ostentan mis contemporáneos no garantiza que al interior de mi organismo no se estén llevando a cabo ya los procesos de degeneración celular que algún día se terminarán manifestando en una enfermedad metabólica, en algún tipo de cáncer, en un desorden cardiovascular, renal o respiratorio que finalmente van a llevar este organismo a la tumba. "Me estoy muriendo", pensaba mientras me llevaba una y otra vez la taza de té a la boca. Me estoy muriendo como se están muriendo mi papá, mi mamá, mis abuelos, mis mayores, mis amigos y mi gato. Recordé las imágenes de la rueda del Samsara que aparecen en mis libros sobre budismo, recordé las imágenes de los siete cuerpos de los que habla Leandro Prieto Rodríguez, pensé en la conversación que tuve con El Gato (un amigo al que llaman Gato, no un gato de verdad) cuando su mamá se murió y me decía: "Yo ya no me pregunto de qué me voy a morir sino qué cáncer me va a matar". El té se enfriaba. Teniendo en cuenta mis antecedentes familiares es muy probable que un día (ojalá un día lejano gracias a mis hábitos alimenticios y de ejercicio) mi cuerpo se vuelva intolerante a la glucosa, resistente a la insulina, que mis células dejen de llevar a cabo sus procesos metabólicos de forma normal y entonces empezaré a intoxicarme con azúcar, comenzará el hormigueo en las extremidades, el calor, la sed, aumentaré de peso y empezaré a perder la visión, mis riñones no van a funcionar de la misma manera y todo comenzará a deteriorarse en un rápido círculo vicioso que un día llevará al colapso del sistema. Me estoy muriendo ya. Me estoy muriendo hoy. Nada me garantiza que el accidente de tránsito, el suicidio o el homicidio estén por fuera de las opciones de la vida. No tengo excusa alguna para seguir aplazando mi propia vida y el plan de dedicarme por completo a hacer las cosas que me gustan, a visitar los lugares que quiero conocer, a construir la obra que he querido construir desde los 12 años; cuando estaba creciendo, cuando no me estaba muriendo.
Gareca y Falcioni.
3. No es que no me guste el fútbol. Yo creo que yo hasta disfruto el fútbol, disfruto ver un partido. Lo que pasa es que el fútbol me rompió el corazón. Nos rompió el corazón a mí y a Sebastián García. A mí me rompió el corazón el América de Cali cuando no logró ser campeón de la Copa Libertadores en la década de 1980, me lo rompió Argentina cuando no logró el tricampeonato en Italia 90, me lo volvió a romper la Selección Colombia con el papelón del mundial del 94, me lo rompió de nuevo el América con la final de la Libertadores en el 96. En el mundial del 98 - cuando estaba en el ejército - dejé de hacerle fuerza a la Selección Colombia y me di cuenta de una verdad liberadora: gane quien gane y pierda quien pierda un partido de fútbol, mi vida va a seguir siendo igual. Veo los mundiales de fútbol porque me parecen bonitos como fiesta. Afirmo ser hincha del América de Cali solo por llevarle la contraria a mi papá y porque me gusta mucho el color rojo.
4. Desde que terminé con Cristina, hace más de dos años, me he encontrado en un par de ocasiones con una pregunta incómoda para la que nunca tuve una respuesta indicada: ¿Y en ocho años nunca le pusiste los cachos? Ahora tengo la respuesta: Si ella no me ha hecho esa pregunta en dos años y medio no veo por qué tenga usted que hacérmela.
5. La prohibición de las corridas de toros en Cataluña tienen un tinte político mucho más fuerte que el de protección al derecho animal. Cuando fumaba sabía que el tabaquismo era un problema de salud pública y que los fumadores deberíamos tener espacios restringidos para fumar donde no afectáramos la respiración de los no fumadores. Sé también que la desaparición de las corridas de toros es inevitable, que a la fiesta le quedan menos de 20 o 30 años de vida, que es una tortura para los toros y los caballos (sobre todo para los caballos) y que como especie racional y responsable debemos acabar con ese espectáculo salvaje, pero me duele... como antiguo aficionado me duele. Entre los recuerdos emotivamente maravillosos de mi vida hay unas cuantas tandas de naturales, algunos lances con el capote, una que otra estocada contundente, las ganas de llorar viendo a Juan Mora, a César Rincón, a Enrique Ponce o al Cid dibujando trazos eternos de plasticidad que jamás he visto en ninguna otra tribuna y oyendo a la banda municipal tocar España Cañí, Manolete o Feria de Manizales.

3 comentarios:

  1. 1. Los médicos son para mí un conflicto en sí. Tengo muchos amigos médicos, conozco muchos excelentes pero como en todas las profesiones, hay unos de los que francamente no sé qué pensar. Creo que a veces soy muy dura con ellos y dudo de todo lo que dicen, especialmente luego de una ocasión en que una neuróloga le dijo a mi mamá - después de un episodio de herpes zóster en la cara - que no entendía para qué la remitían, si al fin y al cabo ahí estaba el hueso del cráneo. Hombre, ¡lástima que el virus se aloja en el trigémino! En fin, digamos que ahora soy un poco desconfiada.
    2. Ya iba a comenzar a sublevarme al leer el inicio un tanto fatalista de este punto, pero terminó en lo que menos pensé. Últimamente quienes me rodean están obsesionados con la edad y el poco tiempo que les queda de vida, puede ser cierto que en algún punto comience una cuenta regresiva pero la idea debería ser la que has planteado: aprovechar al máximo el tiempo que queda sin mortificarse pensando en cuánto es.

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  2. El comentario número dos da tema para un post completo. Qué pena lo largo, pero es lo más valioso de esta edición, creo yo.

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  3. Sí, por eso me sorprendió encontrarlo en Comentarios Inútiles. De todas maneras, me gusta mucho el punto de vista y por lo largo, no me molesta, mi última entrada es aún más extensa, al menos así son una especie de filtro :)

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