miércoles, 25 de enero de 2012

Compartido

Cerró su edición de bolsillo de Las Cuatro Nobles Verdades, aún con el sabor de estarse equivocando, aún con ese gustillo a travesura que tenía en la boca y que no se fue incluso después del beso con el que ella lo saludó.
Ella era así, decidida a pesar de querer demostrar lo contrario. El beso duró apenas unos segundos pero la gente - que siempre murmura - empezaba a incomodarse; así que decidieron apurar el café para largarse lo más pronto posible.
- Molly dice que la dueña de este local no hace más que mirarme.
- Y hace bien. Hace bien al mirarte porque sería un gesto infinito de necedad no hacerlo.
- ¿Tú crees que sea cierto? A mí no me parece. Molly dice muchas cosas a veces sin pensarlo. Pero sí he notado la forma en que me miras tú. Se te riega por los ojos el deseo aunque trates de ocultarlo. Pero no te preocupes, se siente bien cuando un hombre que te gusta te mira de esa manera.
Sabemos ahora que él se tomó más de medio café de un sorbo y sabemos también que ella notó su afán pero se lo perdonó sin dudarlo. Ya habría tiempo para más cafés compartidos, para más conversaciones inagotables, para caminatas largas sin rumbo por la ciudad a cualquier hora; pero esa era su tarde, ese era su momento. 
Volvió a sentirse desnuda cuando, al salir del café, él la dejó pasar primero para observar una vez más sus piernas y sus glúteos. Lo imaginó besando el lunar asimétrico que se destacaba entre todas las marcas de su pecho, lo imaginó metiendo su nariz en rincones cóncavos donde ella se había perfumado con premeditación plena y fue tal vez por eso que no puedo evitar sonrojarse. Sabemos que no le sorprendió tampoco que, al tomar el taxi, él dijera sin titubear la dirección de su casa, que la besara en el ascensor como si ya hubiese llegado el Apocalipsis. No se enteró nunca que había ron en la heladera, que tenían una reserva para comer juntos en la noche. Aún con una delicada banda sonora, el proceso de desvestirse fue rápido y violento como si hubiera tenido que suceder todo semanas atrás, como si en realidad no les quedara un segundo, como si el ascenso al orgasmo compartido e imaginado por largas e interminables noches hubiera sido una expansión inexplicable del tiempo y no apenas cuestión de minutos.
No tuvo tiempo de contrastar lo sucedido contra sus propias fantasías. No pudo comparar y ya no iba a compararlo nunca.  En su cabeza apenas alcanzaba a percibir el olor de su pecho, sonreía feliz entre sus brazos, se durmió a pesar de la sed y del ardor intenso que le recorría el cuerpo.
Cuando la tierra empezó a temblar ellos no se dieron por enterados. No nos incumbe si fueron encontrados por rescatistas o por arqueólogos. En un sueño profundo compartido, sus fantasías se repiten una y otra vez cada noche.

5 comentarios:

  1. Ah, qué belleza ¿Quiénes son esos, la hermana de Molly y un amigo de las dos?

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  2. No sé Tati. Creo que es la mejor amiga de Molly. Ahí vamos construyendo personajes alrededor de esos dos.

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  3. Mañana tenemos single nuevo! Que pena lo salido de tema, pero no me aguanto ^.^

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  4. Entre más la leo, más me gusta. 10 puntos, gato :)

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