lunes, 6 de mayo de 2013

Roa

¿Alguna vez han sentido que tienen todas las probabilidades en su contra? ¿Que por más que intenten escapar a una tarea que parece impuesta por el destino no logran conseguirlo?
Esta semana mi mamá me insistió varias veces en que debía ir a cine a ver Roa, una película colombiana inspirada en los últimos días de vida del supuesto asesino de Jorge Eliécer Gaitán.
Más allá de las opiniones que pueda generar la película - que a mí en general me gustó mucho - Roa me dejó una sensación de tristeza y de desasosiego, porque en realidad a veces parecieran existir situaciones en las que es imposible escapar a un destino fatal planeado por fuerzas más poderosas - por gente más poderosa - para uno.

El personaje de Juan Roa Sierra, interpretado por Mauricio Puentes, va generando empatía a medida que van pasando los minutos y va creciendo lentamente la angustia en el espectador que sabe que ese nueve de abril Gaitán va a estar muerto, Roa va estar muerto y las esperanzas del país van a quedar maltrechas; atizando el fuego violento que Colombia tiene en su ADN, incrustado en su construcción como república, en la historia trágica de la colonia forzosa que trajeron los españoles y que no nos deja - a la fecha - ser una nación de hombres felices, justos y compasivos.

Pareciera por minutos como si Juan Roa Sierra estuviera en el corazón de todos, como si no pudiéramos tampoco escapar colectivamente de ese destino violento escogido por fuerzas más poderosas - por gente más poderosa - para todos nosotros.

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