lunes, 22 de julio de 2013

Apodos

Esta semana me preguntaron que por qué me decían Cosmo y tardé mucho tratando de explicar la anécdota tonta que le dio origen a mi sobrenombre. Durante el fin de semana he venido recordando los apodos que tuvieron mis amigos del colegio y de la universidad. 
Me acordé de "Káiser", al que mordió un perro llamado Káiser y nunca volvimos a llamar Jorge Eduardo. De "Depredador" (que no duró mucho) pero sirvió durante unos meses para denominar en secreto a una amiga de la universidad que nunca se quitaba las trenzas. Me acordé también de "el Gordito" al que siempre llamamos gordito porque el cariño no nos daba para llamarlo gordo. Me acordé de "Cachucha" que nunca se quitaba la gorra en la universidad y estaba tratando de disimular su calvicie. Me acordé también de "Moco Biche" al que al final del colegio llamábamos simplemente Moco porque cuando estábamos en séptimo le tomaron una foto en la que quedó hurgándose la nariz con el índice. Recordé también a "Poio" al que le decíamos así porque no podía decir pollo. Y también me acordé de "Filadelfia" y "Chinchiná" a los que llamaban así porque venían de esos pueblos. Me acordé de "Pelotas", de "Nucita", de "Gokú", de "Carepuño", de "Banano" (que me sirvió para un amigo del colegio y una amiga de la universidad). También me he venido acordando de "Burro con Sueño", "Platanote", "Cabecemotor", "Tiernito", "Régulo", "Chochis", "Guerrillo" y otros apodos del ejército que me van imposibilitando recordar los apellidos de sus poseedores. Me acordé del "Burro" (un tío que era muy malo para los matemáticas), del "Gato" (un amigo al que le dicen gato por el simple hecho de tener los ojos verdes), de "Anaconda" de "Garza" (alma bendita) y de otros apodos animales. Me acordé de tanta gente y me sorprendió que me costara trabajo recordar sus nombres de pila, o sus caras o qué pasó con ellos después de que dejamos de pasar tiempo juntos.

3 comentarios:

  1. En el colegio estaban prohibidos los apodos. Maricadas del Opus que me alejaron de poder tener calle, porque parte fundamental de la calle son los apodos y que el carácter se fortalezca encajándolos. Sin embargo, yo tuve un apodo que recuerdo siempre: Pastora, como las loras. Me lo pusieron los papás de una amiguita porque cuando íbamos de paseo a su finca yo les hablaaaaaaaaba todo el camino mientras ella dormía.

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  2. Y nunca supimos por qué eres Cosmo....

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  3. Los que tenemos apellido raro no clasificamos a apodo. Sin embargo, durante mi juventú tuve el pelo largo y candado. Un costeño del equipo de fútbol en el que jugaba en esos años, empezó a decirme Jesús, al poco tiempo todo el mundo me decía "Chucho".

    Saludos.

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