martes, 23 de julio de 2013

Metas


El desayuno, el almuerzo o el café con María Elisa se convierten en conversaciones adyacentes que tratan temas vecinos, como las anécdotas personales o la visión del mundo. A veces creo que esas conversaciones reemplazaron un poco al ejercicio de reflexión que era este blog hace un par de años.
El caso es que esta semana hablábamos acerca de las metas de cada uno y de las metas de los demás. De la forma en que a la gente se le va convirtiendo en una meta irse a otro país, cambiar de carro, remodelar el apartamento o tener otro hijo. 
Le contaba yo que una vez le pregunté a un amigo por qué cambiaba su carro, por qué razón conseguir un mejor carro se había convertido en su meta y por qué necesitaba hacer ese cambio. Vi a mi amigo sumido en la angustia de la imposibilidad de explicarse a sí mismo y de paso explicarme a mí por qué cambiar de carro era su meta y toda la escena fue un poco triste.
Ahora bien, ¿cuál es la meta de uno en la vida? ¿Cuál es su propósito? ¿En qué consiste esa motivación que lo lleva a uno a levantarse todos los días y trabajar? No sé si tendemos a confundir las metas con las necesidades impuestas por el entorno. Hay gente que basa su felicidad es cambiar el carro, remodelar el apartamento, tener otro hijo y esperar con fe que su equipo de fútbol quede campeón durante la temporada que viene.
Yo me tracé como meta vivir la vida haciendo música y escribiendo. Eso no parece una meta. Al menos no parece una meta concreta con plazos precisos e indicadores cuantificables. Vaya uno a saber. A veces me parece que mi amigo - el de la conversación - envidia un poco que yo viva la vida sin un rumbo claro y a veces me parece también que yo envidio un poco su forma sencilla de vivir la vida, esperando cada tanto cambiar el carro, conseguir un apartamento, tener tal vez otro hijo y esperar que su equipo de fútbol quede campeón en la temporada que viene.
A veces soy yo el que sentado frente a una taza de café o ante las preguntas de María Elisa no sé cómo justificarme a mí mismo, no sé cómo explicar mi meta y cuál es la motivación que me lleva cada mañana a levantarme y seguir escribiendo o haciendo música y por qué no me interesa comprar un carro, cambiar de apartamento, tener un hijo o esperar con fe que un equipo de fútbol quede campeón en la temporada que viene.

4 comentarios:

  1. Hace poco hablaba con alguien acerca de cómo se confunde deberle a un banco con progreso. Me parece de las peores trampas.

    Me he alejado de mis amigos, sus metas son cuantificables, medibles. Las mías ya no.

    Explicarle a alguien la visión propia de la vida es una labor titánica. Es difícil comunicarse con claridad y algo tan complejo, subjetivo y lleno de matices, además de cambiante, como es la vida, los objetivos; da para una conversación de nunca acabar. Y eso, en últimas es algo muy bonito.

    Saludos.

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  2. Una de mis metas este año ha sido dejar atrás los rencores y vergüenzas pendejos (casi siempre conmigo misma) que me han alejado de la gente, volver a contactar a personas a las que quiero todavía mucho y mantener el contacto.
    Voy bien por unos lados, aunque no todos. Es una meta que me da felicidad.

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  3. le dejo una: acumular títulos y cartones que hagan creer que tenemos metas.

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  4. En mi blog no fui capaz de hablar de esto: yo quiero acercarme a la virtud por el camino de fortalecer la disciplina y la voluntad; dos cosas que hasta ahora no he cultivado porque "uno se puede morir mañana" y esperando eso ya casi cumplo 40 años de no exigirme casi nada. Hay cosas muy gratificantes, en un nivel muy diferente al del placer inmediato, que cuestan un poco... Por primera vez hice una lista de 5 cosas que no me generen frustraciones, que yo pueda manejar y que me ayuden a fortalecer esos músculos. Voy bien. No son metas, son actividades, pero le apuntan a cosas más grandes que ellas mismas. Ahí voy. Creo que si me comprometo con eso, entonces cuando llegue el momento de enfrentarme a una meta me parecerá más fácil. Yo tampoco he tenido nunca un plan (tal vez este sea el primero, nunca hago resoluciones de año nuevo), he vivido el presente sin equilibrio; tampoco encuentro cómo justificarme más que diciendo que es lo que quiero hacer y que esa es toda la justificación que necesito... Y creo que para muchas cosas es así, pero también creo que para otras no. Uno no le puede aplicar la misma fórmula a todo en la vida.

    Por otro lado, uno siempre añora algo de lo que tienen los demás: cambiar de carro año tras año. Así esa meta no se parezca para nada a uno.

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