domingo, 2 de agosto de 2009

Comentarios Inútiles II



  1. Me gusta la gente que duda si quiere o no quiere tener hijos. Desconfío de aquellos que tienen la-plena-certeza de querer reproducirse en algún momento de sus vidas. El mundo está muy patas arriba: Tienes que estar muy loco o ser demasiado egoísta como para no pensar en los que van a quedar aquí el día en que te vayas para siempre. No digo que tener hijos sea un crimen, digo que es desequilibrado no dudarlo al menos.
  2. Extraño la década de 1990 todos los putos días de mi vida. Esta década parece no tener identidad, no ha tenido una corriente musical que me enganche y todos los fenómenos surgidos de Internet tienden a asquearme. Me siento como un cuarentón desde los 20. No me gusta este mundo en el que todo el que sea diferente es considerado terrorista, no me gusta este mundo de paranoia e inestabilidad, no me gusta este mundo de aislamiento y de socialización “en línea” (aunque me haya traído sorpresas gratas). No me gusta estar disponible a toda hora para todo el mundo y recibir un reclamo si no respondo una llamada: me robaron el celular en el centro de Bogotá y me sentí aliviado. Extraño los noventas todos los putos días de mi vida: La voz de mi profesor de cuarto de primaria, la noticia de la muerte de Bernardo Jaramillo Ossa en un pasillo del colegio (1990); el punto máximo de Soda Stereo, la portada del Dangerous de Michael Jackson, el Nevermind, el álbum Negro (Metallica), el Achtung Baby, el Cielo de tambores de Niche y todos los discazos de ese año – abrir los ojos a la música - (1991); el embarazo de mi mamá, los domingos de Pizza de Primus, el quinto centenario, la academia musical Rafael Pombo (1992); tocar con el grupo musical del LANS, las primeras llamadas telefónicas, el nacimiento de Paula y Luisa (1993); odiar el álgebra de Don Abel, la muerte de Kurt Cobain, el acetato de “Are you Gonna Go my Way?” en el apartamento de Beto, las primeras minitecas en festivales de colegio, mi primer beso en un parqueadero de Villa Pilar II (1994); odiar aún más las ecuaciones cuadráticas, la Beatlemanía desatada por las antologías (1995); enamorarme por primera vez y por primera vez sentir el dolor adolescente de un rechazo, dejar de comer en el colegio y dejar de montar en buseta para comprarme todos y cada uno de los álbumes de los Beatles (1996); conocer al “amor de mi vida” y tener por unos instantes esa certeza, la terrible sensación de ver morir a un amigo, sufrir por tener un solo par de zapatos para llevar al Pre-Icfes, el Pop de U2, mi etapa canina (1997); pasar un año bajo las órdenes de militares, aprender más sobre mí mismo, valorar la libertad sobre todas las cosas, colgarme por primera vez una guitarra eléctrica en el escenario, enamorarme de mi mejor amiga (1998); entrar a la universidad, interesarme por la palabra escrita y conocer por primera vez el significado de la palabra traición, escribir mi primera canción, armar una banda de rock con mi hermano y un “curso” (1999). Esta década se va a acabar y me pasó por encima, como un avión que hace ruido y nos corta la conversación.
  3. Jam On, Michael! Una de las grandes cosas que nos dejó la década del 80 fue que en aquel entonces el mundo tuviera como ídolos máximos a una mujer y un afroamericano: Madonna y Michael Jackson. Nadie en la tierra podía ser tan cool como ellos. Nadie podría agarrarse la entrepierna con tanto estilo. ¿Imaginas eso en el mundo conservador de Ronald Reagan y Margaret Tatcher? ¿Dónde están las transgresiones por estos días?
  4. En primaria me enseñaron que había dos Alemanias, que existían en Europa dos países llamados Checoslovaquia y Yugoslavia, que Colombia estaba dividida en departamentos, intendencias y comisarías y que la otra gran potencia del mundo era la Unión Soviética. Antes de tu existencia, pequeña, el mundo era muy distinto.
  5. Hasta hace poco no toleraba a La Oreja de Van Gogh. Ahora que se fue Amaia Montero y entró esta nueva cantante al menos ya puedo ver sus videos con el TV en silencio.
  6. Nada como insertar el pulgar en la fosa nasal, atrapar a las malas ese corpúsculo que no te deja respirar bien, impulsarlo con el pulgar y el índice lo más lejos posible y seguir leyendo bajo la sombra del árbol.
  7. No he leído ni uno solo de los libros de la saga de Twilight, ni creo que vaya a asomar mis narices a ese fenómeno de lectura adolescente (y las películas, bueno… tal vez en un Expreso Bolivariano). Querida emo: En vez de leer la respuesta americana a la saga de Harry Potter, deberías sentarte a leer Dracula de Bram Stoker; una novela que revolucionó la escritura decimonónica por su narrativa novedosa y por el altísimo contenido sexual que inquietó a la godísima Inglaterra victoriana y que – por cierto – es el papá y la mamá de las novelas sobre vampiros. ¡No te conformes con el fruto! ¡Busca la raíz de las cosas!
  8. ¿Qué tocas? –Rocksito. ¡No por Dios! ¡No digas rocksito, no digas rocosito, no digas rocksito! El rock es rock, no es rocksito. Si tocas rocksito dedícate a otra cosa.
  9. ¿Por qué la gente sigue creyendo que es una buena idea llevar sus perros a una feria de comidas como AlimentArte? En serio: son perros hambrientos y babeantes en un lugar atestado de gente tratando de comer. ¿Les suena lógico?
  10. Estuvieron en el Estadio Palogrande de Manizales. Creo que fue en 1996. Ricky Martin abrió el concierto y lo cerró Shakira. No se rían, que es cierto.

3 comentarios:

  1. Si, yo también me siento cuarentón desde hace rato. Es triste pero cierto.

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  2. A los 20 yo me sentía más Horacio Oliveira que ahora.

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  3. igual es bueno saber que no fui el primero, no soy el único y no seré el último.

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