miércoles, 25 de noviembre de 2009

Ni con el pétalo de una flor

Me llamó la atención esta mañana el discurso vía Twitter de Sebastián Yepes sobre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Y me llamó la atención por tres motivos, que quisiera destacar de forma pública:
1. Sebastián es un alma genuinamente buena, un espíritu naturalmente bienintencionado y los que lo conocemos (personalmente o a través de la música) debemos apreciar y aprender de esa riqueza espiritual. Su preocupación por las causas justas y por el bienestar general de la humanidad es sincero. En tiempos en los que ser bueno es una tendencia cool, admiro que Sebastián lo sea de verdad y se muestre ante el público tal como es. Mis respetos, mi admiración y mi cariño por eso.
2. La violencia contra la mujer me parece un atavismo tan condenable como la segregación racial; una cosa tan ajena a nuestro tiempo como el feudalismo o la antropofagia. Es increíble, pero es cierto y es una realidad que debemos eliminar. Creo que la violencia física es el arma de los mentalmente escasos, de los intelectualmente débiles, de los pobres de espíritu, de los inseguros, de los que no pueden hacerse entender con palabras. Y no es un fenómeno exclusivo de los estratos bajos, o de las personas que no tienen acceso a una educación básica. Infortunadamente el maltrato permea todos los estratos y niveles educativos.
3. La continuidad del maltrato físico a la mujer es una culpa compartida por el victimario y la víctima. ¿Se acuerdan del caso de Lissette Ochoa, golpeada por su esposo, contraportada de la revista Soho en agosto de 2006? ¿Se acuerdan del escándalo, de la demanda, del proceso de divorcio? ¿Se acuerdan de las fotos de Rihana golpeada por Chris Brown a principios de este año? Bueno, pues ambos casos - después del escándalo mediático - terminaron en reconciliación, en perdón y olvido. Y es precisamente por ello por lo que el fenómeno del maltrato físico a la mujer se mantiene. Así que el discurso no debe centrase sólo en culpar a los hombre trogloditas y violentos, sino también en llamar la atención de las mujeres que aceptan su papel de víctimas con resignación y en silencio, perdonándolo todo en nombre de la dependencia y la inseguridad que se disfrazan de amor (el amor es otra cosa, creo yo).


Como decía Sebas esta mañana en Twitter, las mujeres son nuestra inspiración, nuestra fuente de vida y muy seguramente nuestra perdición. Ojalá las parejas aprendieran, en este siglo XXI, a amar de forma más espiritual y civilizada. Y como dice el viejo y conocido refrán... "Ni con el pétalo de una flor".

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