jueves, 12 de noviembre de 2009

Zeta


No creo en el amor a primera vista, pero fue algo así. La jaula tenía tres gatos iguales. Dos extrovertidos que clamaban por atención y un tímido que se quedó al fondo esperando entender lo que pasaba. Tenías las naricita negra y las orejas grandes. Tu pelaje atigrado no me pareció de lo mejor. Ella dijo que ibas a ser un gato muy bonito, así que decidimos sacarte de la ADA en una cajita de cartón después de llenar todos los papeles de adopción. Era la tarde del sábado 17 de noviembre de 2007. Te llamamos Zeta incluso antes de tomar el taxi. Sabía que iba a ser otra vez esa entrega, ese deber, esa responsabilidad de tener que mantener arena, comida y agua aunque la situación económica no fuera la mejor. Si pudieras entender lo que digo te lo explicaría todo. Te contaría que te llamas Zeta por un músico que admiro mucho y que por culpa de ése Zeta tuvimos esa primera fiesta en la que te amaneciste con nosotros, que Catalina te trajo esa pelotita de luces que te fascinaba, que me la paso frente a un computador porque así es como la gente consigue el dinero para comprar comida y pagar la arena. Te explicaría que, aunque pienses lo contrario, yo no soy un gato y la mejor forma de demostrarme tu cariño no es morderme la base del pulgar. Te explicaría por qué razón en esta casa siempre hay música, por qué Sebastián se divierte tanto haciéndote hablar, por qué Manuel se empeña en quitarte el collar rojo a toda hora, por qué Isabel te dice gordo, por qué Cristina no ha vuelto a visitarte pero siempre pregunta por ti.
Si me entendieras tendría que enseñarte la diferencia entre el bien y el mal y tendría que preocuparme por tu educación, tendría que tratar de controlar tu peso, tendría que exigirte cosas para las que no estás hecho, tendría que contártelo todo y serías mi mejor amigo.
Pero solo estás ahí dormido y en unos minutos abrirás los ojos para lanzarme preguntas de color verde, y me dirás sin palabras "aquí estoy", y te levantarás entre alegatos a buscar agua y comida y al pasar por el supermercado traeré tu bolsa de galletas y me recibirás entre maullidos, diciéndome que sonó el teléfono, que estás harto de estar solo, que tal vez el collar está muy ajustado, que si pudiera entender lo que dices me lo explicarías todo.

3 comentarios:

  1. Me encantó, es un texto muy tierno y por supuesto Zeta es hermoso, lo que más me gusta es su pelaje atigrado.

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  2. Yo también me enamoré de Zeta... :'((nandita)

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  3. que belleza de escrito, las mascotas ya son parte de nuestra familia, ellas están con nosotros en todos los momentos y no les importa como nos veamos!

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