miércoles, 18 de noviembre de 2009

Recién Cansado


Anoche le decía a Manuel que estoy harto. Necesito unos días alejado de la presión, de Bogotá, de mi gato pidiendo comida, de las pizzerías de la 45, del agobio de saberme atrapado en mi propio invento. Del dilema diario del cómo pagar las cuentas. De la culpa, de la tortura de haber tenido lo que quería y haberme deshecho de ello por un deseo autodestructivo que no logro comprender.
Quisiera que fuera enero. Enero es como los lunes y los lunes me encantan. Quisiera estar sentado con Charlyz, con Mauricio, con Beto, con Jose, con Santiago, con Misael, con cualquiera de esos tipos que me son útiles única y exclusivamente porque me ofrecen amistad, porque oyen mis cuentos y a cambio yo escucho los suyos.
Quisiera estar viendo un atardecer en Chipre, bajo una tarde soleada en la Plaza de Toros, quisiera estar tomándome una cerveza sin pensar en nada; con ese sentimiento playero que sólo me da Manizales. Quisiera estar acostado viendo televisión con mi mamá, hablando con mi papá de cualquier cosa, en cine con mis hermanas, bailando con alguna tía o alguna prima, comiendo cualquier cosa preparada por mi abuela Cecilia, o en la terraza de mi abuela Aceneth, o abrazando a todo el mundo porque son las doce y "yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado muy pero muy cansado".

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