lunes, 31 de mayo de 2010

Only the good die young

Termino el mes de mayo, este mes que fue una mierda, rescatando de mi cuenta en MySpace una entrada en el blog que quisiera conservar. Voy a cerrar la cuenta de MySpace y no tengo copia de este texto doloroso, escrito directamente en la caja de texto.


Manizales, diciembre 14 de 2007
04:21 am. No logro dormirme desde que Sergio me llamó a las 03:42. Pensé que por algún motivo estaba borracho y me llamaba a decirme alguna tontería. Las llamadas a mitad de la noche ya no me asustan. Siempre pienso que es un amigo borracho, siempre creo que me están llamando de una fiesta. Pero Sergio no me dejó ni saludarlo. Soltó la bomba en una sola frase:
- Juan: se mató Nicolás Ramírez.
¿Cómo? ¿Nico? Es así de sencillo. La muerte es como una rifa que nadie quiere ganarse. A esta hora no sé muy bien lo que pasó. Un accidente de tránsito, fiesta de la empresa, Nico el único muerto. Sergio estaba increíblemente alterado y con su llamada se libró un poco de ese sentimiento para transferírmelo a mi. ¡El Gato! No puedo más que pensar en El Gato. Y Sergio me dice que fue precisamente El Gato quien le avisó y que está vuelto una mierda. 2007 no ha sido un buen año para él. En marzo la mamá y en diciembre el mejor amigo. ¿Para qué lo llamo ahora? ¿Lo voy a llamar a preguntarle cómo está sabiendo que a su alrededor rondan los destinos fatales? Sé que se siente miserable, que se debe estar reprochando como nosotros por seguir vivo en un mundo como éste, en que sólo los buenos mueren jóvenes ("One by one only the good die young").
Y Nico: 25 años, brillante ingeniero electrónico metido en el sector del software. Un buen trabajo, un buen salario, un tipo con el que yo compartía un gusto por Borges que era casi como una afición a una banda de rock o a un equipo de fútbol. Fue mi estudiante durante un tiempo y su facilidad para aprender me facilitaba mucho el trabajo.
Cierro los ojos y trato de dormir y no lo consigo. La única imagen que viene a mi cabeza es la de Nicolás, El Gato y yo sentados mirando al patio de Isabela Caicedo. Los tres estamos borrachos y Nicolás llora. Nos dice que lo único que pide es vivir y ganar lo suficiente para darle a su hermano Sebastián una vida digna. El Gato trata de consolarlo. Prendo un cigarrillo y sigo mirando al patio.
¿Cómo coño voy a dormirme ahora?
A la larga me importa un culo graduarme hoy de Comunicación Social si mirando hacia atrás voy a recordar esta fecha como el día en que se murió Nico, que vivíamos a menos de 5 cuadras y no sacábamos tiempo para vernos, que desde que se acabaron las clases de inglés había caído entre nosotros dos una bomba de silencio, que nunca hablamos del libro de Edgar Allan Poe que le presté y del que íbamos a hacer un examen final. A la larga no importa nada de eso. Los buenos se mueren primero y a esta hora de la madrugada en la cara interior de mis párpados Nicolás está llorando, El Gato lo consuela y yo sigo, simplemente, mirando al patio.

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