jueves, 14 de octubre de 2010

Mi sueño

A veces tengo problemas para recordar ciertas cosas. Esta mañana, por ejemplo, traté de recordar en qué ciudad despertaba. Miré a la derecha, te vi durmiendo y recordé que estamos en algún lugar del Caribe, que la próxima semana cumplirás 60 años y que quisimos escapar de todo para celebrarnos mutuamente una vez más. Tomé la libreta de apuntes que guardo bajo la almohada y que he convertido gracias a tu consejo en un diario de sueños. Esta mañana soñé que otra vez tenía veintitantos años y me despertaba en tu cama y era la mañana de un miércoles cualquiera. No me preguntes cómo lo sabía, pero era miércoles, se sentía en el aire, tú lo sabes, hay días que tienen cara de miércoles y hay días que tienen cara de otra cosa. Otra vez esperar que el agua estuviera caliente y entrar a la ducha, preocuparme por las labores del día, por tratar de despertarte para que no llegaras tarde a la oficina. Salí de la recámara y el sol de junio ya estaba tostando la piel de la gente. "Estoy en un crucero de viejos", pensé, y recordé que mi papá me dijo un día que de no ser porque los achaques del cuerpo le recuerdan a uno la edad, uno se quedaría mentalmente en los 25 para siempre. "Estoy en un crucero de viejos con ella", pensé mientras pasaba por el bufete y desayunaba frutas. Pedí a uno de los meseros que te llevara el desayuno a la habitación y agregué una propina generosa. Ahora tengo esa manía de anotarlo todo, de querer recordarlo todo, de escribir todo en esta libreta que no sólo es un diario de sueños y que me acompaña mientras te espero en el salón de baile. Corté y limpié bien mis uñas, me afeité al ras, me peiné con cuidado, perfumé mi camisa, mi corbata, lustré mis zapatos y estoy estrenando medias. Con el paso de los años me he vuelto cuidadoso porque sé que aprecias eso, nos hemos amoldado el uno al otro de una forma que no imaginamos cuando teníamos veintitantos, cuando despertaba en tu cama y me preguntaba si los días tenían sensación de miércoles o de otra cosa. Te veo entrar por la puerta del salón de baile y me buscas con la mirada, de un lado al otro, porque la vanidad no te deja ponerte las gafas. Es mi sueño, ahí está mi sueño buscándome, adornado con un traje negro y trepado en sus zapatos altos. Cerraremos la libreta, bailaremos un poco. Esperemos que esta noche haya canciones viejas para celebrar amores duraderos.

1 comentario:

  1. Waoooooo ....que bello.Y ese que bello al terminar de leer me salió en voz alta.
    Escribes excelente.

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