sábado, 4 de diciembre de 2010

Buda y yo

Dicen que cuando el alumno está listo el maestro aparece. Quince días después de mi nacimiento mi papá y mi mamá me llevaron a la iglesia del barrio San José en Manizales para bautizarme como católico. Casi a los 11 años de edad recibí mi primera comunión y me confirmé a los 15. Cuando conocí a Cristina me sorprendieron dos cosas: Que hubiera leído Cien Años de Soledad en un solo día y que hubiera decidido no confirmarse en su colegio de monjas porque "no estaba segura de la existencia de Dios". Era fuerte ese pensamiento para una niña de 15 años y mi conclusión fue que yo me confirmé porque en el colegio todos nos confirmamos y punto. Años más tarde fui el padrino de confirmación de mi hermano Manuel, y el padrino de bautismo de mis primos Lucas y Nicolás. Mi hoja de vida con la iglesia católica parecía impecable, pero a medida que asistía a más y más de esos ritos mayor era mi escepticismo frente a mi propia fe, o más bien, la fe de mis padres.
Cuando Cristina y yo planeábamos casarnos pensábamos hacerlo en una ceremonia civil y estábamos casi seguros de no querer traer hijos al mundo: Nuestros colegios de curas y monjas estarían muy decepcionados. Cuando abrí mi cuenta de Facebook lo que más me invasivo me parecía era la pregunta sobre la fé. "Ninguna", pensé. Primero puse "Ateo" y luego, a manera de chiste: "Budista".
Cuando asesinaron a mi tío John (30 años, buena vibra, sin líos aparentes) mi mamá le dijo al Padre Manuel (un amigo de la familia) que Dios no existía: "Si Dios existiera no permitiría que esas cosas pasaran". A mi tío John lo enterraron con misa y rito católico. Rezamos la novena de rigor e hicimos nuestro duelo. Sin embargo, dos de sus hermanos que habían estado explorando otras creencias nos invitaron a todos a un par de sesiones de meditación en los que repetíamos mantras para ayudarle a mi tío a dejar este mundo en paz.
En marzo de este año empecé a hacerle preguntas a mi tío Danilo sobre buda y me gustaron sus respuestas sencillas. En mi cuarto hay una imagen del buda de la compasión infinita, tengo un dorje/vajra que me ayuda a romper obstáculos en los momentos precisos y me siento más en paz repitiendo "Om Mani Padme Hum" que "Padre nuestro que estás en los cielos".
Me vi en la encrucijada: Si esto me llama tanto la atención tengo que estudiarlo. Leí Las Cuatro Nobles Verdades de Buda, leí un folleto sobre el budismo de Nichiren, compré Budismo para Dummies y ahora tengo más preguntas que respuestas. 
La mejor pregunta me la hizo uno de mis estudiantes de inglés, Nicolás, que tiene 12 años y me bombardeó con esto: ¿Entonces vas a dejar de ser cristiano? "No sé", le respondí a él, pero mi respuesta mental fue "Realmente nunca lo he sido".
Lo que me gusta del budismo es una cosa muy sencilla: Entre la divinidad y yo no hay intermediarios. No necesito acudir a un lama, a un buda o a un templo para hallar a Dios porque Dios está dentro de mí. Si algún día puedo darme el lujo de definirme a mí mismo como un budista laico no será porque sea muy cool, porque celebridades como Sting, Roberto Baggio o Steve Jobs lo sean o porque quiera evangelizar a la gente a mi alrededor; sino más bien porque estoy de acuerdo en que todas las evoluciones (particularmente la evolución espiritual) son caminos individuales en los que uno decide involucrarse, y esta fe me permite alcanzar la misma iluminación que empezó a perseguir Siddharta Gautama a los 29 años.
Dicen que cuando el alumno está listo el maestro aparece. Por ahora seguiré estudiando por mi propia cuenta, cuando esté listo aparecerá mi maestro.

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