martes, 31 de agosto de 2010

And I wonder...

De la sala a la cocina no hay mucho tiempo para hacerse preguntas, para hipotetizar si tú y yo, si es lo correcto, si alguien va a salir herido, si hay o no hay mejores opciones. Todo se siente tan natural, tan real, tan sencillo que las preguntas pueden quedarse entre mi maleta con esos libros contradictorios que estoy leyendo. Pongo el café y la galleta de chocolate sobre el comedor, te abrazo por la espalda y te doy un beso en la mejilla, a lo que respondes preguntando por qué estoy tan cariñoso. Como no me hago preguntas no tengo respuestas, así que te beso en el cuello antes de regresar al sofá. Cierro el libro de Kiyosaki que me dice que me haga millonario y abro el de Prabhupada que dice que me deshaga de cualquier apego. Todo es tan claro y simple en esta tarde de domingo que no me parece inconcebible tomar ambos consejos. Mi café se enfría, los gatos se acomodan junto a mí, te miro por encima del libro y amo las expresiones de tu rostro cuando estás trabajando y repites en voz alta lo que estás escribiendo para corregir los últimos detalles. Eres adicta a las comas y a las frase subordinadas, pero en general escribes bien y tienes una ortografía impecable; lo que me hace quererte aún más. Afuera hay un sol radiante, los chicos elevan cometas y se oyen los cantantes de una fiesta malentonando el Cumpleaños Feliz, pero aún así no hay otro lugar donde prefiera estar en este momento. Me dices que te duele la espalda. Te digo que todo este esfuerzo es una situación pasajera, que a la vuelta de unos meses habrá resultados tangibles. Hablamos a intervalos sobre personas que conocemos. A veces cantas. No quiero hacerme preguntas, pero es inevitable imaginar si este tipo de perfección puede durar para siempre. Abro el cuaderno y me pongo a escribir. Trato de ser casi invisible para no romper tu concentración. Inclino la taza hasta sacar la última gota de café helado. Ahora eres tú quien me está mirando a través de esas gafas que ya no te sirven de mucho. Ambos sonreímos.

2 comentarios:

  1. "Bonito, todo me parece Bonito"... no hay nada mejor que un domingo de amor, nada existe por encima de eso, la irrealidad encantadora sucede los domingos, hay más piel, más silencio, más gestos cariñosos, más descanso y por supuesto, más serenidad para amar.

    ResponderEliminar
  2. Finally a good sunday for the Fellowship of the STUD'S President.

    ResponderEliminar