martes, 1 de junio de 2010

Para Lucas



Bogotá, febrero 2 de 2007

Sábado 1 de febrero de 1997

Interior Noche

Estoy en la sala de mi casa, vestido de corbata como no acostumbro hacerlo. Me llamas y me dices que todos están reunidos en Las Colinas; que estás en un teléfono público en la avenida y que quieres estar con tus amigos, que estás contento. Te digo que estoy cansado, que acabo de llegar del matrimonio de una tía y que quisiera meterme a la cama y dormir hasta el lunes. Me dices que no sea aguafiestas, que justo esa tarde te compraste esos discos de los Beatles que te había recomendado y que no has escuchado nada mejor en tu vida, que estás contento, que por primera vez en semanas estás contento y que quieres ver a todos tus amigos. Te digo que será mañana, que nos tomemos una cerveza en la tarde. Me dices que a lo mejor te vas de viaje, de paseo; que todos están juntos y que sólo falto yo. Te digo que me da pena, pero que no voy a ir. Me dices que está bien y te despides con un "Hablamos mañana".

Domingo 2 de febrero de 1997

Interior Día

No encuentro las lágrimas. Se me han perdido. Todo sucede tan rápido que no alcanzo a darme cuenta. Marcelo se me acerca cuando estoy en la capilla. Tiene una pequeña herida en la mano. Guardamos silencio. Me dice lo que yo ya sé, que todo ha pasado muy rápido. Que la mañana estaba soleada como lo está la tarde, que cuando paraste a tanquear la moto le pasaste a él tu casco y que de ahí en adelante aceleraste como loco, como sabías hacerlo. Que cuando todo se salió de control él salió volando hacia un costado y tu seguiste deslizándote por el suelo con la moto entre las piernas. Que tu cabeza se estrelló de frente contra un jeep que subía a toda velocidad. Que no hubo gritos, que no hubo dolor ni largas agonías. Que te quedaste tendido en medio del pavimento. Marcelo tampoco encuentra sus lágirmas. Salimos de la capilla a la cafetería y nos tomamos un tinto.

Lunes 3 de febrero de 1997

Exterior Día

Hoy el sol no se ha asomado. La tarde es una nube gris inmensa, una constante amenaza de lluvia. Es el primer día de mi último año en el colegio y no voy a clase sino al cementerio. Me pongo de nuevo la corbata y el vestido que no alcancé a lavar. El padre rector oficia la misa. La banda (tu banda) lo acompaña y el nuevo primer trompetista toca para su predecesor un minuto de silencio. Tus tíos y no sé quién más se han echado al hombro tus restos. Nosotros estamos viéndolo todo de lejos. Cuando empiezan a echar tierra sobre tu ataúd logro llorar por primera vez. No puedo creer que a los 15 años ya tengas una tumba. Nos vamos a casa, estamos todos en alguna calle de Chipre y alguien se acerca a decirnos que tu mamá quiere vernos.

Interior Noche

No es la noche propiamente, es el atardecer, la penumbra. No hay energía eléctrica en Chipre y tu mamá está sentada en tu cama. Nosotros llegamos al cuarto y saludamos. Ella nos dice que no nos vayamos, que no la dejemos sola, que nosotros éramos tus hermanos y que ella no quiere sentir esa casa vacía, que no nos vayamos nunca. Y cierro los ojos y han pasado los años y no puedo dejar de preguntarme cómo hubieran sido las cosas si no hubieras muerto, sómo sería tu cara a los 25, si seguirías tocando, si nos seguiríamos viendo. Y encuentro mis lágrimas de nuevo, y de nuevo estoy en tu cama. Y es como si no me hubera ido. Como si no me hubiera ido nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario