lunes, 14 de junio de 2010

Tres Noches en Nueva York III

VII
13-07-07
A pesar de poco tiempo de sueño te levantas antes de las 7:00 a.m. y te metes a la tina. El agua está hirviendo y tus amigos duermen. Por primera vez en varios días tus pies reciben el trato que se merecen. Después del baño sales a caminar por la Quinta Avenida. Escuchas ruido en el Rockefeller Center y te animas a entrar pues sabes que alguien está tocando. La gente grita, las cámaras se mueven suspendidas en grúas por toda la plazoleta. Cuando ya te acomodas empieza a tocar KT Tunstall y te emocionas... hasta bien adentro, hasta la fibra más escondida de tus huesos. Piensas que deberías vivir una temporada de tu vida en New York y sientes una pequeña tentación de llanto cuando suena "Big Black Horse and the Cherry Tree". Sales del Rock Center cuando se termina el show y caminas hacia Times Square para comprar algo en el Hard Rock Café.Charlas un rato con la dependiente, que te invita a pasar a la planta baja donde hay un montón de piezas de colección: El teclado con el que Trent Reznor grabó "The Downward Spiral", una foto de infancia de Kurt Cobain, un vestido de Gwen Stefani. Pero se te entrecorta cierra la garganta y te tiemblan las rodillas cuando estás parado frente a 4 trajes y 4 maletines que alguna vez usaron tus más grandes ídolos: The Beatles. A la izquierda hay un bajo Hofner de Paul McCartney, A la derecha la guitarra con la que George Harrison tocó el Concierto para Bangladesh. Y ese es sólo el comienzo. Las emociones más fuertes llegarán al atardecer.

VIII
13-07-07
Pasas casi todo el día en el hotel hablando con medios de comunicación. Te hacen las mismas preguntas una y otra vez. Tanto que imaginas respuestas distintas respuestas estúpidas para la misma pregunta. Estás exhausto. Lamentas que el tiempo en New York se esté acabando. Sin embargo, te debes a ti mismo una peregrinación.


IX
13-07-07
Sales del hotel armado de cámaras y con una ansiedad terrible en el corazón. Piensas en lo que sentirías si esa mujer estuviera contigo. Te metes al subway rumbo a la 72nd West junto a Central Park. Al llegar a la estación el corazón se te acelera. Según tus cálculos estás debajo del Dakota. Al subir las escaleras y ver de nuevo la luz de la superficie todo a tu alrededor se congela, no importa el ruido de los carros, las voces de los demás... el tiempo se detiene. Es un edificio majestuoso. Sabes que cuesta un dineral vivir allí y te imaginas la arrogante felicidad de John Lennon al recibir a Paul McCartney en alguna de sus inoportunas visitas al Dakota. Piensas en su obsesión por los números, en sus gatos, en el ejército de sirvientes y la increíble colección de obras de arte. Posas para las fotos, pero tu cabeza está en otro tiempo. Puedes sentir la infinita tristeza de John, la ambición insaciable de Yoko, lo imaginas escribiendo sus diarios y mirando al Central Park, fumando un poco de yerba tailandesa, jugando con Sean. Imaginas sus votos de silencio, sus dietas autoflajeladoras, su adicción a la cafeína y sus esfuerzos por dejar el cigarrillo. De pronto suenan en tu cabeza la disparos que te cruzan la aorta y la tráquea y quieres dejarte caer sobre el pavimento, entregarte a los brazos de una noche invernal neoyorkina... son las voces de tus compañeros que te llaman, que te invitan a cruzar la calle para ir a Strawberry Fields.
Central Park es como un tempo de silencio en el corazón de la isla de Manhattan. Junto al pequeño monumento que hay en el piso, varios hippies cantan y tocan guitarra. Si hubiera una tumba dejarías una flor, tu peregrinación no está completa sin una ofrenda, así que sacas un pick de guitarra, lo firmas por un lado y por el otro escribes tu mensaje para John Lennon. No importa que más tarde un empleado del parque remueva tu ofrenda. Ya estuviste allí. Es hora de regresar al metro. El midtown está esperando.

X
13-07-07
Es el 13 de julio del año 2007. Estás seguro de que alguien que conoces cumple años ese día. Te esfuerzas por recordarlo pero es imposible. Vas caminando con tus socios sin rumbo, después de descansar un rato en el Rock Center. Los pies te están matando, ¿pero cómo regresar al hotel? ¿Cómo querer dormir si esta podría ser tu última noche en New York? Te juras a ti mismo que vas a volver. Son las 9:00 y el sol empieza a ponerse. New York es un estado mental, piensas de nuevo. Es más una forma de afrontar el mundo. Te haces la promesa de regresar.
Entras a una tienda en la que venden de todo y empiezas a curiosear en la sección de música. Agotando tus últimos dólares compras el disco de Lilly Allen, no sin antes curiosear en la sección de Rock en Español y sentirte ofendido porque todos los discos cuestan 10 dólares y el último álbum de Maná cuesta 24. ¿Es que no existe la justicia en el mundo? En una de las estaciones virtuales de búsqueda y escucha de discos encuentras un recopilatorio extraño de Soda Stereo... recuerdas que fue en New York, hace casi 20 años, que ellos grabaron el Doble Vida. Dejas que suene a todo volumen "Lo que Sangra" antes de salir de la tienda. Te encabrona un poco que la experiencia de comprar música sea como la de ir a un supermercado, que ningún empleado sepa lo que buscas, que no sea como hace años.
Vas a Times Square y tomas las obligatorias fotos de noche. Broadway está hirviendo de turistas que entran a los teatros. Tu hermano está buscando unas gafas de sol y preguntas por ellas en un carrito callejero. Como no compras nada, el vendedor te dice: Si no quieres las gafas, tengo algo mejor... cocaína. Y ahí piensas en tu país, y en toda la gente que ha muerto o se ha vendido para que este tipo te esté ofreciendo cocaína en un viernes cualquiera, en una calle cualquiera de Manhattan. Sientes un deseo inmenso de golpearlo, pero serías tú y tus dos socios contra tres negros gigantescos. Te tragas la rabia y de corazón lo maldices mentalmente.
Paras a comer falafel en un puesto callejero. Es un descanso. Los tres se miran y sienten que lo han logrado, que sobrevivieron y que se lo merecen. Nadie dice nada.
Es casi la media noche cuando entras en tu habitación. Prendes el televisor y están pasando Seinfeld. Te da risa. ¡Qué final más adecuado! Tu show de TV favorito en el lugar que retrata.
Das un último vistazo por la ventana con la maleta ya empacada. Estás parado en pantaloncillos junto a la ventana de la habitación 906 del Hotel Roosevelt, en la esquina de la avenida Madison con calle 45. Miras al cielo y quisieras hacer de ese momento una eternidad. Miras al cuarto de la chica desnuda y la cortina está cerrada. Ya te lavaste los dientes. Puedes meterte a la cama.

XI
14-07-07
El sol no ha salido aún. Tomas el carro que te llevará de vuelta al aeropuerto JFK. Al cruzar los puentes que te sacan de Manhattan empieza a amanecer. No quisieras irte. Te preguntas si tu novia te habrá extrañado realmente o si habrá descansado de ti. Quisieras cerrar los ojos y despertar junto a ella en tu cama, en Bogotá, regresar instantáneamente al estado mental que es la capital colombiana, pero sabes que New York va a quedarse en un tu cabeza durante unas semanas.
El carro se acerca a la puerta de ingreso de Avianca.
Hacer el registro es triste... como despertar de un buen sueño.

4 comentarios:

  1. No entiendo por qué nadie le comenta acá... le pregunté a Misael. Me dijo que sí le comentan el post de fb, pero que como Usted es medio famoso (así me dijo) la gente se inhibirá...

    Me gusta mucho su blog!

    Voy a obviar la parte suya que es famosa, o medio famosa, y le voy a seguir comentando...

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  2. Si fuera famoso (como dice Misael) tendría miles de seguidores en este blog. A la fecha tengo 21 pero son más valiosos que una horda de lectores que me siguieran por lo que soy y no por lo que escribo. Gracias por leerme y espero los comentarios.
    Un abrazo.

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  3. Yo no había visto esta entrada.
    NYC es una de las ciudades más emocionantes del mundo.

    Como Manhattan es tan chiquito, cada tres cuadras uno se encuentra algo que le hace dar escalofríos o aguar los ojos.

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  4. Es increíble Manhattan, es simplemente increíble...

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