jueves, 3 de junio de 2010

¿Y quién dijo que perdimos?



Lejos de desanimarme, la votación de más de tres millones de ciudadanos alcanzada el domingo pasado por Antanas Mockus me da felicidad, ya que hace cuatro años fuimos menos de 150.000 los votantes que confiamos en él.
Yo creo en los procesos a largo plazo, pero también creo que entre el continuismo y el enquistamiento en el poder existe una barrera mínima y esa barrera se borró con la re-elección de Uribe.
Los colombianos parecemos querer hacer caso omiso a los escándalos gravísimos que salpican al gobierno de Uribe: seguimientos ilegales a opositores y periodistas, ajusticiamiento a civiles inocentes y hostigamiento al poder judicial son razones más que suficientes para convertir al gobierno que termina en un recuerdo ingrato. Nixon renunció por mucho menos. El gobierno de Samper fue inviable por mucho menos.
Sin embargo, insisto, somos muchos los colombianos que despertamos de ese sueño, de esa ceguera absurda derivado de la simpatía hacia un caudillo y escogimos votar por Antanas Mockus, por Rafael Pardo, por Germán Vargas Lleras y Gustavo Petro el pasado domingo 30 de mayo.
Votar es hacer un acto de fe. Tratar de imponer por medio del sufragio la opción que uno considera ideal es como tratar de convencer a una mujer de que se empareje con uno. Uno hace todo lo posible por demostrar que es la mejor opción, pero no puede perder de vista que ella es autónoma y puede preferir salir con el patán, con el hampón o con otro buen tipo (eso sí, nunca tan bueno como uno).
Los millones de votos conseguidos esta semana son un bonito despertar, son la señal evidente de que millones de colombianos queremos educación y creemos en la honestidad como la vía para lograr las cosas. Probablemente nuestra Colombia clientelista, mal educada, corrupta y fácil (y no hablo de los políticos, hablo de los votantes) elija seguir la misma línea y emparejarse cuatro años con el títere mañoso del “ex” hampón. No importa. Sentaremos masivamente nuestra voz de protesta por medio del voto y nos ganaremos el papel de opositores, mientras el agotamiento hace su trabajo y llega a convencer al 50%, mientras el país se deshace o mientras llega el apocalipsis de Juan y de Los Mayas. Yo siempre voy a ver el vaso medio lleno y siento que estamos dando los primeros pasos hacia un futuro mejor.

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