jueves, 11 de agosto de 2011

Puente

No soy el mismo hombre de ayer ni eres la misma mujer de mañana. Somos impermanentes, efímeros, cambiantes, somos dos plumas al aire, dos viajeros inmortales, el fuego de Heráclito, un chico y una chica de dos países distantes que tratan de entenderse en un café neoyorquino. Me prendo de tu cintura y aprietas mi cabeza contra tu pecho, decimos querernos con frasecitas sueltas, con conversaciones triviales, con mensajes de texto, con las manos en las caras y con este abrazo en silencio. Ya en tantas otras vidas recitamos el mismo diálogo, ya en tantas otras existencias emprendimos la misma lucha y en múltiples ocasiones salimos victoriosos. No trates de controlarlo, ni me pidas que tome el control. Yo construyo los cimientos de este lado y te veo sonreír mientras - del otro lado - construyes los tuyos sin darte cuenta.

1 comentario:

  1. Leer esta entrada me produjo una descarga de oxitocina, estoy segura

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