miércoles, 3 de agosto de 2011

Signos II

Cerrá la puerta, apagá la luz, echate boca arriba sobre la cama y dale a ese MP3 la orden de reproducirse en loop una y otra vez. Sentí la reverberación, sentila que es así como recordás tu infancia en esa Manizales ochentera donde descubriste eso que llamaban rock en español, que así es como sonaba todo en el garaje de la casa en Campo Hermoso donde también te acostabas boca arriba y sin camiseta a oir a Soda Stereo en el 97. Qué bonita que es la incertidumbre, qué bonito es tener miedo, qué delicia no saber a qué atenerte, no saber qué esperar de nadie y adorar cada paso en vez de perseguir una meta como lo hace la gente normal, los que sueñan con jubilarse un día, con tener un carro más caro, un apartamento más grande, un mejor salario, pensiones suficientes para no preocuparse por nada en la vejez y así mirar hacia atrás y decir: 
- ¡Mierda! Desperdicié mi vida trabajando porque pensé que iba a ser feliz más adelante.
No vayás a abrir los ojos ni siquiera cuando su figura aparezca, cuando sea ella la que tome el control y te tenga atrapado entre redes, entre medias veladas con decoraciones incrustadas, con el olor que se desprende de su pecho, no vayás a abrir los ojos que la vida es eso y te la vas a perder si seguís ese camino que sigue todo el mundo, el de la gente correcta, el de los planes trazados, el de la afeitada matituna y la visita a la familia los domingos.
Dejate llevar por los signos de difícil interpretación, rechazá los esquemas, sentí la reverberación, besala ahora que la tenés en frente. La vida es cíclica, como el loop del MP3, que es a su vez tu CD dando vueltas en el equipo de tu casa y el cassette de tu tía Francia regresando una y otra vez al mismo punto. Dejá de sufrir por el mañana, no te perdás de placeres como éste. Cerrá la puerta, apagá la luz, echate boca arriba sobre la cama.


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