domingo, 19 de junio de 2011

Inmortalidad Virtual

Hasta hace más o menos un año, buscando aumentar la popularidad de Gatoblanco, yo tenía la costumbre de aceptar a cualquier persona en Facebook. Después haber atravesado por un periodo en el cual trataba de mantener mi vida privada lejos de los ojos curiosos de los desconocidos me decidí a convertir mi día a día, al menos en el plano virtual, en un libro abierto.
Aceptaba las peticiones de amistad sin siquiera mirar quién las enviaba y convertí mi cuenta en Facebook en el mejor modo de promocionar la banda, cuando los mecanismos habituales de la disquera y la radio no funcionaban. Un día empecé a notar que mis hermanas estaban desarrollando amistades virtuales con varios de los seguidores habituales del grupo y ellas -  que hacen parte de una generación acostumbrada a manejar sus redes sociales sin filtro alguno - aceptaban estas personas también sin reparo.
Decidí entonces que eso no estaba bien y, con todo el esfuerzo que ello requiere, me senté a analizar quién era cada uno de los 1.800 contactos que tenía y logré reducir mi número de "amigos" en Facebook a las personas que en realidad - por uno u otro motivo - conocía y recordaba. El libro quedó abierto a 900 contactos y esta cifra me sigue pareciendo avasalladora, razón por la cual seguiré reduciendo el círculo hasta dejar sólo los amigos, la familia y los contactos de trabajo.
Cada vez disfruto menos de Facebook pero me sigue pareciendo una bonita herramienta para mantener el contacto con las personas que quiero y están lejos, con familiares que no veo hace mucho, con esos amigos del colegio y la universidad que van desarrollando su vida dando pasos que los llevan cada vez más lejos de mi propio camino. Hoy, gracias a una conversación con mi amiga Elsa y a las reflexiones derivadas de la lectura de La Inmortalidad -de Milan Kundera - empecé a pensar en la Inmortalidad Virtual.
Hace cuatro años y medio, poco tiempo después de abrir su cuenta en Facebook, mi amigo Nicolás Ramírez murió en un accidente de tránsito y hoy me pregunté qué pensaría Nico de la interacción que nosotros seguimos teniendo con su cuenta en Facebook, de esos comentarios sobre sus fotos y de esas frases de cariño y duelo que a veces le dejamos en el muro.
Saqué una pequeña conclusión poniéndome en el lugar de Nico: yo no quiero una inmortalidad virtual.
Ver los grupos que arman los amigos y familiares de las personas que fallecen me parece un bonito gesto, pero no quisiera que algo así sucediera conmigo y mucho menos que las personas pudieran dejarme mensajes en el muro o comentar mis fotos como si aún viviera. Decidí enviar a mi hermano las claves de acceso mis redes sociales para que las elimine en caso de que yo fallezca. Quiero asegurarme una inmortalidad a la manera de Goethe según Kundera, a través de mi obra, de la música y los textos que voy a dejar, no de las fotos de fiestas en las que salgo con cara de alicoramiento o de las sandeces que he dicho en Facebook y en Twitter.

9 comentarios:

  1. Sabia decisión.

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  2. Lo mismo hice yo hace un tiempo con mi hermana y tiene la instrucción de hacerlo lo más rápido posible, lo que me recuerda que cambié esas claves y ella no las tiene. Ya mismo. Y tengo pendiente esa tarea también de reducir el número de contactos en FB, que también creció cuando casi acaban con la Orquesta Sinfónica de Caldas, mira tú, hasta parecida la cosa.

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  3. Voy en la jota en mi poda facebookera. Impresionante la cantidad de Dianas y Juan Pablos, lo cual refuerza mi hipótesis sobre Diana de Gales y Juan Pablo II. No sé cómo conservé 900 personas si no recuerdo a muchos de mis contactos actuales.

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  4. A veces, tener vigente ese espacio en la red de aquel ser querido que se va de este mundo antes que nosotros, nos ayuda con el proceso de duelo. Lo digo porque a un amigo que murió hace más de dos años le hicieron un grupo en el que estoy y por el que de vez en cuando, paso para escribir algo que me gustaría que supiera... Quizá es mi manera de sentir que aún está aquí porque el recuerdo no se borra. Su perfil sí fue eliminado (no sé si fue Facebook o algún familiar con las claves), pero ese grupo es lo único que queda para ver sus fotos o para "hacerle" llegar algún pensamiento o lo que sea...

    Tu post me puso a pensar si yo realmente quisiera eso para mí y en este momento, no sabría dar una respuesta porque siento que de alguna manera, sería intervenir con el duelo de los demás y la posibilidad de desahogarse de algún modo; sin embargo, tanto me hiciste reflexionar, que hasta en irme del grupo de mi amigo pasó por mi cabeza... ¿es hora ya de dejarlo descansar? No sé si yo lo logre, pero ya por lo menos me estoy cuestionando.

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  5. En mi caso FB es y será un mal necesario, ha sido una manera de ¨conservar¨ vínculos y disfrazar de alguna manera la ingratitud y el desarraigo. Me arrepiento de haber subido fotos que ahora parecen imposibles de eliminar. He reportado el problema y nada (el problema real fue montarlas), ahora están ahí para recordarme la estupidez vanidosa de haber querido gritar que no estaba cerca. Si pudiera, me podaría.

    La inmortalidad no me interesa y por eso creo que poco me preocupa lo que con mi perfil suceda cuando muera; estoy segura de ser un ser altamente biodegradable porque de legados está sobrepoblado el mundo. Yo creo que el tiempo también se encargará de reciclar esta virtualidad que parece tan perenne y que a ratos desenfoca la realidad, haciéndola parecer a veces en extremo importante, a veces en extremo vacía.

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  6. Es una buena decisión porque como antes se hacían las biografías tomando como fuente la correspondencia ahora serán las redes sociales las escrutadas.

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  7. Los momentos y las palabras compartidas con personas como tu son lo más importante. Los seres que amamos no necesitan cuentas en fb para que no las olvidemos o para que nunca nos dejen de amar....

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  8. Por lo menos considero que tengo mi cuenta de facebook desde mediados del 2007 y solo tengo 188 y todos son conocidos amigos y familia, desde el principio he tenido muy en cuenta que se pueden correr riesgos en una red social, con cualquier clase de personas, claro esta que tampoco es que me lleguen las 20 invitaciones de amigos diarias, cada mes me pongo en la tarea de revisar mis contactos y mirar que desconocido se colo para eliminarlo, no me gusta que gente que ni un "hola" me da mire las cosas que hago, pienso y escribo.

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  9. Tienes razón, Karen. Una amiga mía dice que las redes sociales se han convertido en un nuevo espacio de duelo; pero personalmente no quisiera algo así. Abrazos a todos y gracias por sus comentarios. Me gusta mucho cuando estas reflexiones son compartidas.

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