Los Beatles eran unos chicos que entretenían a los visitantes del Cavern, la Unión Soviética y la Americana se disputaban todos los premios en las competencias deportivas, armamentistas y espaciales, Spacewar se convertía en el primer videojuego de la historia y las juventudes colombianas emprendían esfuerzos similares a los de la guerrilla que llevó a Cuba a lograr su revolución, hoy atávica.
Así era el mundo cuando nació mi mamá, que fue educada como una buena niña católica en Manizales, de esas que llegaban vírgenes al matrimonio y se casaban para siempre. Las fotos de su infancia y adolescencia revelan una morenita hermosa de dientes grandes y ojos profundos, de esas que uno quisiera abrazar y cantarle canciones y jurarle amor eterno. No sé si en aquel entonces mi mamá imaginaba cómo sería el mundo hoy o si alguna vez pensó que disfrutaría el mechón de canas que le sale al lado derecho de la cabeza. No sé si ella estaba preparada para ser mamá a los 20, para educar dos niños en la comodidad de su casa y dos niñas desde su oficina. No sé si ella nació lista para responder las preguntas que le hacemos o para mostrarnos acertadamente las fronteras entre lo correcto y lo incorrecto, si alguna vez soñó con cantar o con irse del país o - al menos - de Manizales.
Así como el mundo ha cambiado durante los últimos 50 años mi mamá ha tenido que adaptarse a las condiciones que la vida le ha ido presentando, ha tenido que mutar, ha tenido que ser muchas mujeres sucesivas y simultáneas. Mi mamá es una mujer fuerte que aguantó las burlas de sus compañeros de clase cuando empezó a estudiar un pregrado a los 37, que se mostró tranquila cuando nos vio por primera vez a Manuel y a mí montados en una tarima, que fue a visitarme dos veces por semana durante todo mi año de servicio militar, que supo llevarnos de urgencia a los hospitales cada vez que fue necesario, que tuvo la fuerza para decirle adiós en calma a mi papá, recordando que las niñas buenas se casan vírgenes pero que esos amores de la vida no duran para siempre.
Así como el mundo ha cambiado durante los últimos 50 años mi mamá ha tenido que adaptarse a las condiciones que la vida le ha ido presentando, ha tenido que mutar, ha tenido que ser muchas mujeres sucesivas y simultáneas. Mi mamá es una mujer fuerte que aguantó las burlas de sus compañeros de clase cuando empezó a estudiar un pregrado a los 37, que se mostró tranquila cuando nos vio por primera vez a Manuel y a mí montados en una tarima, que fue a visitarme dos veces por semana durante todo mi año de servicio militar, que supo llevarnos de urgencia a los hospitales cada vez que fue necesario, que tuvo la fuerza para decirle adiós en calma a mi papá, recordando que las niñas buenas se casan vírgenes pero que esos amores de la vida no duran para siempre.
Abrazo a mi mamá. La aprieto fuertemente por esa cintura que ya no es tan estrecha como en las fotos de su luna de miel. Empezamos a bailar al compás de Fiesta de Negritos frente a la familia y amigos que han venido a celebrar su cumpleaños número 50, le digo en ese abrazo que le debo todo, que estoy agradecido con ella por dedicarme los mejores años de su vida, por enseñarme a cantar y a leer, por enviar sonrisas al escenario desde el público, por decirme en silencio y con discreción "ella no te conviene". Todo lo que sé sobre el amor y sobre el perdón lo he aprendido de ella, mi forma de llorar y de querer es suya, junté las primeras letras gracias a su dedicación y las primeras palabras las escribí guiado por su mano.
Esas canas que le adornan el pelo ahora son algo así como su recompensa y por eso - dice - nunca va a pintarlas.
Yo nunca voy a encontrar las palabras que le hagan justicia, nunca encontraré la forma adecuada de decirle gracias.
¿50 años? Tu mamá es muy muy jóven y por las fotos te pareces muchísimo a ella. De ella heredaste lo buen mozo.
ResponderEliminarNo puedo leer su blog cuando estoy así...
ResponderEliminar:) ñoño te adoro!
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