domingo, 13 de marzo de 2011

Rhinoceros

Iba a salir más temprano. La mañana parece estar soleada y un domingo soleado en Bogotá es - últimamente - casi un milagro. Planeo subir por la 116 escuchando música mientras la gente trota y suda (no sé por qué hoy no quiero hacerlo), sentarme a escribir en una banca mientras me acaricia un poco el sol, llegar hasta Santa Ana y buscar una mesa de noche idéntica a la que compré en agosto. Pero abrí el computador y me encontré un mensaje conmovedor en la bandeja de entrada de Facebook. Esta persona, que se presenta con un 'tú no me conoces', me agradece por haberla acompañado en un momento difícil a través de mi música y mi blog. Amanecí sensible. Casi lloro de alegría. Cincuenta mil personas en un festival coreando una canción tuya o una sola persona diciéndote gracias a través de un mensaje detallado y extenso; eso son cosas de las que me voy a acordar cuando esté viejo. Empiezo a amar este tipo de tecnologías por una sencilla razón, y hablo desde la perspectiva del artista: cada vez es más difícil convertirse en una superestrella masiva, en un Michael Jackson, en una Lady Gaga, pero es cada vez más fácil encontrar el público indicado, el que recibe una canción terapéutica una y otra vez hasta que está curado de algo. Cada vez me dan más ganas - por ende - de hacer arte cotidiano, familiar, casero, de rodearme de amigos que me ayuden a escribir letras, que me ayuden a componer canciones, que dirijan videos de bajo presupuesto, que junten sus pequeños dramas cotidianos con mis pequeños dramas cotidianos y convertirlos en arte, sea cual sea su forma y sea cual sea su intención. Me voy antes de que se esconda el sol.  A lo mejor hasta trote un poco y llegue a Carrefour oliendo a lo que olía mi papá cuando salía a montar en bicicleta. Supongo que me iré pensando en los Smashing Pumpkins, en su videos medio inconexos de hace 20 años, en esa forma de arte que pretendía poco y de un momento a otro conquistó el mundo.

3 comentarios:

  1. Me encantaba a lo que olía mi papá cuando llegaba del gimnasio.

    Creo que se posibilita más llegar a ser rico o famoso cuando esa no es la meta principal. Accidentes de intentar ser feliz.

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  2. El ejercicio de mi papá siempre fue natación. No quedaba oliendo a nada, pero me parecía tan teso: ea capaz de pasar debajo del agua 3 veces la piscina grande de El Campestre, lo aprendió cuando estaba en La Naval.

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  3. Está genial el blog, nueva terapia para el estrés!!!!

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