viernes, 25 de febrero de 2011

Antioqueño & H.I.M.

El viernes usualmente consistía en ir a su casa, en ese proceso de reconciliación que habíamos emprendido no sé en qué momento. Niza IX es un barrio que se parece mucho a PauloVI y a Villa Pilar, con bloques de cinco pisos que albergaban grupos de 10 o 20 familias cada uno y para llegar hasta allá yo atravesaba caminando el Prado Veraniego en una aventura nocturna que, tiempo después, alguien me describió como peligrosísima.
Cuando nos daba pereza ir al cine nos metíamos al cuarto de Claudio a escuchar música y a hablar carreta. Meses después, en el 305 de Colina San Rafael, la cosa seguía siendo así. Claudio ya tenía el computador en la sala, Sergio se daba la vida de soltero que tan bien le caía y nosotros éramos la pareja de amigos de ese par. A veces cada uno tenía su propio computador en las piernas, nosotros resolvíamos asuntos de trabajo aunque fuera un fin de semana y ellos buscaban concretar algún plan para el final de la noche a través de Messenger.
Usualmente Claudio tenía una botellita de Antioqueño. Cuando ella y yo queríamos tomar pedíamos a la tienda una de Ron Viejo de Caldas y cuando solo tomaba yo compartía la de Antioqueño con Claudio y Sergio. Creo que los cuatro nos queríamos y yo hacía parte del mobiliario de su apartamento, así como ella era parte del paisaje en el mío. Antes de que discutiéramos por dinero, antes de soltar frases como “yo también soy fiador y necesito que resolvamos este asunto” o “cuando se trata de plata yo no tengo amigos”, los viernes eran una excusa para celebrar habernos conocido. Casi siempre ella se levantaba del sofá antes que todos y me decía con una mirada “te espero en la cama” y yo me quedaba compartiendo tiempo y trago con ellos, que casi nunca concretaban sus planes de viernes a través de Messenger.
A veces, sin estar siquiera prendidos, nos daba por repetir una canción una y otra vez: La versión de H.I.M. de Wicked Games. Uno puede ponerse barreras y tratar de no enamorarse de alguien, pero a la larga la pelea se pierde, era la conclusión.
La semana pasada vi a Claudio. Almorzamos juntos. Me dijo que era increíblemente paradójico que Sergio se hubiera casado y que el viviera con Ana y que ahora fuera yo el tipo que no tenía con quien compartir sus noches de viernes. A veces Claudio y yo extrañamos un poco esos días, en una especie de círculo de insatisfacción en el cual la condición propia permite unas cosas y restringe otras. Esta noche de viernes mis compañeros de apartamento se irán para un concierto y yo voy a quedarme solo porque no quiero salir de la casa. Tengo un vino tinto, un pan con hierbas, un queso y brasas para la chimenea; tengo una guitarra nueva y no se me ocurre con quién compartir todo eso con excepción de mi hermano que anda ocupado. También es bonito pasar tiempo a solas, prender la chimenea y tocar guitarra solo; pero hay viernes en los que los extraño un poco, en los que quisiera tomar Antioqueño y escuchar H.I.M. una y otra vez.

3 comentarios:

  1. Una vez más, estamos en las mismas. Yo llegué hace un rato del gimnasio,(muerta...me duele hasta el pelo), me duché y ahora estoy desnuda y envuelta en una de esas cobijas como de bebé. Hoy sólo quisiera una noche de pasta y vino tinto, de porro y buena música. Quisiera acostarme temprano y no tener que madrugar. Creo que nada de ellos se cumplirá finalmente, lo sospecho....voy a terminar tomando chocolate caliente (y pan) con mi mamá en la cocina, lo cual no está mal.
    Te recomiendo un grupo que se llama Bonobo, es apenas pa oír en la noche, relajado.
    El comentario que acabo de escribir era prácticamente la entrada que me conecté a dejar en mi blog...creo que la voy a escribir de todos modos.
    Un abrazo.

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  2. Por una cosa como esas, Daniela, fue por la que echaron de Semana a este señor Buendía... ¿Buendía?

    Y vea pues, estamos los 3 en las mismas... Yo creo que la felicidad se parece más a un viernes temprano en la cama que a un viernes borracho temprano... claro que puede ser porque hoy estoy rendida y la felicidad es estar solita leyendo sus blogs.

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  3. Mi felicidad también es mucho más calmada hoy en día, mucho más casera, señal que confirma maduración - como las carnes - y añejamiento - como los vinos; quiero conocer su guitarra ya.

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