lunes, 14 de febrero de 2011

Habanera

A veces el mar se pone así, difícil. Hoy no es la excepción y las corrientes del Golfo de México son la peor amenaza que tenemos. Y bueno, están las patrullas de inmigración, pero vale la pena zarpar si es por algo mejor. Si no estuviera harto no me treparía a esta lancha para desafiar el océano y buscar un trabajo, así sea un pésimo trabajo, en la Florida. Arianna está en el malecón haciendo mala cara, odia verme partir y yo no quiero que se vaya conmigo. Yo viajo primero y si todo sale bien vuelvo por ella. Quiero que me de un beso de despedida pero esa dignidad, esa rabia, esas ganas de que la vida sea única y exclusivamente como ella quiere que sea le impiden decirme que me quiere, que me va a extrañar, que me cuide. No pueden esperarme más, me subo al bote. Miro hacia atrás y Arianna está ahí parada viéndome  partir, no llora, no se inmuta, no sé si es dolor o es rabia. Ya la pierdo de vista. Ahora todo es agua por todas partes. Agua, frío y ganas de desembarcar sano y salvo. Cierro los ojos, el viento me despeina.

3 comentarios:

  1. "Maldito sea este mundo, me quiero llevar a mi negra, que se me quedó en La Habana, que se me ha quedado en tierra" - A mí ese pedacito me hacía llorar mucho hace unos años.

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  2. Good.
    Yo hace rato tengo ganas de escribir un cuento, así sea uno corto...pero no sé....no son sino ganas...

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