jueves, 14 de abril de 2011

Avenida Eldorado

Recién llegábamos de Santa Marta. Ellos seguían para Manizales y yo me quedaba en Bogotá. Me despedí de mi tía Ana y de Gloria (una amiga de la familia que había viajado con nosotros). Le di un abrazo a cada una de las gemelas - que tenían apenas 10 años de edad y que nunca habían visto a nadie irse de la casa (ellas no recuerdan la familia con mi papá a bordo) - y ambas tenían los ojos llorosos. Le di un abrazo a Manuel que tenía la boca torcida (como cuando tiene ganas de llorar pero no quiere hacerlo) y le dije que lo iba a estar esperando.
Me paré frente a mi mamá que no paraba de llorar. El viento nos despeinaba a ambos. Me abrazó, me dio un beso y me dijo al oído:
 - "No se le olvide a qué vino, recuérdelo siempre".

Subí mis dos maletas al taxi y tomamos rumbo al oriente por la Avenida Eldorado.
No se me olvida, mamá. Todos los días lo recuerdo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario