viernes, 1 de abril de 2011

Manizalitas, manizaleños and people in between


- Es que los manizalitas son unos azucenos. Se creen no sé qué cosa.
- Eso serán los manizalitas, yo soy manizaleño. Soy distinto, créeme.

La historia siempre nos la han contado así: Llegaron 20 familias desde Neira, Salamina y Sonsón; venían a lomo de mula y vieron un morro gacho (es decir, una montaña no tan empinada) y decidieron que ahí iban a establecerse. Borrachos deberían estar, como dijo Jaime Andrés Monsalve en su famosa y polémica columna Odio a Manizales, publicada en la Revista SoHo hace ya varios años. Borrachos o huyendo de alguna vaina para irse a asentar en semejante tierra tan inhóspita para la construcción de un pueblito que, al menos de nombre, se convertiría después en una ciudad.
Monsalve habla del clima, de la topografía y de vicios y rasgos del manizalita por los cuales detesta nuestra ciudad natal. A mí el clima me gusta y si la topografía contribuyó en algo a la hipertrofia de los cuádriceps y de los glúteos mayores de mis paisanas, sea esta una razón para adorar y llevar siempre en el corazón las lomas de mi ciudad.
A mí lo que no me gusta de Manizales es el manizalita típico, el que de una u otra forma trata de rastrear la genealogía de cualquiera que haya nacido allí para ver si hace parte de una de esas 20 familias que, sea por la razón que sea, decidieron asentar sus ranchos hace siglo y medio en ese morro gacho.
Yo no soy Escobar, no soy Salazar, no soy Arango, no soy Gutiérrez, no soy Echeverri, no tengo apellido de colonizador y por eso es muy escaso que me pregunten: - ¿De los Naranjo de dónde?
Yo estudié en el LANS y me gradué en 1997. Mi colegio católico de clase media recibía muchachos de mucha plata y muchachos que hacían esfuerzos sobrehumanos para poder pagar la matrícula cada mes y de todos ellos aprendí un poco sin saberlo. En el colegio me dejé adoctrinar y me comí el cuento que decía que Manizales era la mejor ciudad de Colombia, que lo único que podía ser mejor que Manizales era Medellín y eso únicamente porque era más grande, que todos veníamos de allá, que éramos una versión mejorada de los paisas que - muy emprendedores y todo - tendían a ser un poco ordinarios. Yo me comí el cuento y pensaba que los rolos eran antipáticos y feos, que la costa era un balneario, que Cali era un bailadero de salsa gigantesco, que Pereira y Armenia siempre serían ciudades inferiores - caprichos de la clase política que dividió al Viejo Caldas - que Bogotá era la capital del país, pero que nosotros pertenecíamos a otra nación, que el Cristal Caldas era un equipo pecuequito pero había que quererlo, que nada nos hacía tan españoles - en el fondo es lo que son los manizalitas, descendientes directos de emigrantes españoles - como nuestra feria sevillana. Pero esos chicos que pagaban la pensión en el LANS con esfuerzo y esos que preferían pagar menos que en otros colegios privados para estudiar en un colegio de la Arquidiócesis me fueron enseñando que mi ciudad era diversa y que era apenas un punto intermedio en un país que también estaba en un punto intermedio entre la pobreza y el desarrollo. Aprendí que Manizales era gris, como su catedral, que Manizales era media tabla.
Entré a una universidad privada en la que se paga mucho menos que en las universidades privadas de Bogotá, una universidad que venía del cooperativismo y en la que unos pagaban sus matrículas con esfuerzo y otros lo hacían sin preocupaciones. Estudié Comunicación Social y Periodismo, me enfrenté a las historias de la ciudad, salí a otras ciudades y busqué otras historias, empecé a pensar que los hermosas atardeceres de Manizales me estaban ocultando otra cosa que estaba más allá (aún no sé dónde).
Un día, después de llenar todos los bares en los que podíamos tocar y de sonar en la única emisora en la que podíamos sonar; Sebastián García me dijo: Me voy para Bogotá. Dejó su carrera tirada e iba a empezar a estudiar música. Él abrió la boca y deseó en voz alta lo que los tres pensábamos en silencio antes de dormir: Irnos.
Llevo ocho años por fuera de Manizales y hoy un comentario de Ricardo Bustamante en Twitter me puso a pensar en las cosas que extraño de Manizales, pero sobre todo me hizo pensar en todo aquello que no extraño.
No extraño el chisme, que es el deporte oficial de la ciudad, no extraño los comentarios sobre Fulanita y Perensejo que terminaron hace poco, no extraño las conversaciones sobre la última fiesta que hicieron en Pop y cómo estaban vestidas las asistentes, no extraño las fotos de eventos sociales llevados a cabo en la sede del Club Manizales en las últimas páginas coloridas de La Patria, no extraño caminar por la Avenida Santander y saludar a alguien en cada esquina, no extraño que la gente le pregunte a uno de qué colegio salió cuando está terminando ya un posgrado, no extraño el correo boca a boca, no extraño las amigas de mi abuelita diciendo que mi mamá se volvió lesbiana después de vieja o que mi papá salía con muchachitos de San José, no extraño las arrierías llenas de gente con ponchos y sombreros llenándose los zapatos de aserrín y el estómago de aguardiente.
Extraño a veces  a Manizales con los sentidos, con unos sentidos amañados e idealizadores extrañamente familiares, amistosos y emotivos: extraño el sabor de las hojuelas de maíz hechas por mi abuelita Cecilia, los ojos entrecerrados de mi abuelita Aceneth, el sonido de la voz de mi abuelito Fideligno, los atardeceres en Chipre, las obleas de Palitos, el olor del arbusto de jazmines de la calle 10 con carrera 9C, los gritos de las gemelas en el patio de la casa, el sonido del trombón de Manuel en vacaciones, el olor que se desprende del pelo de mi papá, las manos de mi mamá acariciando mi cabeza, la buseta que de Chipre me llevaba a Palermo, el sonido de la puerta del garaje de Sebastián García cuando llegaba la tarde del sábado e íbamos a ensayar. 
Gran parte de los amigos y de la gente que extraño o he querido en mi vida no son típicos manizalitas: Paula nació en Carmen de Viboral, Cristina llegó de Fresno, Elsa y Sebastián debieron haber nacido en Medellín - donde sí nació y se crió Cristina Morales -, la familia de Beto viene de China, Banano y Bananito venían de Pereira, así como la mamá de Santiago, Flavio nació en Bogotá pero se autodenomina sincelejano, camilo llegó de Buga, Octavio es casi de Samaná, Natalia nació en Caracas, mi abuelo materno era un boyacense huérfano y mi abuelo paterno un carnicero alcohólico de Andes, Antioquia; y como toda regla tiene su excepción me queda Mauricio, que ahora vive feliz lejos de Manizales.
No sé a dónde quiero llegar con este texto, con esta reflexión inconexa y caótica. Supongo que lo que quiero decir es que hay manizalitas endógamos, chismosos, azucenos y monopolizadores de la industria y la política y hay manizaleños que llegaron a la ciudad por azar y han tratado de abrirse campo en un lugar que en realidad no tiene las puertas tan abiertas.
Hace un par de años compusimos y grabamos una canción llamada Ven Aquí, dedicada a todas las cosas bonitas que extrañábamos y queríamos mostrarle al mundo de nuestra ciudad natal. Esta tarde soleada en Bogotá recuerdo lo que pensé en Nueva York hace casi cuatro años y volví a pensar cuando escribía la letra de Ven Aquí: una cosa es la ciudad como espacio y otra cosa es la ciudad como estado mental. Lo que me gusta de Manizales lo guardo conmigo, lo llevo en mi cabeza a todas partes y sucederá lo mismo con Bogotá si algún día me voy para otra parte. A la larga el hogar es cualquier lugar donde uno se sienta querido, donde uno sienta que está seguro, donde pueda desnudarse con confianza, dejarse acariciar la cabeza, abrir la ventana para que entre el sol, para que entre el viento y salga el gato, para que un olor aleatorio - como el del jazmín por las noches - lo invite a uno a soñar cosas bonitas.

10 comentarios:

  1. Si tanto hablamos de ella, nuestra ciudad natal, es porque nos importa, en unos y otros niveles, porque la extrañamos de una u otra manera. Nací en Manizales, mi papá es oriundo de Viterbo caldas e hijo de unos maravillosos y hermosos campesinos antioqueños. Mamáes de las Echeverri de Filadelfia, de las Ocampo de Pácora, pero no hay nadie más humilde y hermoso. Se extraña lo que se quiere, lo que se quiso, lo que nos proporcionó comodidad y felicidad. A no ser que uno sea del tipo masoquista, que también es posible, pero es harina de otro costal.

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  2. Pues usted me puso a pensar con su cuento de la empanada.Después de haber escrito toda esta retahíla no sé si la extraño o no.

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  3. No se preocupe en saber si la extraña o no, eso no creo que sea de mucha importancia. Los recuerdos estarán siempre ahí, extraño eso de la memoria.

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  4. : ) ¡Esta entrada me encanta!

    Tiene mucho tema para hablar... y el tema, ya saben que me gusta. Por mí que volvieran todos... eso lo he dicho mucho en twitter y creo que tengo un post dándole vueltas en mi cabeza sobre la idea de que un día decidieran llegar todos juntos en manada...

    Sueño con eso y no sé por qué me parece como cinematográfica la idea de verlos volver a todos, todos, todos los que sé que se han ido, los que me parecen tan talentosos y tan inteligentes a sacudirnos con su regreso, a decir "¿saben qué?, queremos que dejen de preguntarnos de qué puto apellido somos; nosotros lo que queremos es una voz en esta ciudad y por fin, ponerla a funcionar bien... a ver señores Arangos, Uribes, Gutierrez y demases, hagan el favor de correrse para allá..."

    Yo de verdad sueño esa vaina... qué cosa tan cula... Pero es que hace tanta falta sacudir este remanso de apellidos "ilustres".

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  5. Pues eso esperamos hacer, así sea sembrando semillitas venenosas a punta de blog y rockanroll.

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  6. Creo que lo de rastrear apellidos es común en todos los pueblos y ciudades pequeñas. Es normal; la gente quiere saber si los amigos de sus hijos son a su vez hijos de sus amigos. Creo que hay que estar muy apasionado con el tema para entrever en ese hecho, tan común y justificable, síntomas de elitismo.

    Por eso me opongo al comentario generalizado de que en Manizales la gente es pinchada, que prefieren vestirse bien a mercar, que no salen del Club Manizales. Claro, habrá un grupo pequeño que tiene esos hábitos, como hay un grupo pequeño con esos hábitos en todas las ciudades de Colombia y del mundo, porque las élites se conforman en todas partes por una inclinación natural a juntarse con pares. Con gente que comparte nuestros gustos, que iguala nuestro patrimonio, que piensa más o menos igual.

    Por lo demás, he pasado muy buenos momentos en casas regidas por el Mejía y por el Villegas, de los que hay ricos y pobres. Y también he visto surgir a Ramírez rasos.

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  7. "Manizalitas endógamos, chismosos, azucenos y monopolizadores de la industria" ... que crecen y se agudizan con redes sociales como el facebook que contribuye totalmente para que dolorosamente Manizales sea una ciudad de gente con falsas fachadas...

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  8. Te propongo algo Sebas, por qué no mandas a corregir tu Registro Civil de Nacimiento y vas a la Registraduría para que cambien el lugar de expedición de tu cédula de ciudadanía??, con eso puedes remediar lo que no extrañas!! (triste)

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  9. Pues porque no es necesario Laura. Nada ni nadie es perfecto. Cuando me vaya de Bogotá habrá cosas que no voy a extrañar, así como hay cosas que uno no extraña de las parejas que deja atrás. Finalmente uno idealiza las cosas cuando las pierde y se termina por olvidar lo malo y quedarse con las cosas gratas. Uno puede tener la fortuna o el infortunio de nacer en cualquier lugar del mundo y vivir apegado a su terruño y diciendo que no hay mejor lugar en el mundo o salir y simplemente ver qué lugar del mundo le gusta más o en qué lugar se siente más a gusto. Vuelvo y digo, creo más en las ciudades como estados mentales y eternamente voy a cargar conmigo los 21 años que viví en Manizales y siempre van a hacer parte de lo que soy y de mi modo de pensar y de ver el mundo. Es inevitable pensar la ciudad y querer que la ciudad esté bien porque allí está parte de mi familia y es por eso que me atrevo a opinar y a hacer cosas por Manizales cuando pasa por momentos difíciles como el actual. Precisamente quise retomar este texto porque me molestó la generalización tajante que hizo Héctor Abad Faciolince en su columna del domingo pasado, haciéndonos quedar a todos los manizaleños y los caldenses como unos atronados. En Manizales, en Bogotá, en Kuala Lumpur y en Katmandú hay personas de todo tipo y es precisamente eso lo que yo quería destacar ante la mujer que me dijo por teléfono la frase inicial de este texto ("es que los manizalitas son unos azucenos"). No sé por qué cuando una persona critica su ciudad o su país de origen se recurre a la solución fácil de decirle que busque otra nacionalidad si la suya no le gusta, cuando lo verdaderamente valioso está en construir sociedad, en cambiar lo que a uno no le gusta. La sociedad se construye a través del diálogo, de la democracia y de la crítica, no a través de la adulación y la lisonja. Es precisamente ese amor ciego y desmedido por el terruño lo que tiene a Manizales tan hundida y tan jodida como nunca pensamos verla.

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  10. ok... hoy es otro día... hoy hay serenidad!!

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