lunes, 18 de abril de 2011

Poli (Un cuentico musical)

La vio pasar con una sombrilla gigante por la otra acera mientras toda el agua del cielo bogotano caía sobre él. Pensó en Poli de Zoé (por-que-ya-no-le-ca-bí-a-du-da de que ella fuera su chica ideal y porque no quería dejarla ir al pasado sin hacerla parte de su presente). 
Al suspirar sacó del fondo de los pulmones todo el aire contenido en ciclos continuos de desamores y escepticismo. Vio cómo el viento desorganizaba su pelo ondulado de visos rojos y amarillos. Pensó en su forma de escribir, de caminar - la cadencia de su cadera ancha como de yegua - en el olor que había dejado en su almohada, en el sonido de su voz entonando canciones hermosas en el baño, en el color que el sol le daba a sus ojos en la tarde. 
No podía dejarla pasar - no esta vez - no iba a permitírselo. Sería como dejar que ese taxi vacío le pasara por el frente sin al menos levantar el brazo, como dejar que Poli se convirtiera en su canción.
Salió a su encuentro.
Gritó su nombre.

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