jueves, 21 de abril de 2011

Bos Taurus II

Así son estas cosas y por eso es que quiero dejarlo. Te descuidas un segundo y el toro te pilla, te engancha sin que tengas tiempo de hacer más que tratar de sacártelo de encima. Y no es para tanto, hombre, en un ratito llegamos a Córdoba y allá el doctor se encargará de todo. Unas puntadas y todo arreglado. No era necesario que le avisaran a Isabelita, para qué preocuparla, debe estar angustiadísima. No era para tanto, hombre, no era para tanto.
Y qué calor hace, ¿eh? ¡Qué sed! Que eterna esta carretera. Seguro me paro en unos días y ya les digo a todos que voy a dejarlo, que ya no soy un chiquillo, que las piernas ya no me responden como antes y que quiero vivir tranquilo con Isabel y con el niño, verlo crecer y que haga con su vida lo que quiera. Lo que quiera menos ser torero.
Ya he sentido este calor tantas veces, se siente como un martillo hirviendo que te penetra la carne con un golpe inesperado. Algo se rompe, algo está deshecho, pero uno se tranquiliza y le pide a todos que estén tranquilos.
Qué eterna esta carretera, qué mala. Parece que hubiéramos salidos hace mil años de Pozoblanco.
El mareo lo soporto y el calor. Pero no sé qué voy a hacer con esta sed.
Pero no era para tanto, hombre. No era para tanto.


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